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"La madre del piloto": Cinco años después de la partida de Luis SalomBernardo Arzayus

"La madre del piloto": Cinco años después de la partida de Luis SalomBernardo Arzayus

Entrevista

«No he vuelto a ver una carrera"

La progenitora del piloto mallorquín rompe su silencio cuando se cumplen hoy cinco años de su fallecimiento durante los entrenamientos del Gran Premi de Catalunya

Maria Horrach vivió hoy, hace justo cinco años, la peor pesadilla. Su hijo Luis Salom, piloto de Moto2, falleció tras un accidente en la curva 12 del Circuito de Montmeló durante los entrenamientos libres del Gran Premi de Catalunya. Solo tenía 24años. Su madre recibe a DIARIO de MALLORCA en su casa de Inca para honrar la memoria del talentoso deportista palmesano, tan carismático y querido dentro y fuera del ‘paddock’, un lustro después de su marcha. Confiesa que todavía no puede hablar de lo que pasó aquel 3 de junio de 2016 y pide a este periódico evitar la pregunta.

¿Por qué ha decidido hablar ahora?

Todo tiene un proceso. Después de una pérdida tan terrible necesitas tiempo, en mi caso necesitaba encontrar mi sitio de nuevo y recuperar algo de fuerzas para poder hacerlo. ¿Por qué lo he hecho? Han pasado cinco años, me veía preparada y tenía una deuda importantísima con todos vosotros, por cómo tratasteis siempre a Luis, no solo cuando estaba, sino también cuando se marchó. Siempre nos tratasteis con respeto y un cariño enorme, nunca me habéis pedido nada, habéis respetado mi silencio y dolor y sentía que tenía una deuda muy grande con vosotros.

Estos días deben ser los más difíciles del año.

En realidad cada día es difícil. Levantarse cada día es complicado, pero hay una serie de personas en mi vida, como son mis hijos, mi nieto y, por supuesto, mi marido por las que me tengo que seguir levantando cada día. ¿Qué tiene de particular ese día? Tengo que intentar no retroceder a aquel día, no volver a sentir aquel dolor tan terrible que sentí en aquellos momentos, luchar para intentar que sea un día más, porque ya me tocó vivirlo en aquellos momentos y no es justo para mí estar reviviendo cada momento, cada instante de aquel día. Intento que sea un día tranquilo, en paz, rodeada de los míos, es un día en el que brindamos cada año por el regalo que nos hizo la vida, no me meto en una cama a llorar. No lo he hecho nunca. Brindo por la vida maravillosa que Luis nos regaló.

¿Encuentra el consuelo en algo?

Sí, claro. Lo encuentro en su recuerdo continuo, en todo el que le conoció. Es fácil cobijarse en su recuerdo y sentir de nuevo esa alegría que nos proporcionaba, ese amor que desbordaba siempre.

Maria Horrach, durante la entrevista con este diario. | GUILLEM BOSCH

Su familia dejó la casa en la que residían con Luis en Palma para instalarse en Inca.

Aquí he encontrado lo que buscaba. No se trata de un tema de recuerdos porque siempre están, sino de sensaciones que tenía en aquella casa. Hay personas que necesitan quedarse a vivir en el mismo sitio donde han compartido tantos años con sus seres queridos, en mi caso esas sensaciones eran muy dolorosas. No sé si con el tiempo hubiera aprendido a vivir con eso, pero tuve la necesidad de huir de esa casa, huí y me refugié.

En su domicilio tiene muchas fotos de su hijo.

Es que está en cada rincón de la casa, es como si estuviera mirándome. Voy hablándole, le cuento cosas, mentalmente, claro. Es como si, de alguna manera, aquí dentro estuviera su esencia, eso que nos ha dejado a todos. Pero verle en las fotos me gusta. Y tengo que decir que tardé mucho en poner fotos de Luis, no podía al principio. Y poco a poco fui llenando la casa, tampoco quise convertirla en un altar porque a él no le hubiera gustado. Era un tipo elegante. Lo fui componiendo a mi manera pero pensando que a él le hubiera gustado.

¿Cómo es su día a día?

Es muy simple. Soy como cualquier ama de casa que cuida a su familia, y en especial de nuestro hijo Jaime, que tiene unas necesidades especiales y también es una razón muy importante para vivir.

¿Sigue las carreras del Mundial de motociclismo o sigue la actualidad de la competición a través de los medios?

No he vuelto a ver una carrera, lo que no significa que no me interesen según qué personas que trabajan en ellas. Allí dejé gente maravillosa que eran parte de la familia porque pasábamos más de la mitad del año con ellos, pero no he necesitado volver porque son ellos los que han acudido a mí. Se han desplazado, pese a que vivimos en una isla, para venir a vernos. No he vuelto a pisar un circuito. Sigo en contacto con muchas personas a las que quiero, eran compañeros de mi hijo y le querían. No sigo las carreras en particular, sé cómo van porque no me he desconectado de ellos, pero siempre a través de teléfono o las redes sociales. No he vuelto a poner la tele para ver una carrera, no podría soportarlo porque me haría sufrir mucho. No es por nada, es que esa etapa terminó para mí el día que Luis se marchó.

