Tirme: al final del túnel de los residuos hay... recursos

Tirme es una empresa única en Mallorca, no en vano desde 1992 es la concesionaria en exclusiva del Consell de Mallorca para el tratamiento de los residuos urbanos y asimilables. Tras varias renovaciones de la concesión, el acuerdo entre las partes expira en 2041

La planta de envases es una de  las muchas que se concentran en Son Reus

La planta de envases es una de las muchas que se concentran en Son Reus / Tirme

Toni Traveria

Por el camino, Tirme ha ido evolucionando según las necesidades del servicio esencial que presta y atendiendo al hecho de que la ciudadanía no deja de generar residuos de todo tipo todos los días del año, de modo que su recogida y tratamiento son imperativos también los 365 días del año.

Muchos e importantes han sido los puntos de inflexión de la empresa concesionaria a lo largo de los años, acorde con las necesidades que la generación de residuos ha comportado. Se incluyen en este terreno la puesta en marcha de la planta incineradora (1996), del Parque de Tecnologías Ambientales de Mallorca (2003) o la clausura del vertedero de Son Reus (2010), entre otras.

“La última modificación de contrato entre Consell de Mallorca y Tirme deriva del Plan Director de 2019, que prevé la puesta en marcha de nuevas plantas de compostaje. Si se firma el nuevo contrato, como es de prever, una nueva planta de compostaje será construida en Llucmajor, y se prevé su entrada en funcionamiento en un plazo de tres-cuatro años”, expone el responsable de Relaciones Institucionales y Comunicación de Tirme, Joan Mateu.

¿Qué implica para las partes que Tirme sea la empresa concesionaria del Consell de Mallorca en materia de residuos urbanos?

El propio Joan Mateu lo detalla.“A día de hoy, la inversión que Tirme ha llevado a cabo para activar todo el complejo de infraestructuras (incineradora, planta de envases, planta de metanización-compostaje, estaciones de transferencia, etc.) asciende a unos 600-650 millones de euros”.

El modelo de concesión escogido contemplaba desde el inicio tres fases: proyecto, obra y explotación, y que la empresa concesionaria (en este caso, Tirme) asumiera casi la totalidad de las inversiones necesarias. No siempre se hace así. En Cataluña, por ejemplo, la Administración ha asumido la totalidad de la inversión.

La planta incineradora de Son Reus funciona desde 1996 | Tirme

La planta incineradora de Son Reus funciona desde 1996 / Tirme

La siguiente pregunta a plantear es: ¿cuánto le cuesta anualmente a la ciudadanía de Mallorca el servicio que presta Tirme en relación con los residuos urbanos? Ante el modelo elegido, se plantea y observa una situación parecida a la de una familia al adquirir una casa a través de una hipoteca. En este caso, Tirme es la entidad financiera; y quien compra el inmueble, los usuarios del servicio, tienen que abonar unas cuotas anuales, que se establecen según un complejo (incluye muchas variables) sistema tarifario.

Las variables del sistema tarifario

Un sistema tarifario que implica que la cantidad que reciba Tirme de los abonados (ayuntamientos y mancomunidades) nunca será la misma, porque -efectivamente- entran en juego muchas variables. “La tarifa anual se obtiene a partir de una fórmula matemática que engloba todo -explica Mateu-: inversiones realizadas y sus amortizaciones (vinculadas también al euríbor), los costes de explotación (fijos y variables) y los ingresos (los más relevantes son los derivados de la venta de energía, que también fluctúa según la evolución del mercado en cada momento) y de otros productos (compost y chatarra, por ejemplo). Anualmente el Consell de Mallorca, como administración titular del servicio, revisa y fija las diferentes tarifas”.

