El gallinero

Hijas de un tiempo oscuro

Cartel de 'Filles de la Misericòrdia'.

Cartel de 'Filles de la Misericòrdia'. / DM

Rafel Gallego

Rafel Gallego

Siempre generan interés y expectación los estrenos de Iguana, últimamente centrados en rebuscar en el pasado más o menos reciente de nuestra historia —la Guerra Civil o el tardofranquismo—. Filles de la Misericòrdia llegó (al Principal de Palma) tras un trabajo previo de investigación —Carme Planells, Aina Salom, Alfonso Plou y el mismo director de la pieza, Pere Fullana— sobre la vida de unas niñas-adolescentes de familias en crisis —castigadas por el fascismo, pobres de solemnidad o marcadas por la violencia— encerradas en una de tantas Casas de la Misericordia (la de Palma, en este caso) que la Iglesia católica levantó y gestionó durante los años 70 del siglo pasado.

El montaje empieza con las cuatro protagonistas disfrutando de una visita a Nápoles. A partir de ahí viajamos al pasado para encontrarnos con una infancia de abandono, penurias, nostalgia y represión, pero también con la intensa amistad que se forja en ese medio hostil asfixiado por el nacionalcatolicismo. Por los pasillos y habitaciones de la casa de acogida transitan los miedos y sueños que las actrices —Anna Berenguer, Rebeca del Fresno, Catalina Florit e Irene Soler— narran con gracia o emoción según el caso (aunque los momentos en que hacen de niñas con voces infantiles me resultan algo pesados) y acompañadas de interesantes recursos escenográficos, de luz. De lo que pasó entre las paredes de la Misericordia se cuentan muchas cosas, algunas con detalle, pero me chirría que se sitúen en el mismo plano hechos gravísimos —habituales en el seno de la curia— y otros anecdóticos. La historia me interesa más cuando las chicas crecen y se enfrentan al mundo —la incursión en el mundo de la heroína me parece un hallazgo— y me quedo con ganas de saber más: tanto de las cuatro protagonistas como de la quinta amiga, la que murió y aparece referenciada durante la obra; más sobre sus familias, sus presentes, la evolución de sus vidas.

Una semana antes, pasó un Goldoni por el mismo teatro, y se agradece. Coralina, la serventa amorosa es una adaptación de Oriol Broggi y Ramón Vila con una escenografía simple para mayor lustre de la palabra. Buenos intérpretes (Mireia Aixalà, Joan Arqué Solà, Xavier Boada, Rosa Gamiz, Clara de Ramon, Xavier Ruano, Sergi Torrecilla, Ireneu Tranis, Ramon Vila, Jaume Viñas) buen tratamiento de los personajes y de los grandes temas que el dramaturgo italiano ponía sobre el escenario (el conflicto de clase, el amor, la relaciones de poder) envueltos de comedia de enredos.

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