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Opinión

Las formas pierden a las futbolistas en su órdago a Vilda

El fútbol femenino frena su progresión con la revuelta de quince jugadoras, entre ellas Mariona y Patri, contra el seleccionador, ataque razonado de forma ambigua

Patri Guijarro y Mariona Caldentey, en un partido con la selección. Reuters

Todas las partes salen perdiendo en el conflicto que mantienen las futbolistas internacionales, quince en concreto, -todas menos las del Real Madrid- con la Federación que preside el siempre polémico Luis Rubiales. Y, sobre todo, el fútbol femenino, que frena de sopetón su progresión. Se ha metido solo en un nuevo follón, que no hace más que desviar la atención de lo que realmente importa: que el equipo es competitivo y que es capaz de ganar a cualquier rival. Primero fue el conflicto por el calendario, después los derechos de televisión y, hasta hace un par de semanas, los sueldos de las árbitras. Faltaba que quince jugadoras, entre ellas las mallorquinas Mariona Caldentey y Patri Guijarro, la tomaran con el seleccionador y renuncien a ser convocadas si Jorge Vilda no cambia su método de trabajo, anticuado según ellas y que les impide progresar.

El problema de las futbolistas

es que no se han sabido explicar, o lo han hecho rematadamente mal. Primero, por ventilar un caso al que se le debería haber buscado solución de puertas adentro. Es aquello de que los trapos sucios se lavan en casa, ¿les suena? Lo que han hecho ha sido redactar una carta pública en la que poco menos que piden la cabeza de su entrenador sin explicar bien a las claras el motivo, o los motivos. Parece claro que renuncian a la selección y exigen la salida del técnico, pero después resulta que no, que ni lo uno ni lo otro, en un marasmo que ha adquirido dimensiones siderales. 

La Federación también tiene culpa

por no haber sabido frenar a tiempo el conflicto. Desde el primer momento deberían haber escuchado a las jugadoras, atender sus problemas y actuar si se diera el caso. Pero ha sido incapaz. Ahora se encuentra en un callejón sin salida. Rubiales no puede destituir a Vilda porque sería dar la razón a las jugadoras. Con el Mundial del año que viene a la vista, el caso parece enquistado, y lo único claro es que todos salen perdiendo.            

Sarver ya es historia en los Suns.

Como era de esperar, el propietario, o lo que sea, del Mallorca, no ha podido aguantar la presión mediática y el pasado miércoles anunció que pone a la venta las acciones del Phoenix Suns. Las graves acusaciones de la NBA, reconocidas por el propio interesado, han pesado demasiado en la reputación de un personaje repudiado en su país. No aquí, que poco menos que solo falta que la clase política le haga la ola. La desafortunada frase «una cosa es el Mallorca y otra Sarver» para justificar la millonaria y generosa aportación del Consell a la entidad mallorquinista pasará a los anales de la historia. Una historia que no ha escrito, ni de lejos, su último capítulo.

Una despedida entrañable.

Todavía resuenan los ecos de la emotiva despedida a Roger Federer el pasado viernes en Londres. El que posiblemente haya sido el jugador más elegante que haya pisado nunca una pista de tenis obtuvo el reconocimiento mundial a una carrera inigualable. Y Nadal fue testigo de excepción de un día que pasará a la historia del deporte.

Atlético Baleares, tres de quince.

Esto no ha hecho más que empezar y el equipo de Jordi Roger ya está en problemas. Tras cinco jornadas, no conoce la victoria. Suenan las alarmas.

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