El momento más esperado de la semana, no por su importancia sino por el morbo que despertaba, se saldó con una sonora pitada. Casualidad o no, Gregorio Manzano esperó a la finalización del minuto de silencio para saltar al césped y dirigirse al banquillo de su izquierda, el del visitante, en el que menos se ha sentado en su vida. En aquel instante los decibelios aumentaron sustancialmente.

La siempre tranquila hinchada mallorquinista descargó su ira con virulencia en una de esas ocasiones que se ven pocas veces por estos lares. Y eso que es el preparador que dirigió al equipo que conquistó la Copa en 2003, sin ir más lejos. La expectación mediática era máxima e incluso la seguridad privada del club protegió, aunque no se sabe de quién, al técnico del Sevilla. Lo difícilmente entendible es que sobre el césped solo había fotógrafos y cámaras de televisión que pretendían cumplir con su obligación, poco más. Manzano fue el hombre del partido, aunque eso ya se sabía desde hace muchos meses, aunque las numerosas pancartas que lucieron las gradas así lo reflejaban.

Pero eso ya desde dos horas antes se empezó a notar en el Iberostar Estadio. Por extraño que parezca, el de Bailén unió ayer a la afición del Real Mallorca. La paella organizada por la Federació de Penyes en su ´honor´ resultó un éxito rotundo ya que se sirvieron 1.500 raciones, medio millar más de lo previsto, regadas con cien litros de sangría. El ambiente previo fue una auténtica fiesta que no se hubiera producido si el ahora técnico del Sevilla no hubiera utilizado un ejemplo para explicar la baja asistencia a Son Moix. "La gente, cuando hay un partido a las cinco de la tarde está comiéndose todavía la paella", declaró en enero de 2010. Pues ayer la disfrutaron, pero de noche.

Uno de ellos no se lo pensó dos veces cuando fue preguntado por la opinión que tiene de Manzano. "No me gustó nada lo que dijo sobre la paella, somos una afición pequeña, pero muy digna", señaló Albert Cruz, abonado 898. "Lo que no puede hacer este hombre es morder la mano que le ha dado de comer, y muy bien, todos estos años", afirmó, refiriéndose a la denuncia presentada por el exentrenador contra la entidad y que tiene como finalidad cobrar lo que se le adeuda.

Su compañero de asiento desde hace cuatro años en Son Moix, Alberto Benito, abonado 1.262, lo tenía claro. "Le voy a pitar porque no fue sutil con la afición, es como si sintiera cuando estaba aquí que el Mallorca era un club demasiado pequeño para él", afirma. "Eso sí, aunque con el tema de la cantera fue un desastre, hay que reconocer que deportivamente hizo un buen trabajo", subrayó. "Para mí es un entrenador más de la historia del club, ha hecho unos años muy buenos, pero no tiene el carisma de Luis Aragonés o Héctor Cúper. Yo no le pitaré, pero tampoco le aplaudiré, me genera indiferencia", señaló el abonado Toni Perelló. Fue de los pocos que no lo hicieron.