El vicepresidente económico es la discreción personificada, tanto que a veces parece que ni siquiera tenemos vicepresidente económico. Pero 'haberlo hailo', bien los saben los ministros a los que enmienda la plana en cuanto se salen del carril por el señalado. Ahora mismo nadie sabe si Zapatero está haciendo la política económica de la que hablo en sus años de oposición u otra. Y es que Solbes tiene la inmensa habilidad de no llevar la contraria a lo que otros socialistas escribieron en el programa electoral y haciendo al tiempo lo que cree que debe de hacer. Lo que no hace es polemizar, ni decir que lo que otros propusieron está mal. Y así nadie se puede enfadar con él.

De vez en cuando alguien le pregunta si lo que hace o dice no es contradictorio con el programa y él, muy serio y convincente, asegura que no, pero que en estos momentos hay que hacer las cosas de determinada manera sin que eso signifique que no se haga o se vaya hacer todo lo contrario.

Zapatero acertó fichando a Solbes, lo mismo que acertó con el nombramiento de María Teresa Fernández de la Vega. En mi opinión los vicepresidentes son lo mejor del Gobierno.

Solbes le cubre a Zapatero el flanco económico que no es moco de pavo. Cuando los empresarios y los banqueros supieron que Pedro Solbes se iba a encargar de las cosas de la economía se tranquilizaron, porque algunos veían muy verde a Zapatero, y Solbes era una garantía de que el Gobierno no iba a dar saltos en el vacío. Pedro Solbes es un político con prestigio nacional e internacional, solvente en lo suyo, y con la inmensa virtud de no molestar.