Maria Frontera hace un repaso de la situación de la planta hotelera, analiza sus retos así como las debilidades del sector ante las prácticas de los destinos competidores. Además, reflexiona sobre el impuesto sostenible y deja claro su posicionamiento en lo que al alquiler vacacional se refiere.

La gran mayoría de hoteleros han apostado por mejorar sus instalaciones en Balears, ¿por qué?

La magnitud de la transformación que hemos vivido los últimos años, al amparo de la Ley del Turismo, aprobada en 2012, nos ha dado la oportunidad de realizar actuaciones de gran calado.

El resultado positivo es más que evidente: 1.700 millones de euros de inversión, con aproximadamente un 60% de la planta hotelera reformada. Se ha realizado una actualización mejorando instalaciones, haciéndolas más eficientes, sostenibles, incorporando los últimos avances técnicos y desarrollando nuevos conceptos estéticos, además de permitir una mayor segmentación del producto, ha contribuido a mejorar la competitividad de nuestro destino. En conjunto hemos elevado la calidad, el 62% de las plazas asociadas a la FEHM son de 4 y 5 estrellas, y es evidente que ello ha propiciado un alargamiento de la temporada que se viene produciendo en estos últimos años, con mayor duración de los contratos, creando más y mejor empleo y como resultado contribuyendo a dinamizarla economía balear.

No creamos, sin embargo, que todo el trabajo está hecho. Una parte de la planta hotelera está aún pendiente de actualización y hay que tener en cuenta, además, que la disminución en la ejecución de proyectos de reforma también afecta a otros sectores y otras industrias periféricas. Al final todo puede acabar dando lugar a una pérdida de competitividad, de empleo…

¿En qué aspectos se debe invertir, según su parecer?

Por una parte, hay que seguir en la línea que se viene desarrollando en los últimos años. Necesitamos un marco legal que facilite continuar invirtiendo en el reposicionamiento de los establecimientos para que puedan satisfacer las demandas y expectativas de los clientes. En este sentido, en estos últimos años se ha trabajado mucho en la especialización, hasta el punto de que hoy en día tenemos establecimientos enfocados a segmentos concretos en ciertos periodos: turismo activo, de salud, cultural, de compras, gastronómico, etc.

Por otra parte, tenemos que enfocarnos hacia la innovación, la tecnología, la digitalización… sin olvidarnos del capital humano, clave en cualquier empresa, al que debemos capacitar para poder integrar estos avances y nuevos procesos en sus tareas. El sector hotelero ha iniciado este camino, que debe continuar, pero no es suficiente una mejora unilateral. Toda la cadena de valor turístico se debe ir diversificando y renovando para ponerse al mismo nivel, aunque hay quien ha hecho sus deberes, no es algo generalizado. No sirve de nada tener un producto hotelero de gran calidad si la oferta complementaria no está acorde a esos estándares y sobre todo si los destinos turísticos no se renuevan y ofrecen instalaciones adecuadas, limpias, modernas y bien mantenidas. No nos cansaremos de repetir que el compromiso debe ser de todos, agentes públicos y privados, porque somos corresponsables de que nuestras islas avancen y sean competitivas..

¿Qué balance hace de la actual temporada turística?

Hemos vivido una temporada atípica no exenta de dificultades, pero adaptándonos a las circunstancias y con estrategias comerciales certeras la hemos sobrellevado. Hemos compensado la pérdida de clientes internacionales en parte con el mercado nacional. Preocupa que nuestros principales mercados emisores, el alemán y el inglés, hayan bajado varios puntos porcentuales en número de visitantes respectivamente en lo que llevamos acumulado de año. Hoy estamos orientados hacia un crecimiento cualitativo, apostamos por la diferenciación y no por el precio. En definitiva, buscamos crecer en valor y no en volumen. Cuesta mantener el tirón en un escenario de complejidad, pero creo que los empresarios hoteleros estamos apostando por mantener un modelo de calidad, éxito y generador de empleo.

