«Lo más normal es que a medida que vaya pasando la competición seamos un mejor equipo porque la plantilla es nueva y los jugadores son jóvenes y están en formación». Nadie podrá acusar al Palmer Alma Mediterránea Palma de no haber avisado. Estas palabras en verano de Pepe Laso, responsable de metodología del club e histórico entrenador en la elite nacional, solo necesitaban tiempo. O al menos eso es lo que parece a tenor de la trayectoria de los mallorquines.

El panorama se ha despejado sustancialmente respecto a los nubarrones que amenazaban con descargar mucha lluvia sobre el Palau d'Esports de Son Moix. Las últimas tres victorias consecutivas han inyectado mucha autoestima a un grupo que la necesitaba después de un inicio que despertó muchas dudas. Vencer en la pista del Covirán Granada (63-70), uno de los ‘gallitos’ de la competición, Murcia (77-72) y Canoe (100-99) ha sido un alivio.

El problema no residía en la falta de actitud de los jugadores en la pista, ni siquiera en los entrenamientos, ni mucho menos, pero a la hora de la verdad se notaba su bisoñez como conjunto. Errores en los pases, precipitaciones en los tiros y defensas blandas lastraban demasiado a un equipo que necesitaba regularidad en su rendimiento, no solo a ratos. Sin embargo, los técnicos Pau Tomàs y Álex Pérez no titutearon en su discurso, tanto en público como en privado. Ni siquiera cuando acumulaban cinco derrotas, por solo un triunfo, que les dejaban en la cola de la LEB Oro, y después del mazazo que supuso caer con estrépito frente al Almansa en casa (73-97). Aquel encuentro fue para olvidar, un palo en toda regla, pero sirvió como punto de inflexión. Los preparadores reclamaban fe y paciencia, y el tiempo les ha dado la razón.

El Palmer Palma defiende mejor, aunque su margen de crecimiento es enorme, y en ataque aprovecha mejor sus virtudes. Sin embargo, no hay que engañarse. El salto en el rendimiento de sus principales jugadores es lo que ha marcado la diferencia en las últimas semanas. Kullamäe, Jawara, Harrell y Jacobo Díaz tiran de un equipo que les necesitaba como el comer. Son indiscutibles, aunque otro de los retos que se le presenta a los entrenadores es que cuando estén descansando se note lo menos posible. Elevar las prestaciones de la ‘unidad B’ se antoja imprescindible. El Palmer Palma no tiene las rotaciones de algunos de sus rivales, eso es evidente, pero debe tratar de que eso influya lo menos posible en la dinámica de los partidos cuando sus líderes descansan en el banquillo. Ahora son quintos, con un partido menos tras haberse suspendido por positivos en la plantilla, pero con ganas de ir a más. El Bàsquet Girona, este domingo a las 12:30, es la siguiente estación. No hay tiempo que perder.