Hugo Cozar, trabajador social, y Luciano Dot, monitor, comienzan su ronda a bordo de la Unidad de Emergencia Social a las diez de la noche, acompañados normalmente por un voluntario. La noche que este diario estuvo con ellos, recibieron una llamada de Son Dureta justo al iniciar el turno: una mujer de 58 años acaba de ser atendida en Urgencias y no tiene dónde ir. Antes de visitar el hospital, toca parada en el Anselm Turmeda uno de los cinco refugios del Institut Mallorquí d´Afers Socials. Allí Luciano carga los termos con chocolate y café caliente, mientras Hugo revisa centro por centro las plazas libres, las entradas, las salidas, las expulsiones... así sabe dónde podrá llevar a los usuarios que encuentre en función de su perfil y del sitio disponible.

Cuando llegamos a Son Dureta, vemos a tres personas acomodadas para dormir en los bancos de la sala de espera de Urgencias ("viven aquí"), pero no encontramos a la mujer en cuestión. "Suele pasar", dice Luciano, "se cansan de esperar y se van". ¿Adónde? Nadie lo sabe. Luciano y Hugo suben a la furgoneta. Hasta las tres de la mañana seguirán velando por todos ellos.