El partido más importante de la temporada, como definió Caparrós el encuentro de ayer ante el Sporting, se resolvió de la peormanera, con derrota del Mallorca, la primera con el técnico sevillano en el banquillo, y que, después de tres empates, agrava, y de qué manera, la situación de un equipo que parece caminar a la deriva. El grupo de Caparrós se vino incomprensiblemente abajo tras el gol de Castro al cuarto de hora. Dejó que su rival llevara el peso del partido y le acabó dando la vuelta en una segunda parte en la que fue netamente superior a los rojillos.

Además del resultado, lo peor es la imagen de impotencia ofrecida ante un equipo de ´su´ liga. Si ante el modestísimo Sporting, que hasta ayer solo había ganado un partido, hizo tan poco, qué hara cuando visiten Palma rivales de postín, el próximo el Sevilla. Para ponerse a temblar. Caparrós, que como no podía ser de otra manera, llegó con un discurso ambicioso, empieza a saber dónde se ha metido. En un club con problemas institucionales eternos y al mando de un equipo limitado en todas sus líneas, sin nadie que lleve la voz cantante.

Tras la imagen de equipo ultradefensivo ofrecida el pasado domingo en el Calderón, el conjunto rojillo entró al terreno de juego enchufado, decidido a ir a por la victoria desde el primer minuto. Y es que delante tenía a un equipo que, como el Mallorca, está condenado a sufrir hasta la última jornada para conservar la categoría.

En el banquillo Víctor, y con Alfaro en el papel de segundón, Caparrós colocó a Nsue como segundo delantero, detrás de Hemed, lo que permitió la entrada de Pereira por la banda derecha. Pareció un acierto. Nsue es la versión más sacrificada del equipo, la del jugador dispuesto a partirse la cara con quien sea si es en beneficio de sus compañeros. Negado de cara al gol, lo busca desesperadamente. Y si falla, como cuando a los dos minutos el balón se le fue fuera por milímetros, mejor que nadie se le acerque. Lo malo de Nsue es que desaparece con el paso de los minutos. Pierde fuerza, y sin ella, es un jugador vulgar.

En la primera parte el equipo se sostuvo gracias a Castro. El jugador abúlico, pasota, el que parecía que la película no iba con él, se ha convertido, por obra y gracia de Caparrós, en el futbolista con una calidad que se presuponía y que por estos lares se ha visto con cuentagotas. El uruguayo, que finaliza contrato a final de temporada, fue protagonista en todas las jugadas de ataque del equipo. Remató y centró siempre con sentido. Y al cuarto de hora obtuvo premio al cabecear un medido centro de Pereira desde la banda derecha. Después de mucho tiempo, se siente importante, y el equipo lo nota. Tiene calidad de sobra para ser el líder del equipo. Solo hace falta que se lo crea.

Con el gol en contra, al Sporting no le quedó más remedio que estirarse.Llevaba el control del partido, en parte porque al Mallorca ya le iba bien, pero no se acercaba con peligro al área de Aouate. En la única ocasión, al filo del descanso, y de forma muy poco deportiva, Barral devolvió una pelota que había tirado fuera el Mallorca para atender a un lesionado y que casi introduce en la portería de Aouate. Se armó una, y hasta Caparrós y Preciado se encararon.

El empate llegó a los cuatro minutos de la reanudación. Lora se fue de Bigas y centró a Bilic, que saltó más que Cendrós y un desafortunado Joao Víctor, central por obra y gracia de Caparrós mientras Crespí contemplaba impotente el partido desde el banquillo. La puntilla llegó un cuarto de hora después cuando el brasileño se introdujo el balón en su portería en un centro de De las Cuevas. Era el 1-2. Llegó la desesperación y la impotencia de los jugadores rojillos, que atacaron sin sentido. Hemed y compañía reclamaron un par de penaltis, pero no cada día va a ser fiesta para el Mallorca. El Sporting, con un mínimo de orden y control en el centro del campo, se llevó los tres puntos ante un Mallorca para el que la derrota de ayer no es una más. Un golpe muy duro. A ver cómo salen de ésta.