El Bàsquet Inca y el Palma Aqua Mágica tienen un panorama poco halagüeño, visto su presente y lo que les resta por jugar. Esta nefasta primera vuelta les ha hipotecado peligrosamente para la segunda rueda de la Liga. Eso sí, como dicen muchos entrenadores, el siguiente encuentro es una opción para empezar a salir del hoyo y, según la inexorable ´Ley de Murphy´, nada está tan mal que no pueda empeorar.

En las dos pasadas temporadas a estas alturas y sin pretenderlo, ambos hacían sus cábalas para calibrar sus opciones coperas, en ésta ya no tienen ni que molestarse. Es más, otras ocupaciones acaparan sus esfuerzos, como la cercanía del pozo para unos -Palma Aqua Mágica-, y haber dado de bruces en él para otros -Bàsquet Inca- son los principales motivos de preocupación. Cada semana ambos han buscado aliviar el saldo restante y lo único que han conseguido es agravar la factura y reducir los plazos ya que con menos de quince victorias existe riesgo de deshahucio a la LEB Plata.

Ahora faltan seis encuentros para concluir esta primera vuelta, entre los que se encuentran tres rivales muy complicados como Bruesa y CAI Zaragoza, que están en dura pugna por el liderato, y en menor medida el Ciudad de Huelva; esto si nos atenemos a la tabla, pero estos tres de manera consecutiva, por lo que tres tropezones son no sólo probables. ¿Ven como Murphy existe?

Los dos equipos mallorquines se encuentran en un pelotón de seis rezagados con 3 triunfos -Gandía, Cantabria, Palma y La Palma- y cierran Inca y Burgos con sólo dos. La clasificación ya tiene un escalón a tiro de dos hasta la duodécima plaza, que ocupa el Villa de Los Barrios. Visto lo malo, hay que ser positivos. Al Bàsquet Inca le quedan partidos con equipos de su Liga -Ford Burgos y Gandía-, los mismos que al Aqua Mágica -La Palma y Ford Burgos-. Como intermedio se deben medir ambos al Tenerife. Que cada uno vaya haciendo sus ´cuentas de la lechera´ y a ver a quién le acaban cuadrando. Pero esto es caprichoso y siempre sale el tema de las dinámicas, cuyo primer problema es cambiarla y después no perderla. Motivos para la esperanza, los hay. Se acuerdan del equipo que empezó 0-10 y ya lo daban por descendido. Con Xavi Sastre, el Inca fue capaz de sólo perder cinco partidos en la segunda fase y sumar seis triunfos consecutivos. Pero el problema es ir a contrarreloj y el factor pista ya se queda en el anecdotario. Ya no basta con ganar los encuentros de casa, hay que pescar algo fuera para respirar un año más en LEB Oro. Esta temporada ya no hay play-out, sino dos descensos directos. Y en la última jornada de la Liga regular Palma e Inca jugarán fuera, en Burgos y Gandía respectivamente.

Para el Bàsquet Inca estar abajo estaba en sus planes, aunque nadie se sienta cómodo en estos puestos. Presupuestariamente su clasificación es acorde, aunque la afición estaba mal acostumbrada a que todo saliera rodado y a no sufrir. Pero este año parece que toca. Otra cosa es que podrían haber llevado alguna victoria más ya que dos se escaparon por un punto. La política inquera es intentar salvarse sin renunciar a nada. Más difícil es lo del Palma, que ´se pensaven esmolar i han fet osques´.

El proyecto celeste estaba diseñado para cotas más elevadas. Aspirar al Gordo -el primer lugar y el ascenso directo- y han tomado la dirección contraria. El cambio de chip puede resultar complicado. Valga como ejemplo el todopoderoso CAI recién resurgido en LEB que se ilusionaba con la ACB y acabó jugando el play-out de descenso a LEB 2. En los celestes la mala racha ya ha tenido damnificados, Diego Tobalina ha perdido su puesto y otra vez Ángel Colino se pone el uniforme de bombero. El extremeño siempre ha cumplido los objetivos marcados. En Inca siguen confiando ciegamente en Abós, al menos la directiva.