Formentera cuenta con un patrimonio natural extraordinario debido a su clima templado y su peculiar geografía. La forma recortada de la isla hace que tenga una gran extensión de costa con numerosas playas y calas. Algunas de ellas, como ses Illetes, en pleno Parque Natural de ses Salines, es para muchos una de las playas más bellas del mundo. Menos populares que ses Illetes pero con las mismas aguas cristalinas y fina arena blanca son sus vecinas Cavall d’en Borràs y la playa de Llevant. En la costa de Migjorn, cinco kilómetros de playas aguardan al visitante. Por su parte, Cala Saona es la única playa de arena que se esconde entre los acantilados del suroeste de la isla, mientras que la playa des Pujols es un amplio arenal flanqueado por acantilados. En el norte sobresalen las poco frecuentadas ses Platgetes.

Además de por sus playas, el Parque Natural de ses Salines es el ideal para descubrir la variada fauna y flora de las Pitiüses. Pinos y sabinas conforman el paisaje de los bosques mientras que las dunas y arbustos bordean las playas y estanques de la costa. 

La fauna de la isla es muy variada, con más de 210 tipos de aves censadas que han encontrado allí su hogar de forma permanente o como parada en sus largos viajes migratorios. También las lagartijas autóctonas son uno de los animales más emblemáticos de la isla. Pero si algo destaca por encima de todo en el paisaje de la costa son las aguas cristalinas que envuelven la isla gracias a la presencia de la inmensa pradera de Posidonia oceanica que ejerce el papel de depuradora natural.