Los factores externos que más nos afectan son el resurgir de destinos competidores del Mediterráneo oriental con ofertas muy agresivas, subvencionando billetes de avión y con costes operacionales con los que no podemos competir, la incertidumbre en las negociaciones del Brexit, la devaluación de la lira turca, el incremento de la oferta de alojamiento no reglada con la que competimos en clara desventaja porque operan fuera del sistema, la subida del precio del petróleo que encarece el coste del viaje. También y de manera muy clara nos afectan todos los déficits internos que arrastramos como comunidad, que son muchos. En lo que a servicios públicos se refiere el inicio de temporada fue nefasto, por ejemplo las autorizaciones para instalaciones de playa, servicios de socorrismo, limpieza, etc., la inexistente gestión de los flujos de personas, la falta de mantenimiento de servicios básicos, el deficiente transporte público etc.

Es necesario hacer balance, por parte de todos los involucrados en la actividad turística, para evaluar resultados y, enlazando con el alargamiento de la temporada, es preciso que los servicios se planteen como una rueda de trabajo continuo, no que paren y arranquen cada seis meses como se hacía antes. Con la experiencia pasada, debemos mirar hacia delante y valorar las mejoras necesarias a implementar desde lo público y lo privado con el fin de que no se reduzcan las cotas de bienestar y seamos más eficientes en la gestión de nuestros recursos naturales, buscando la sostenibilidad social, económica y medio ambiental.

¿El Govern ha hecho bien en crear campañas con el fin de alargar la temporada?

Las campañas de promoción segmentadas y optimizadas son necesarias y útiles. Desde el sector hotelero hace tiempo que estamos en la línea de alargar las temporadas promocionando otros productos, pero no podemos olvidar que si el segmento familiar que nos visita principalmente en temporada alta se resiente, como ha empezado a suceder este verano, quizá habrá que aplicar campañas de estímulo.

No obstante, de poco sirven los recursos invertidos en campañas de imagen si los visitantes que llegan a Mallorca perciben una realidad distinta a la que vendemos, con servicios esenciales que fallan con ejemplos clamorosos como los vertidos de las depuradoras y el consecuente cierre de playas, la mala gestión de los flujos turísticos que desemboca en mensajes negativos de saturación o las tibias condenas a las manifestaciones antiturísticas que son un insulto para quienes ya nos han elegido para disfrutar de sus vacaciones o que hacen que los potenciales visitantes no se sientan bienvenidos y opten por otros destinos. Todo está ligado y forma parte de una cadena y por ello hay que poner el mismo cuidado en unas acciones y otras.

Nosotros pensamos que lejos de suscitar enfrentamientos y crispación en torno a los límites o a la capacidad de carga del territorio y los recursos de la isla lo que hay que hacer es análisis y gestionar mejor, con más eficiencia y con buena planificación para lograr que tanto residentes como visitantes disfrutemos de todo lo bueno que tenemos en Mallorca.

El impuesto turístico ha sido rechazado por algunos hoteleros, pero finalmente se ha visto que repercute positivamente en los ciudadanos y el entorno…

Esta es una afirmación que usted hace y que no comparto en los términos que plantea. ¿Realmente hemos visto una repercusión real y palpable de los fondos del impuesto? Desde luego, este año más que nunca, con la duplicación de la cuantía del impuesto, quienes la pagan se preguntan a qué se han destinado los recursos porque no se evidencia por ningún lado. Los clientes no han notado nada, ninguna mejora pese a pagar el doble y me atrevería a decir que la inmensa mayoría de residentes tampoco lo han percibido. De hecho, desde múltiples fuentes y sectores se reivindica la escasa gestión realizada y el poco acierto en la elección del destino de los recursos. Tanto es así que en la Comisión del ITS todos los colectivos que están participando votaron en contra al considerar que esta recaudación no se gestiona adecuadamente ni con la participación debida. Si el GOB, Amics de la Terra, ASAJA, CAEB, etc. tuvieron unanimidad en el posicionamiento es indicativo de que la Administración se ha quedado sola en ciertos planteamientos y debería corregir algunas dinámicas al respecto. No se trata de un impuesto ni ambiental ni ecológico, pues no persigue alterar las conductas de los agentes en un sentido favorable al medio ambiente. ¿No cree que es una incongruencia recaudar un impuesto denominado ‘sostenible’ cuando son incapaces de gestionar de una forma sostenible las depuradoras? ¿Es sostenible el nivel de fugas que tenemos en la red de agua potable?

