De safari
Feijóo pronuncia “sanchismo” una vez por minuto en Palma
El candidato popular congregó ayer a una audiencia que reventó las costuras del centro de convenciones Hipotels de la Platja de Palma
El termómetro de lo que va a pasar en unas elecciones son los votantes y por supuesto la gente que va a los mítines. El de ayer de los conservadores en Platja de Palma fue cual fiesta de verano: animado, distendido, concurrido. La postparty del 28M, con todo a favor y sin resaca.
«Por fin vamos a conseguir que salga Sánchez. Feijóo ha tenido recorrido político y ha dejado Galicia muy bien. Puede hacer lo mismo en España», declara un grupo de amigas y simpatizantes que no han podido coger sitio en la sala principal y siguen el mitin junto a más de cuarenta personas desde las pantallas instaladas en el hall. Llevan esperando al candidato a las generales más de cincuenta minutos. Pero saben que no va a fallar. Feijóo ha aterrizado a las 19.45 en Son Sant Joan y está en el centro de convenciones Hipotels de Platja de Palma a las 19.51.
Le han teloneado Marí Bosó y Marga Prohens. La melodía principal del guión de ambos es la supresión del impuesto de sucesiones, el estribillo que sonó a música celestial en los oídos de los presentes, fascinados con la medida sin excepción. El vicepresidente económico Antoni Costa se puso en pie como el director aclamado de toda aquella orquesta de supuesto ahorro fiscal. Y al fin una buena frase del ibicenco, candidato balear al Congreso: «Los socialistas no han entendido nada de lo que pasado tras el 28M».
La presidenta balear sale. Debe mantener la llama hasta que llegue el gallego. Lo consigue con su sintaxis basada en yuxtaposiciones y repeticiones. Sin demasiadas frases largas. Busca el efectismo en lo simple. «Marga es tan cercana a la gente, tan normal, que a veces me desmonta», confiesa la militante Maria Jerónima Marqués. «Es la presidenta y contesta los WhatsApp, otro ya estaría en las nubes y con humos. Lo que más me ha gustado es que ha cumplido en un tiempo récord una de sus promesas más esperadas», sostiene.
Feijóo irrumpe en la sala sin apenas pararse a saludar. El tiempo apremia. Reloj de arena y a cronometrar cuántas veces pronuncia «sanchismo» y derivados durante el discurso. Son 25 en casi 30 minutos de alocución. Casi una vez por minuto. «Bloqueo o sanchismo», «sanchismo o cuando las minorías deciden sobre las mayorías», «sanchismo son mentiras, maldades y manipulaciones», «sanchismo es no poder hablar la lengua que quieres»... Vox sólo salió de sus labios una vez. Su discurso se apuntaló sobre la hoja de ruta de una mayoría absoluta. El auditorio se lo compró. Hubo un momento en que estuvo a punto de oírse, «Alberto, te quiero». Pero este tipo de ditirambos, como «guapo», son puro sanchismo.
«Vayamos el domingo a votar alegres y a ganar e incluso superar lo que dicen las encuestas». En Feijóo no hay ni un ápice de desgaste por el momento Intxaurrondo en TVE. Quizá la procesión vaya por dentro o puede que no. Hay que preguntarse si sólo el sanchismo es soberbia.
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