La Escuela Artesana: Aprender a crear con las manos

Ofrecen cursos de cestería, textiles, madera, metal y ‘pedra en sec’ para rescatar los oficios

Raquel Galán

Raquel Galán

El círculo creativo que forman ses madones de sa llata, las cada vez menos mujeres que hacen cestas de palmito en Capdepera, se ha reproducido en La Escuela Artesana de Llubí. Las alumnas trenzan las hojas secas y cortadas en tiras de la palma mientras la maestra les guía en una tradición milenaria. Así fue el pasado fin de semana y volverán a hacerlo en octubre.

Durante el anterior, los inscritos en el taller del artesano Aitor Sarabia, elegido el Mejor del Año por la revista Icon, bordaron un amuleto en tela y el próximo mes habrá otro para aprender la técnica del telar de cintura, que enseñará la especialista amuzga Gabina Valentín. También están previstos cursos de encordado con enea, ebanistería, metal, telar micro para joyería textil e incluso uno de pedra en sec.

El periodo lectivo empieza con una oferta cada vez más amplia, hasta una decena de alternativas que rescatan oficios tradicionales y muestran «otra manera de estar en el mundo y de trabajar, con un ritmo pausado y en conexión con la naturaleza, que es la que nutre de las materias primas», explica Araceli Iranzo, impulsora de esta escuela junto a Maria Adrover y Antonella Farris.

El primero, cestería

Comenzaron en 2018 con el curso de cestería tras aprender ellas con ses madones de sa llata. «Se llenó enseguida y las alumnas estaban encantadas, nos decían que era su mejor día de la semana», cuenta quien hoy recibe comentarios similares del resto de cursos. Iranzo considera que uno de los motivos del auge del aprendizaje de todo tipo de disciplinas artesanales es que «nos conecta con nuestro interior a través del uso de las manos para crear objetos. Es una manera de vernos diferente a la que estamos acostumbrados».

Los alumnos que acuden son «muy variados, desde los que lo hacen como afición en su tiempo libre hasta profesionales de otras artesanías para completar la suya y ampliar las opciones creativas, como por ejemplo un ceramista que quiere incluir metal o fibras naturales en sus piezas. También se apuntan artistas, diseñadores y arquitectos. Se va formando un flujo de gente muy interesante y en algunos casos pueden surgir proyectos conjuntos».

Como la experiencia inicial con la llata fue «muy enriquecedora», decidieron dar cabida a más disciplinas. La también creadora de las cestas Antic Mallorca llevaba años en contacto con diversos artesanos, ya que todos acaban moviéndose en los mismos entornos y tienen una filosofía de vida parecida. «Compartimos valores, forma de pensar y amor por preservar los oficios, lo natural, lo local, por lo que les propuse sumarse», afirma en referencia a maestros como el ebanista Jordi Ribas y el herrero Alejandro Dumon, entre otros que se han ido incorporando en estos cinco años.

Exposición en La Escuela Artesana

Exposición en La Escuela Artesana / Manu Mielniezuk

Nuevas formas de creación

A comienzo de curso, la escuela realizó una exposición para dar a conocer las piezas allí creadas y el título Tradición artesana, nuevas formas de creación quería poner de relieve que la recuperación de los citados oficios históricos no tiene por qué significar hacerlo todo como antiguamente.

«Una nueva generación de personas con estudios y que trabajábamos en lo que se suponía que era la rueda de la economía dimos un giro a nuestra vida porque no nos gustaba seguir ahí y entramos en el mundo de la artesanía, aunque como somos creativos, le hemos dado un toque contemporáneo», en palabras de Iranzo, que antes fue publicista en Madrid.

La moda y el interiorismo se están interesando en los últimos años por la artesanía, pero si los maestros de siempre se jubilan, es necesario el relevo. Para eso nació la escuela de Llubí, para que haya más madones de sa llata entre las nuevas generaciones.

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