¿Qué ocurre? -sigue relantando Mateu-. Que hay muchos parámetros del servicio que no dependen del Consell. Por ejemplo, las subidas o bajadas del euríbor o la evolución de otros valores ligados al IPC. Tampoco se puede controlar las fluctuaciones del precio de la energía: en este sentido, como ciudadanos, que las tarifas eléctricas disminuyan nos viene bien; como productores de energía que somos, no, porque hay menos ingresos por venta de energía y, por lo tanto, menos descuento a la tarifa de tratamiento. Sostener este sistema supone un coste anual aproximado de 100 millones de euros. Es decir, el sistema le cuesta a Mallorca esa cantidad”.

Establecida la tarifa por parte del Consell, son los ayuntamientos quienes pagan a Tirme mensualmente, según el volumen de residuos que generan y hacen llegar a la empresa concesionaria. Y cada ayuntamiento cobra (a través de la tasa que considera más apropiada) al usuario, al ciudadano o a la actividad económica implantada en su municipio. De las seis fracciones (papel-cartón, vidrio, envases, materia orgánica, podas y residuos en masa) que los consistorios y las mancomunidades derivan a las instalaciones de Tirme sólo pagan por la fracción de residuo en masa.

El Parque de Tecnologías integra al Centro de Información y Educación Ambiental |  Tirme

El Parque de Tecnologías integra al Centro de Información y Educación Ambiental / Tirme

“De esa manera, aquellos ayuntamientos cuya gestión permite mayor recogida selectiva (y, por tanto, menos residuo en masa), acaban pagando menos. No significa que el reciclaje sea más barato. Es justo lo contrario. ¿Esta herramienta que usamos ahora tendrá un límite? Lo tendrá, aunque políticamente no sea agradable decirlo. En caso contrario, la tarifa del residuo en masa se haría infinita”, matiza Mateu.

Desde Tirme, a través de su responsable de Comunicación, se advierte que las instalaciones de la empresa para acometer el tratamiento de los residuos urbanos pueden estar sobredimensionadas, según la época del año de que hablemos. Pero a continuación se autoformula una pregunta. “¿El aeropuerto de Palma está sobredimensionado? Depende de si hablamos de enero o agosto. Lo mismo ocurre con el servicio de Tirme. Si hablamos de enero, claro que tenemos capacidad sobrante. En las épocas de menor volumen de trabajo, aprovechamos para llevar a cabo mantenimientos preventivos y correctivos para prepararnos para la temporada alta. En esta época, no se puede fallar. Si lo hiciéramos, crearíamos un caos absoluto. Estamos hablando de un servicio esencial y que se dispensa las 24 horas del día, los 365 días del año. En definitiva, estamos dimensionados para atender las puntas de verano”, resume Joan Mateu. Añade seguidamente que el servicio dispone de un vertedero de emergencia, que se usaría únicamente en caso de un problema grave en la planta de valorización energética, que es como se denomina en términos técnicos la incineración.

Tirme: al final del túnel de los residuos hay... recursos

Tirme: al final del túnel de los residuos hay... recursos / Toni Traveria

La recogida selectiva y el residuo convertido en recurso

En la actualidad, una vez cerrada la etapa del vertedero y con la incineradora al máximo de su rendimiento en época de máxima producción de residuos, la estival, la apuesta fuerte del Consell de Mallorca es seguir fomentando la recogida selectiva de residuos orgánicos, que está aumentando a buen ritmo en los últimos años, en colaboración con todos los agentes implicados y con el papel fundamental que desarrollan los ayuntamientos y las mancomunidades, que son las administraciones responsables de la recogida selectiva.

“Tenemos actualmente alrededor de un 30% de recogida selectiva -afirma Joan Mateu-. El objetivo es llegar al objetivo que marca la normativa, un 55%. Cabe señalar que sufrimos un déficit de indicadores reales. ¿Todo el papel-cartón que se recoge en la isla es el que nos llega a nosotros? En absoluto. Hay toda una cantidad de recogida selectiva en el sector industrial-empresarial, cuyos valores desconocemos. Calculo que sería un 10% a añadir al 30% del que hablábamos. En todo caso, conceptualmente, queremos pasar de ser sólo una empresa de tratamiento de residuos, a una empresa generadora de recursos. En este capítulo, solemos poner el ejemplo del compost, que se introduce en la economía circular y en el concepto kilómetro 0. Ese compost le evitará al payés la compra de fertilizantes. Es el denominado proyecto Finhava, que nos permitirá decirle al turista o al propio residente, a través de un cógido QR, que el tomate que se está comiendo ha sido cultivado en Porreres, que ha sido recogido en tal fecha y que tiene determinada huella de carbono. No es ciencia ficción, es realidad”.

