El día del libro y de la rosa

El exlibris de la saga 'Blackwater' causa furor en Sant Jordi

Pedro Oyarbide, autor de las portadas y las contraportadas de la adicción literaria del momento, entusiasma a los fans con el sello que ha creado para la obra del fallecido Michael McDowell

Un lector muestra el exlibris de 'Blackwater' recién estampado en 'Lluvia', la sexta y última entrega de la saga, en la librería Gigamesh.

Un lector muestra el exlibris de 'Blackwater' recién estampado en 'Lluvia', la sexta y última entrega de la saga, en la librería Gigamesh. / ZOWY VOETEN

Ramón Vendrell

Julia entró en Gigamesh con un libro muy bonito y salió de la librería especializada en 'vicio y subcultura' con un libro todavía más bonito. 'From the library of Julia Martynova', ponía grabado a presión en su ejemplar de 'La riada', el primer volumen de los seis de que consta 'Blackwater'. Pedro Oyarbide, el autor de las portadas de la saga familiar y fantástica, estampó debajo del pequeño exlibris uno mayor, este hecho con un sello de silicona y protagonizado por Elinor Caskey, Dammert de soltera, el personaje principal de la novela publicada por entregas por Michael McDowell (1950-1999) en 1983 y ahora recuperada también por entregas por Blackie Books. A mano escribió Oyarbide el nombre de la lectora y la frase 'Perdido no es un lugar seguro'.

"Solo pongo mi exlibris en los libros que me gustan mucho y sé que se quedarán en mi biblioteca", dijo Julia. Con ella estaban Montse y Ana, que van, respectivamente, por el principio del cuarto y el final del tercer tomo de 'Blackwater'. Julia, que ya ha leído los seis, ha quedado excluida de la conversación sobre la obra para evitar 'spoilers'. "Les tengo envidia por lo que les queda por disfrutar", reconoció.

Lectura comentada

Tres hurras por las lecturas comentadas con los amigos. Y cuatro por las comentadas con los hijos. Silvia le cuenta por encima lo que va leyendo de 'Blackwater' a su hijo de seis años. El problema en este caso no es que Silvia vaya por delante de su amiga Armine en la lectura de la novela. El problema es que los hijos de ambas van a la misma escuela y a la que puede el de Silvia le cuenta a Armine cosas de los Caskey que no debería contarle. "Me encanta de 'Blackwater' que todo es rarísimo pero está narrado como si fuera lo más normal del mundo", analizó Silvia.

Pedro Oyarbide, en su sesión de dedicatorias de 'Blackwater' en la librería Gigamesh, este martes.

Pedro Oyarbide, en su sesión de dedicatorias de 'Blackwater' en la librería Gigamesh, este martes. / ZOWY VOETEN

"Es como una buena telenovela sobre una familia rica y solo por eso engancha -opinó Iván-. Pero es que, además, las pinceladas sobrenaturales son la hostia". Iván acabó el lunes de leer 'Lluvia', la última entrega de 'Blackwater'.

Comentarios en redes sociales

Gislena aún tiene que empezar. Compró 'La riada' por los comentarios leídos en redes sociales, por la "preciosa edición", por el formato de bolsillo, "ideal para una lectora de transporte público" como ella, y porque "¡no puede fallar lo que pase en un pueblo que se llama Perdido!".

Juan Antonio también estaba en la cola para conseguir en un volumen de la saga el exlibris de Oyarbide. Pero no para él. "Es para mi amigo Wifre, que me lo ha pedido ya que venía a Gigamesh", dijo. Para lectura propia había comprado 'Ortiga y hueso', de T. Kinsfisher; 'La cripta del diablo. Las horripilantes aventuras de Pierre d'Artois', de E. Hoffman Price; 'El robot caprichoso', de Shinichi Hoshi, y 'Nowaki', de Natsume Sōseki. "Soy más de ciencia ficción y policiaco que de terror, pero no tiene mala pinta 'Blackwater', dijo el cargado Juan Antonio, que hizo no obstante una recomendación terrorífica: 'La chica de al lado', de Jack Ketchum. "Terror muy realista, cero sobrenatural".

También cansa

'Blackwater' entró en Sant Jordi con 125.000 ejemplares vendidos en castellano y catalán de sus seis entregas, publicadas quincenalmente desde febrero. Y la bola de nieve no para de crecer y crecer debido a que es una narración adictiva. Sin menospreciar las portadas y contraportadas de Oyarbide, que ni mucho menos escurre el bulto con su exlibris de silicona. "Ojo, que igual cansa más presionar en el tampón y estampar en el libro un sello tan grande que escribir", advirtió. Habla por su experiencia en las citas librescas de Turín y Lucca. Además, también escribe, aunque sin apropiarse de la obra del fallecido McDowell: la frase 'Perdido no es un lugar seguro' y el nombre del lector.

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