Lo más sorprendente y agradable a la vez, de este Sevilla temible que hoy juega en Son Moix, no es la altísima calidad de su plantilla, sino que dos mallorquines que no fueron profetas aquí, como suele ser, se mantengan incólumes en sus puestos pese al constante aumento del nivel de sus compañeros. Pep Lluis Martí es el cerebro y motor de un equipo al que no le faltan nombres, ni figuras; David Castedo, se afianzó en el lateral y su pugna con Jonás Gutiérrez puede ser una de las batallas particulares más interesantes del encuentro, más allá del morbo intrínseco en la memoria de Arango y Javi Navarro.

Decicidamente, el Mallorca no tiene suerte. La baja de Doni llega en el peor momento para él y en el más inoportuno para el equipo, que parecía haber encontrado al hombre capaz de poner orden, concierto y serenidad en el centro del campo. Pero el fútbol, al contrario de lo que se cree, no es cosa de uno ni la competición solamente de once, pues se trata de una cita a largo plazo para amantes de la resistencia física.

Recibir al Sevilla en estas condiciones aumenta al riesgo de la visita y el éxito del Mallorca va a depender nuevamente de cómo sepa manejar su ansiedad y los tempos del partido, porque la intensidad y la concentración no sólo se suponen, sino que han de ser una autoexigencia constante de los futbolistas.

El equipo de Juande Ramos no es el menos goleado de Primera División por simple casualidad, como tampoco es fortuito el escaso poder goleador del Mallorca. Por si fuera poco, los anfitriones todavía tienen que certificar la seguridad de su defensa ante una artillería capaz que no es ni la fagocitada del Celta, ni la primitiva del Racing.

Sin embargo cada partido es una historia y la Liga, una suma de todas ellas. Circunstancial y puntualmente se originan situaciones capaces de burlar todas las teorías. De pronto uno puede encajar un gol de córner, como en Villarreal, o marcar de rebote cuando sin generar siquiera la ocasión. Son factores incontrolables, es la parte de azar que tiene el juego y que decide no pocos lances.