Elecciones generales

Sánchez concede una prórroga de estabilidad a Puig

La expectativa de un congreso se dilata hasta dentro de un año al menos en función de qué pasa con la Moncloa

Pedro Sánchez, en el balcón de Ferraz.

Pedro Sánchez, en el balcón de Ferraz. / MANAURE QUINTERO

Alfons Garcia

El verano azul lo tendrá Ximo Puig. La expectativa para la dirección socialista antes de las elecciones generales del pasado domingo era un verano trepidante, de preparación de un periodo de congresos en un clima prebélico, pero el resultado obtenido contra todo pronóstico altera el marco. La situación interna del socialismo de Valencia, movida en las aguas subterráneas, entra en una etapa de letargo y da un margen a Puig para pensar el futuro con paz orgánica. Lo contrario sería una sorpresa.

En el contexto actual, de formación complicada de Gobierno o incluso de repetición electoral, cualquier movimiento desestabilizador en uno de los graneros de voto socialista como es la C. Valenciana, no va a contar con la protección, ni la comprensión, de Ferraz. Y así es difícil de imaginar que se produzcan movimientos desestabilizadores.

Tras el resultado del domingo, el congreso federal de los socialistas no será, como pronto, hasta bien entrado 2024. Y eso en el caso de que todo fuera mal y el PP pudiera gobernar de alguna manera, con o sin repetición electoral. Eso supone que un congreso extraordinario del PSPV no será previsiblemente antes del segundo semestre de 2024. Si Sánchez forma Ejecutivo (lo mismo, con o sin repetición de elecciones), el margen puede ser mayor y se podría esperar hasta el ordinario, que tocaría en 2025.

De alguna manera, el resultado del 23J (también en la Comunitat Valenciana, con un crecimiento del 4,5 % y 150.000 votos con respecto a 2019) es una inyección anímica y abrillanta también los datos obtenidos por el partido en las autonómicas de mayo, cuando perdió el Consell a pesar de avanzar en votos y escaños y de una buena valoración social en las encuestas de Puig y su gestión.

Las decisiones de ayer de Puig en la ejecutiva socialista (con las designaciones de dos personas de su total confianza, Pilar Bernabé y Rocío Briones) están pensadas en esa clave de estabilidad, bajo la premisa de que el partido irá a un congreso ordinario y lejos de un contexto de guerra interna. La inercia en estos momentos es de continuidad.

Y si Sánchez forma finalmente Gobierno, a Puig se le abre la puerta también de intentar favorecer algunas designaciones en puestos del Estado en aras de la ‘deuda moral’ del líder del PSOE con los territorios donde el partido ha quedado fuera del poder por la ola de rechazo al Ejecutivo de España que venía desde Madrid.

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