El fútbol no morirá nunca mientras el pez chico sea capaz de comerse al grande. Con todo en contra, tanto en el terreno de juego como fuera de él, con siete debutantes en uno de los templos sagrados del fútbol, el Mallorca conquistó ayer un empate memorable, un punto para enmarcar. Delante, el multimillonario Barcelona, el campeón, el equipo que recoge todos los premios –Messi, antes del partido, el último– y todos los elogios. Pero éstos se los robó ayer el equipo de Laudrup, que en una sublime actuación coral consumó una gesta que tardará tiempo en olvidarse.

De una goleada del Barcelona que hubiera sorprendido a muy pocos tras la primera parte, se pasó a una segunda en la que el Mallorca entró al campo transformado. Todos los defectos del primer acto, y fueron muchos, se convirtieron en virtudes. Fútbol solidario, entrega al máximo desde el primero al último y pegada arriba. Este fue el Mallorca que se vio en la segunda parte.

En la primera, el equipo rojillo exhibió los mismos síntomas que frente al Sporting y Athletic. Muy blandos en todas las líneas, sin la más mínima posesión del balón y carencia de juego por las bandas. Un fútbol desesperante. El gol del Barcelona tardó demasiado en llegar por lo que se había visto hasta aquel momento. El gol lo marcó Messi, cómo no, al aprovechar un gran pase de tacón de Pedro. Pudo marcar el argentino el segundo cinco minutos después, pero Aouate fue más listo en el mano a mano con el argentino. Bojan también tuvo el suyo a punto de caramelo, pero Ramis llegó a tiempo para evitar lo que hubiera supuesto la sentencia al partido.

El encuentro era un monólogo azulgrana. Los de Laudrup se desenchufaron, si es que alguna vez lo estuvieron, incapaces de replicar el impetuoso juego del rival. Desde el pitido inicial, el Mallorca se partió y cedió por todos los costados, impotente ante el temporal. El equipo rojillo no tenía orden táctico ni oficio para combatir a los de Guardiola, sino solo futbolistas. El gol de Messi retrató como ninguna otra jugada del partido el acomodamiento de unos y la voracidad de los otros. El Barça no obtenía respuesta porque el equipo rojillo se quedó mudo, expuesto a una tunda, a merced de la misericordia azulgrana.

Pero todo cambió en el minuto 41. Un pase de Cavenagui es aprovechado por Castro para protagonizar el primer tiro a puerta del Mallorca en todo el partido. Valdés, en su primera intervención, despeja el balón a córner. Lo saca De Guzmán y, entre la maraña de jugadores en el área barcelonista, aparece Nsue, que salta más que nadie para igualar un partido que cambió de forma radical. El gol dio alas al Mallorca, que a medida que pasaban los minutos se convencía de que el milagro era posible.

Transformación

Y tanto que lo era. De la endeblez de la primera parte, de jugar sólo estando pendiente de cuántos goles te van a caer, se pasó al fútbol solidario con mayúsculas. Se hace difícil adivinar qué les dijo Laudrup a sus jugadores en el vestuario durante el descanso. Pero lo cierto es que les puso las pilas. El segundo tiempo del Mallorca fue esplendoroso. Levantó la cabeza y encontró a sus generales. Por encima de todos ellos, Nsue. Gol aparte, que no es poco, se vació por su banda. Tiene carácter este chico. Algunos de sus compañeros lo pueden corroborar por las broncas que recibieron del joven mallorquín, que definitivamente se ha hecho un nombre en este equipo. El danés dio entrada a Webó por un Cavenaghi más solo que la una. El camerunés dio aire al equipo con su presión arriba y con el peligro innato que lleva en el cuerpo.

El Mallorca se sentía cada vez más cómodo sobre el terreno de juego. Todo lo contrario que su rival, que no sabía cómo echarle mano al partido. Se desesperaba Guardiola en el banquillo. Messi lo hacía en el campo, cada vez menos protagonista, queriendo arreglar la guerra por su cuenta. No lo consiguió porque la defensa rojilla, con el debutante Crespí en primera línea de combate, estuvo siempre en su sitio. El Mallorca más modesto en años consiguió ayer una gesta. El proyecto de Serra Ferrer ha arrancado con buen pie. Jugando como ayer, este equipo dará que hablar.