Finalmente, Joan Mateu enumera los beneficios de la valorización energética. “Evitamos -lo más importante- la eliminación de los residuos en vertederos (el cierre de vertedero lo logramos en 2010); asimismo evitamos consumo de territorio, evitamos emisiones de CO2 y conseguimos generar energía con los residuos entendidos como recursos, con un porcentaje de renovables que, como mínimo, es del 50%, si bien estudios realizados a propósito nos dicen que podríamos alcanzar hasta el 65% o 70%. Sea como fuere, a través de la planta de valorización energética, generamos el consumo energético equivalente a 80.000 viviendas tipo”.

Parque de Tecnologías Ambientales: 20 años de servicio y 235.000 visitantes

El Parque de Tecnologías Ambientales de Mallorca nació en desarrollo del Plan Director del año 2000 y de su posterior modificación en 2001. Su inauguración data del 5 de junio de 2003, coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente.  

El Centro de Información y Educación Ambiental del propio parque, desde su inauguración (2003) y hasta la fecha, ha recibido la visita de alrededor de 235.000 personas, quienes, de manera gratuita, han tenido ocasión de conocer cada una de las plantas y de observar el importante papel que juega la ciudadanía en el modelo de gestión de residuos de Mallorca.

Este 2023 es especialmente significativo porque es el año en que concluye de alguna forma el proyecto del Parque, explica Mateu. “Toda la parte orgánica de los residuos se ha ido incorporando a los sistemas de metanización y compostaje. En el año 2000, había previstas tres fases previstas para el área de metanización, la última de las cuales se está completando este año. A finales de julio empezaremos a trabajar en período de pruebas, para que a finales de 2023 esté en funcionamiento. Eso quiere decir que los tres digestores de metanización (cada uno de ellos con una capacidad de 32.000 toneladas anuales) habrán completado su función. Aquí, en el Parque, estaremos en el máximo. Habremos cubierto el límite”. 

«No hay incidencia ambiental derivada de la actividad de nuestras instalaciones»

Todas las instalaciones de Tirme están bajo el control del Plan de medidas y vigilancia ambiental. A través de ese plan, articulado minuciosamente, la empresa lleva a cabo un control ambiental pormenorizado de todo el entorno (aire, suelo y aguas subterráneas) y de las emisiones de la planta incineradora. “Así, obtenemos datos de la calidad del aire de la planta, de los acuíferos y del suelo de su entorno. Esos datos los obtenemos de cada una de las plantas”, razona Joan Mateu.

“La gran ventaja del Plan de medidas y vigilancia ambiental -prosigue - es que nos proporciona datos previos a la puesta en funcionamiento de cualquiera de las instalaciones. Esos datos los tenemos desde 1996, que es cuando se puso en marcha la planta incineradora; son datos que no aporta Tirme, sino un conjunto de empresas homologadas al efecto, empresas que además están supervisadas por un Comité de Vigilancia Ambiental, integrado a su vez por técnicos del Govern, del Consell, de los ayuntamientos y de Tirme”.

La ciudadanía tiene acceso libre a esos mismos datos a través de la web del Consell de Mallorca, del mismo modo que también se exponen ante la Comisión de Vigilancia Ambiental, constituida por asociaciones de vecinos, entidades ecologistas, ayuntamientos, partidos políticos, Universitat de les Illes Balears (UIB)... “Los resultados -concluye Mateu- son contundentes: no hay incidencia ambiental derivada de la actividad de nuestras instalaciones. Es algo demostrado”. 

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