Escribir la carta a los Reyes es para muchos niños uno de los momentos más especiales del año. La ilusión y la expectación ante la llegada de los Magos de Oriente es también una oportunidad para educar y para estrechar vínculos en la familia. Los más pequeños de la casa se ven expuestos a un exceso de estímulos y publicidad que se ve reflejado en sus cartas. 

Sin embargo, conseguir, todos los juguetes que se desean no es garantía de felicidad ni satisfacción. Joan Soler, psicólogo infantil, advierte que, a nivel emocional, los niños se vuelven intolerantes a la frustración y a los premios aplazados, a que haya un retraso en recibir el objeto deseado. Por otra parte, se produce una sensación de saciedad: «Llega un momento en que ya no tienen ilusión por nada y cuando son algo mayores, si lo tienen todo, cada vez buscan la satisfacción en objetos más extremos». 

En cualquier caso, es tarea de los adultos poner los límites y guiar a los niños en estas situaciones. Según explica Soler, accediendo a colmar todos los deseos de sus hijos, algunos padres intentan evitar el conflicto o satisfacer las privaciones que ellos pudieron tener durante su infancia. Ocurre también que el único criterio es si pueden o no permitírselo económicamente. Sin embargo el psicólogo opina que practicar un consumismo vacío y acrítico «va en detrimento de una crianza sana, correspondemos al deseo solo desde la cartera». 

Soler propone que una forma de trabajar la cuestión es reflexionando con los niños sobre los inconvenientes del exceso de regalos como por ejemplo, el prejuicio para el medio ambiente o los costes que implica producir los juguetes. En cualquier caso, redactar la carta a los Reyes puede ser un buen momento para transmitir valores.

El psicólogo admite que no una receta única para abordar la situación, pero aconseja que los padres mantengan cierto control sobre lo que los niños piden, también en casa de otros familiares como tíos o abuelos. De este modo también se previene la aparición de conflictos por regalos que no están en la línea educativa de la familia:«Por ejemplo, hay padres que no quieren que sus hijos tengan juguetes bélicos o que quieren retrasar su inicio en los vídeo juegos». A un nivel más pragmático este control por parte de los padres evitará que haya regalos duplicados. Si son muchos los familiares que van a hacer regalos a los niños, Soler recomienda que se intente llegar a un equilibrio: «Cuanto más numerosos sean los escenarios en los que los niños reciben juguetes y regalos, más cautos tenemos que ser. En caso contrario, podemos ser más espléndidos, para compensar». 

En cualquier caso, una buena recomendación es tener en cuenta los gustos de los niños, su edad y con quién compartirá ese juguete. Estas son preguntas que se pueden formular a los niños para ayudar a decidirse sobre la idoneidad de determinado regalo. Indicar a los Reyes el tipo de juguetes que quieren los niños deja abierta la puerta a recibir una sorpresa y se evita, por otro lado, la decepción de no tener un juguete concreto, en el caso de que no haya sido posible encontrarlo.

Sea como sea, hay que tener en cuenta que el juego es una actividad esencial en el desarrollo de los niños. Aunque es diversión, no es un acto banal ya que jugando, los niños aprenden a relacionarse, exploran sus límites y conocen su entorno. Por ello, el juego es una oportunidad única para transmitir valores. Guiar a los hijos a la hora de elegir los juguetes que desean recibir por Navidad o Reyes, también es educarles. Hay que dejar que los niños elijan con libertad qué quieren pedir en su carta, pero después hacerles reflexionar sobre sus decisiones. 

Jugar en familia

Aunque es positivo que los niños jueguen con otros niños y también que lo hagan solos, Joan Soler recomienda compartir juegos en familia ya que «siempre es una oportunidad de educar, pasar tiempo juntos y estrechar los vínculos. Lo recomiendo durante todo el año, no solo en Navidad. Apagar la tele y elegir un juego».