La afición conocía cómo era Luis dentro del circuito y lo que transmitía fuera de él, pero ¿cómo era Luis sin estar sobre la moto?

Estaba su faceta como piloto, que es la que conocemos todos, pero todo el que consiguió acercarse a él conoció al mismo Luis que era en casa. Era una persona amable, atenta, cercana, humilde y, sobre todo, su principal cualidad es que era carismático. Desprendía algo que atrae a la gente, era de esas personas con la que te sentías a gusto porque transmitía algo muy especial. Está mal que lo diga de mi hijo, pero es que era la realidad. Y eso se ha demostrado en estos años porque la gente sigue recordándole. No hay día que no reciba a través de las redes sociales o el teléfono un mensaje de alguien que se ha hecho un nuevo tatuaje de Luis, o que quiere compartir una foto o un recuerdo de él, o que el número 39, que era el suyo, le ha traído suerte para algo. Ha sido un no parar en estos años y eso ha sido una ayuda muy importante. Esa gente sin saberlo me ha ayudado a sobrevivir en esta situación, porque son cosas que te acarician el alma herida.

Con la tradición que hay en la familia Salom. ¿Era inevitable que Luis acabara siendo piloto?

No lo veo así. Tengo dos sobrinos más que no se han dedicado a las motos y mis otros hijos, tampoco. ¿Por qué Luis se hizo piloto? Pues no sé qué decirle. Lo que sé es que mi marido con dos años ya le subió a una moto. Y confieso que al principio yo no estaba de acuerdo, pero esa insistencia, ímpetu y constancia que tenía Luis me acabó convenciendo. ¿Me arrepiento? Pues no, porque era su vida, lo eligió él. Nadie le inculcó eso, fue él solo el que nos iba a estirando a nosotros, nunca le forzamos a que se subiera a una moto. No era nuestra intención que llegara donde llegó, empezó todo como un juego pero él sí que tenía claro que su propósito era llegar. No llegó a lo más alto, que era su objetivo porque la vida no se lo permitió, pero dejó una gran legado.

Llevaba una trayectoria clara para llegar a MotoGP.

No puedo hablar de cosas que no han pasado, pero sí que había buenas perspectivas.

Siempre desprendía felicidad sobre una moto.

Luis dijo una vez que si volviera a nacer volvería a ser piloto, con esto te lo digo todo. Le daba la felicidad. Recuerdo el entusiasmo con el que preparaba los entrenamientos para irse con su padre al circuito Renn Arena de Llucmajor. Disfrutaba como una bestia. Cuando acababa una carrera, que normalmente están muy cansados, se me acercaba y me decía ‘me volvería a subir sobre la moto, mamá. He disfrutado como un animal con la remontada que he pegado’. No se cansaba nunca.

Luis era de los pilotos más sociables del ‘paddock’.

Es que era imposible salir a tiempo de los circuitos, yo muchas veces ya no podía más. Desde la seis de la mañana estábamos ahí y se iba parando por todos los sitios para hablar o le paraban a él, pero no se cansaba nunca de estar ahí, era su mundo. Por eso no puedo tenerle odio ni rencor a ese mundo. Estaba como pez en el agua. Era su vida. Y te digo una cosa más. Luis sabía perfectamente lo que había hecho cada piloto en cada entreno. Si le preguntabas al azar de cualquier carrera o de cualquier año, se lo sabía todo como una enciclopedia. Ya era muy pequeño y devoraba las revistas de motos. Le encantaba ver vídeos antiguos sobre carreras y la historia del motociclismo. Siempre era un gran investigador de lo que pasaba en pista, buscaba por qué pasaban las cosas.

Usted era la sombra de Luis también en los circuitos.

Fue la vida la que me dio la oportunidad de poderlo hacer. Yo dedicaba la vida a mis hijos, mi marido trabajaba muchísimo para que no nos faltara de nada, y llegó el momento que esto se puso serio, que se había convertido en una profesión y no en una afición. Mi marido no podía perder tantos días de su trabajo por los viajes a los circuitos porque había un negocio -Motos Salom – que llevar adelante. Sin darme cuenta me vi envuelta en esa historia y a Luis le encantaba que le acompañara, por supuesto que su padre también, pero al final fui yo la elegida. Nunca tuvo ningún pudor de ir siempre con su madre por todo. Y hoy, viéndolo todo en perspectiva, lo único que puedo hacer es darle las gracias a mi hijo por el regalo tan grande que me hizo, de poder compartir toda aquella vida que me regaló, que fue algo increíble y que hoy, después de cinco años, sigue alimentando todo mi ser.

