Los jerarcas de UM no improvisaban. Habían diseñado un inteligente mecanismo de seguridad, mediante el que los militantes se corrompían antes de entrar en el partido. Como en el bautismo criminal de las mafias y las maras centroamericanas, operación picnic demuestra que la ceremonia iniciática del afiliado ya debía ser corrupta, para cegarle la marcha atrás. El partido nacionaleurista no perdía el tiempo educando a la infantería de su grey en el manejo arbitrario de caudales públicos, como hacía el PP balear. La liberalidad en el ingreso hubiera disparado el riesgo de incorporación de personas limpias, un lujo que la formación no se podía permitir. Los resultados de este celo profesional son impecables, con un 99 por ciento de imputaciones, esposamientos y detenidos en el calabozo.

Si no es corrupto, UM no le admite, según el petulante IMFOF cuya única misión conocida en el ayuntamiento de Aina Calvo era la sustracción de fondos públicos. Ahora, la formación del espectral Josep Melià –el primer presidente que recibe con cuatro días de silencio la noticia de que han registrado su sede– descubre que salir de la corrupción es más difícil que entrar en ella. Entre otras cosas, porque los integrantes de sus sucesivas cúpulas han sido incorporados con las técnicas de operación picnic.

Entre refundición y refundación, UM rechazó el caparazón del Jaume Font curtido en mil condenas. El silente Melià protestó anoche enérgicamente, porque la fiscalía le ha estropeado un magnífico puente con tanta detención, y cambia de nombre para mantener los procedimientos. Otra Operación Maquillaje. En su delirio de emulación de Artur Mas, desea que lo prohíje la matriz catalana de Convergència, para la cual UM puede ser más perniciosa que el Palau de Millet y la Pretoria de Prenafeta, por no hablar del desenlace truculento de Convergència Poblera. Con Julve y Monjo callados por motivos obvios, Miquel Munar escanciaba hasta ayer los principios nacionalistas como exdiputado del PP.

La deshonra de UM no procede de la opinión pública saqueada sin rubor por sus dirigentes pasados, presentes y probablemente futuros. El socio de las izquierdas que en 1983 pactó por primera vez con el PP –y que el año pasado cocinaba mociones de censura con los populares– ha escupido sobre todos sus principios, los contribuyentes se han limitado a pagar las facturas de su traición. ¿O acaso hay uno solo de los fantasmagóricos informadores ambientales que no haya cobrado hasta el último euro? UM debería agradecer a jueces y fiscales que, al encerrarlos, liberen a sus presuntos ladrones de la ira de la ciudadanía.

Es probable que Aina Calvo fuera la única palmesana que ignoraba el desenlace de la corte de la reina Cristina Cerdó, acuñada en el seno progresista de Cort. Este desconocimiento avala a la alcaldesa en minoría como una persona que siempre piensa bien de sus semejantes, y que ganará el cielo laico al que aspira, pero la desacredita a perpetuidad para el cargo que pretende revalidar.

Calvo se ha enterado por la prensa de que Rodrigo de Santos hubiera sido un aprendiz de corrupto en su equipo de gobierno municipal, versado en todas las facetas del desvío de fondos públicos y con una docena de altos cargos detenidos. Por desgracia, ni Catalina Cirer ni la oposición poliimputada del PP se lo pueden reprochar, pero produce sonrojo calificar la situación de "fea", como si sólo fuera el plagio de un cartel de las fiestas patronales. Ni un dirigente de UM podría competir en desfachatez con la primera edil.

Sostiene la alcaldesa que, de haber conocido una "enésima parte" de lo sucedido, habría reaccionado. Demuestra así que desconoce el significado de la palabra "enésimo", apropiada para enumerar sus errores o los de Antich, que con el esposamiento de Cañellas –que ayer parecía emerger de una patera– asiste a la detención de su cuarto conseller. Sin duda, una gesta a la altura de Mubarak, que no debe estar ausente de sus discursos de conmemoración del Estatut. Puede felicitar a los antaño inseparables Moragues y Joana Barceló, por aconsejarle que no rompiera con los nacionalistas. El espectáculo crece en calidad cuando al conseller lo detienen en el ejercicio del poder.

Calvo explora los límites entre los pedagógico y lo demagógico, al declarar que UM no ha culminado su regeneración. Su degeneración sí ha culminado, arrastrando a la alcaldesa del palacio de congresos inacabado, a la presidenta del Consell de Mallorca y al president del Govern. Por no hablar de los eminentes socialistas Francesc Triay y Xico Tarrés, cuya continuidad es hoy insultante.

Operación picnic demuestra cómo, bajo la atenta mirada de autoridades progresistas, interventores y auditores, un relaciones públicas de discoteca se transforma en asesor económico, una afrenta intolerable a la reputación de los profesionales de la noche. Por fortuna, la ley del silencio ha caducado, y los imputados señalan a sus superiores –Cerdó detiene a Cañellas– con la misma naturalidad que desplegaban para burlarse de la ciudadanía a través de PP y PSOE, que insisten en acudir a las próximas elecciones de la mano de UM, hoy Convergència.