Sequía

La sequía preocupa a la naranja: "Por más que se riegue, el calibre no aumenta si no llueve"

La falta de precipitaciones amenaza con afectar a la próxima campaña citrícola en la provincia de Castellón

Campos de naranjos de Castellón llenos de agua, en la gota fría de noviembre.

Campos de naranjos de Castellón llenos de agua, en la gota fría de noviembre. / DAVID GARCÍA

Bartomeu Roig

Hay que remontarse al mes de noviembre pasado para ver una imagen como la que ilustra esta página: campos de cítricos de Castellón llenos de agua como consecuencia de las lluvias. Unas precipitaciones que, además, cayeron de forma torrencial y causaron daños a la fruta. Desde entonces hay sequía, y no se espera que la situación mejore pronto. Aunque los embalses de esta provincia están mejor que los de Cataluña o Andalucía, la escasez de lluvias ya tiene efectos aquí: el consumo de agua se ha incrementado un 20% en estos meses, con lo que los embalses se vacían con mayor rapidez, mientras se corre el riesgo de que naranjas y mandarinas no alcancen el tamaño adecuado para lo que demanda el comercio.

El presidente del presidente del Sindicato Central de Aguas del río Mijares, Pascual Broch, recuerda que durante el pasado año "no fue necesario regar hasta el mes de mayo", gracias a las lluvias de marzo y abril. En cambio, "ahora hay que regar tres o cuatro días a la semana por el calor, y por más que se haga, el calibre no aumenta, porque eso depende de la lluvia", añade.

Una idea que comparte José Francisco Nebot, desde la Unió Llauradora. "Si no hay precipitaciones adecuadas, el resultado de la próxima campaña no está garantizado", comenta.

Floración

Hay otro factor que los expertos consultados detallan: el proceso de floración hace prever que en el próximo otoño puede haber un considerable aumento de la producción. Algo que requiere de agua, sobre todo de la procedente del cielo, para que alcance el tamaño necesario. De lo contrario, "la fruta con un calibre por debajo de lo que pide el mercado no vale y agota al árbol", detalla Nebot. Hay que retirarla, con su consiguiente efecto en el coste y la ausencia de beneficio.

Por tanto, los citricultores están en vilo. Lo idóneo sería que hubiera lluvias moderadas a finales de verano y el comienzo de otoño, de modo que se alcanzarían los tamaños deseados. Pero nadie es capaz de vaticinar la evolución en los próximos meses. No es la primera vez que ocurren fenómenos de este tipo, pero como señala Broch, "cada vez se dan con una mayor frecuencia". Otra señal de que el clima está cambiando. 

Más inquietud en secano y ganadería

La situación empieza a preocupar en los campos de cítricos, mientras los agricultores de secano ya llevan tiempo instalados en la inquietud. Tal y como detalló Mediterráneo, del grupo Prensa Ibérica, olivos y almendros corren el riesgo de no sacar producto, lo que se uniría a una mala cosecha en la pasada campaña. Hay puntos en los que los pastos para ganadería y cereales ya se encuentran en una situación sin retorno, puesto que los cultivos están extremadamente secos. Ha llovido poco y tampoco se han dado muchas precipitaciones en forma de hielo, lo que afecta a la recarga de acuíferos a través del deshielo. Para solventar la situación, los ganaderos tienen que comprar piensos y dar de beber a sus animales con cubas, lo que incrementa los costes.

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