¿A qué nuevos retos se enfrenta el sector hotelero de Balears?

Tenemos retos a nivel interno como lograr que haya un pacto en la comunidad con todas las fuerzas políticas para desarrollar un plan estratégico con visión a largo plazo que contemple la transversalidad del turismo y que permita mejorar en aquellos aspectos que generan externalidades. Hay que trabajar en la diversificación económica de la comunidad pero eso no implica potenciar sectores a costa de otros sino que muchas veces pueden ser complementarios. Necesitamos mejorar la productividad y competitividad de las empresas y trabajar en profundidad la formación de los trabajadores en activo y de los futuros trabajadores. Tenemos que crecer pero crecer bien, generando más valor y no más movimiento. Creo que adecuar las infraestructuras y dimensionarlas a largo plazo es importante para nuestra comunidad. Tenemos que ser ambiciosos en las aspiraciones pero no dejar de tener los pies en el suelo y exigir que las necesidades básicas estén bien cubiertas.

Alquileres vacacionales y hoteleros, ¿es posible que lleguen a ser aliados en un futuro?

Lo cierto es que desde el sector hotelero ya hace algunos años que estamos trabajando en términos de sostenibilidad y preocupados por la capacidad de carga del territorio. En los últimos 15 años, hemos crecido apenas un 2% en plazas. Creo que en estos momentos hay una amplia conciencia de la necesidad de preservar el territorio y recursos y por ello abogamos por la contención. Si tuviéramos la oportunidad de hacer las cosas dos veces quizá cambiaríamos algunas de las que se hicieron en su momento por falta de planificación o por ir creciendo a un ritmo muy rápido. Por ello, no puedo entender que la perspectiva que aporta echar la vista atrás no haga que se reflexione más profundamente hacia dónde queremos ir y se permita un auge desmesurado del alquiler turístico.

El alquiler turístico vacacional, bien regulado, con un techo de crecimiento, con estándares de calidad definidos como los que tenemos nosotros (decreto de clasificación), con todas las licencias preceptivas y cumpliendo con toda la normativa reguladora pueden coexistir, como han hecho durante años con la actividad hotelera.

El problema se produce cuando irrumpen en el mercado modelos de negocio impulsados esencialmente por plataformas tecnológicas que comercializan propiedades o servicios que operan fuera de la legalidad e incentivando la economía sumergida, algo que va en detrimento de todos los ciudadanos, y cuando no se ponen los mecanismos y controles suficientes para atajar ese crecimiento exponencial.

¿Usted también cree que la imagen de los hoteleros no mejorará nunca en estas islas?

¿Usted no cree que la sociedad ha percibido el valor de pertenecer a una comunidad turística que ha sido capaz de capear mejor la crisis que otras regiones donde el turismo no está tan desarrollado? Pienso que aunque siempre existirán voces que intenten etiquetar al hotelero o encasillarlo en un perfil concreto, la realidad se impone y las cosas se están haciendo bien. Yo creo que al igual que en La Rioja se está orgulloso de los vinateros, en Balears, si se dejarán de lado clichés y se conociera mejor al empresario hotelero, las dificultades por las que pasa, los riesgos que asume y las acciones de responsabilidad social corporativa (RSC) que muchas veces desarrolla sin darles visibilidad, algunas opiniones cambiarían. Yo estoy orgullosa de ser empresaria, de ser hotelera y de tener la responsabilidad de representar a un sector que con sus aciertos y errores ha contribuido al progreso de nuestra tierra y de nuestra sociedad y que está comprometido en seguir haciéndolo.