El pasado fin de semana volvió a ocurrir una desgracia con la muerte de Jason Dupasquier.

Prefiero no hablar de este tema.

Luis Salom, con el mono del SAG Racing Team.

Después de todo, ¿ha llegado a odiar al motociclismo?

Odio no es la palabra porque sería odiar todo lo que amaba mi hijo, eso es imposible. Momentos de rabia, de no entender por qué pasó, sí, pero odiar, no. De hecho, que no haya vuelto a ver una carrera no tiene nada que ver con el odio ni el rencor, sino es para protegerme. No quiere decir que pase un tiempo y a lo mejor me vuelta a sentar delante de la televisión para verlas, pero ahora no estoy preparada.

Desde hace cinco años ha habido muchos gestos de recuerdos hacia su hijo en las carreras.

Hay unos cuantos pilotos que se acuerdan de Luis, pero no diré sus nombres. Y si leen estas líneas les quiero agradecer el apoyo que me han dado estos años porque siguen llamándome, me han venido a visitar. Es el legado que me dejó Luis. Y no solo de los pilotos. Ellos no lo saben pero ha sido muy importante también gente que no conozco y, por supuesto la que conozco, para no dejarme caer. Hay amigos personales de Luis que han continuado ahí, me han dado un empujón, por ejemplo, para tener la iniciativa de hablar hoy con vosotros. El paso del tiempo no hace desvanecer ese cariño que sentían por él.

¿Le ha decepcionado alguien?

Eso me lo guardo para mí.

"¿El accidente? Pasara lo que pasara, lo único que puedo decir es que Luis no va a volver"

¿Cómo afronta que los medios de comunicación sigan hablando del accidente de Luis?

Cada uno pudo sacar sus conclusiones, yo tengo la mía y me la quedó para mí. Pasara lo que pasara, lo único que puedo decir es que Luis no va a volver. Y que nada, ni nadie, va a conseguir que vuelva. Entonces todo lo que me causa dolor, lo aparto. Sufrir para no encontrar la recompensa que busco, no me merece la pena, está apartado.

¿Cómo mira hacia el futuro?

Una de las primera cosas que pasan por mi cabeza en aquellos malditos instantes fueron mis hijos. No hubiera sido justo para mis hijos, además de haber perdido a un hermano, perder también a una madre. Encontrar a una madre derrotada, destrozada por el dolor, y que no se pudiera levantar de la cama, que sinceramente, al principio era lo que tenía ganas de hacer, dormir y no pensar. Pero no lo hice. Tuve un pilar muy importante que es mi madre. Cada día me decía ‘vamos, que te necesitan’. Y eso fue de los principales motores que me hizo salir adelante, siempre con la compañía de mi marido, apoyándonos el uno con el otro. Porque José Luis y yo tenemos en común el amor por nuestro hijo y el dolor por su pérdida. Y eso es un vínculo muy grande. Juntos hemos podido avanzar con nuestra familia. Luis no hubiera querido vernos caer, eso lo tengo claro. Siempre quería vernos felices, la familia era algo importantísimo para él. Vivía con nosotros y no había una sola comida o cena que no nos muriéramos de la risa con él, a carcajada limpia. Nos vino a dar felicidad y a enseñarnos que teníamos que seguir en esa línea, que no podíamos abandonar la línea marcada. Vino a este mundo a darnos regalos, no nos podíamos cobijar en el dolor, en todo lo que nos había regalado a lo largo de su vida, fue corta porque se marchó con 24 años, pero fue tan intensa, fueron tantos los regalos... Nos hizo crecer tanto como personas que me quedo con eso.

¿Se han prohibido su marido y usted hablar de lo que pasó?

No, para nada. Hablamos todo lo que nos surge. No tenemos límites y si me apetece hablar de aquel día, él me escucha, por muy duro que sea. No me cobijo en aquel día. Lo tuve claro desde el día que hizo un año, no es justo que me castigue retrocediendo y volviendo a sentir el terror que sentí ese día. Hoy lo que tengo que hacer es dar gracias a la vida por el regalo que nos hizo Luis. Nuestra vida no ha vuelto a ser la misma, hay un antes y un después, está claro, pero nos alimentamos de todo lo que nos regaló para continuar. Hace casi cuarenta años que nos conocemos y solo nos hemos separado para acompañar a nuestro hijo, siempre en conexión el uno con el otro.

¿Cómo lo ha hecho para transmitir tanta fortaleza?

Cuando Luis se marchó tomé una actitud que creo que fue la más correcta, que es que me desconecté absolutamente del mundo. Durante más de medio año no se puso la tele en casa, no se miraron redes sociales ni publicaciones, tuve gente que recapituló lo más bonito que se hizo en los periódicos, lo guardé en un cajón y cuando esté preparada lo miraré. Poco a poco me fui conectando, vi alguna serie de televisión y estas cosas y fue cuando me di cuenta del cariño tan enorme que se le tenía a Luis.

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