Resignación y desesperanza, además de un enfado monumental, son las sensaciones que expresaban la mayoría de personas que esperaban en las recepciones de los hoteles después de haber visto cómo se abortaban los vuelos que debían trasladarlos a sus casas o a destinos vacacionales. Muchos establecimientos de la isla estaban ocupados ayer por clientes a la fuerza, después de que algunas compañías aéreas desviaran a sus pasajeros a hoteles, principalmente de Palma, a la espera de que se concretasen los horarios de sus vuelos.

"El lunes tengo que incorporarme a mi puesto de trabajo en Hamburgo, y creo que tendré que informar a la empresa de que no estaré", afirma Mari Tietz, una alemana que había llegado hace dos días a Palma en un crucero procedente de Málaga. Su vuelo debía salir ayer. Todavía no sabe si podrá volar hoy, porque "nadie informa de nada", dice mientras consulta las últimas noticias desde su teléfono móvil en el hall del hotel Tryp Bellver, que ayer acogió a 350 personas sin posibilidad de volar después de las gesiones de la compañía Air Berlin.

Oliver Kunz, un joven alemán que tenía que volar el pasado viernes a las 19,30 horas en dirección a Dortmund junto a sus amigas Ana Bueno y Maria del Mar Oliver, también está muy preocupado por las consecuencias que puede tener el retraso en su puesto de trabajo. "Tengo que acudir a mi trabajo el lunes (mañana) por la tarde, y lo veo difícil", dice. Sus compañeras querían aprovechar el puente para visitar Alemania, de viernes a lunes. "Si el avión no sale pronto, ya no vale la pena, porque será ir y volver", apunta Ana, que había viajado en avión el viernes desde Sevilla y la huelga de los controladores la sorprendió en Son Sant Joan. "Nos han fastidiado el plan romántico que teníamos", añade.

incertidumbre

La incertidumbre era la nota dominante en la recepción. "Esta mañana (ayer para el lector) los del hotel nos han llamado a las 5,45 horas para coger un autocar hacia el aeropuerto, pensando que el problema se había solucionado, pero al final no hemos salido", explica Birgit Carbonari, una joven austríaca que tenía el avión el viernes a las 20,20 horas en dirección a Gratz (Austria). Con ella viajaban tres amigos mallorquines, Pedro Caldentey, Maria del Mar Barceló y Tomeu Obrador, naturales de Felanitx. "Todavía no nos han confirmado si podremos salir; si no es así, reclamaremos el dinero del viaje", explican. En cualquier caso, se han encargado de retrasar un día la estancia en Austria para recuperar el día perdido. "No hay derecho que unos pocos puedan poner en jaque a todo un país", expresan con rabia.

El hotel Valparaíso Palace también acogió a un centenar de pasajeros de Air Berlin. En la recepción, Martin Schmidt y su esposa Elsa también muestran su indignación. "Venimos de un crucero y debíamos volver ayer a Düsseldorf; todo había ido muy bien hasta ayer en el aeropuerto, ahí se rompió todo, y nosotros todavía hemos tenido suerte porque nos han enviado a un hotel fabuloso, ya que sabemos de otra gente que han tenido que dormir en sitios muy sucios".

Más delicada es la situación de una pareja sueca alojada en el hotel Sunwing Resort del puerto de Alcúdia. Tenían programado volar ayer hasta Dinamarca con escala en Barcelona para acudir al entierro de un familiar directo, a pesar de que su intención inicial era permanecer en la isla hasta el próximo 20 de diciembre. Jan-Olof y Solweig ya saben que no podrán acudir al sepelio del hermano de ella. "Es una situación que nos sabe muy mal, pero no podemos hacer nada", afirman resignados. Han preferido quedarse en su hotel de Alcúdia. "Antes de coger un terrible enfado en el aeropuerto de Palma, donde no hubiésemos aclarado nada, hemos decidido quedarnos aquí y no regresaremos hasta el día 20".