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Teatro

Jimmy Showman: "La mía ha sido una vida espectacular"

Pionero del transformismo y el cabaret, recibirá un homenaje en el Auditorium de Palma el próximo miércoles 12 de octubre

Jimmy Showman: "La mía ha sido una vida espectacular"

Jimmy Showman: "La mía ha sido una vida espectacular" G. Bosch

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Jimmy Showman: "La mía ha sido una vida espectacular" Gabi Rodas

El Auditorium de Palma será escenario el próximo 12 de octubre, a partir de las 19.30 horas, de un homenaje a Jimmy Showman (Jaume Horrach Lillo). Un artista único, nacido en el barrio de Santa Catalina, que ha dedicado toda su vida al transformismo y el cabaret. Amigo de Sara Montiel, con la que giró por la España de la Transición, ha trabajado con Pedro Ruiz, Mary Santpere o las hermanas Valverde, y ha triunfado en históricos locales, algunos ya desaparecidos, como la sala Tiffanys, el Teatro Alcázar de Madrid, Jack el Negro, el Casino de Mallorca o Titos. En el Auditorium participarán en el tributo una larga lista de artistas que incluye a la Terremoto de Alcorcón, Agustín el Casta, Tomeu Penya, Lorenzo Santamaria, Vivian Caoba, Rosita Forsale, Madò Pereta o La Prohibida, entre muchos otros.

¿Le gustan las entrevistas?

Depende. Hace poco me entrevistó una imbécil que me preguntó: Jimmy, ¿tú cuándo saliste del armario? Yo nunca he salido del armario porque nunca entre en él.

¿Cómo debo dirigirme a usted?

Soy una persona de lo más normal, en todos los sentidos, incluso en religión. Mi trabajo sobre el escenario no tiene nada que ver con mi vida normal.

¿Señor o señora?

En masculino, por favor. Yo no soy ni de la nouvelle vague, ni de las trans, ni de los transformers ni del coño de la Bernarda. Yo soy Jaume Horrach Lillo, hijo de ‘El paisano’, el mal nom de nuestra casa, y ya está.

Su amigo Joan Bauzá, uno de los impulsores del homenaje que recibirá el próximo día 11 en el Auditorium, le llama, en tono de humor, “bruja incombustible”. ¿Le gusta el piropo?

¿No sabes cómo le llamo yo a ella, verdad?

¿Cómo lo voy a saber yo?

Budellot ¡Yo no me callo por nadie, eh! No me callaba ni cuando estaba Paco y menos con estas mamarrachas que tenemos ahora.

¿Qué Paco?

Coño, Franco. Por cierto, le tendrían que haber dejado muerto donde estaba y no moverlo.

¿Hubiera actuado para Franco?

Cobrando, sí. Manolo Escobar, Carmen Sevilla, Lola, Marisol, Raphael… todos estos actuaron para su mujer. Pero bueno, cuando yo empezaba a despuntar él la palmó.

Jimmy muestra una foto suya de finales de los 70 Guillem Bosch

Usted empezó en el 75, con ‘El ocaso de Virtudes’, en la sala Tiffanys de Palma.

Sí, y fue un éxito que compartí con Filo y Eddy Gomila. Ese año me saqué el carnet de artista, porque sin él no podías trabajar. Me examiné cantando Orfeo negro, Cuesta abajo de Gardel y bailando un rock con una chica que estaba por ahí. Tiffanys era una sala en la que había de todo pero cada uno iba a lo suyo. Era lo más.

¿No le cayó ninguna reprimenda por representar títulos como ‘Tarzán y su puta madre en el trapecio de la muerte’?

Los censores solían vigilarnos, por si soltábamos palabrotas o enseñábamos alguna cosita. Nunca me cayó una multa, nunca tuve un problema. En Cristóbal Colón y señora antes del descubrimiento yo hacía de reina Isabel y Manuel Macià, de Colón. Me saltaba el guion como me salía del coño. “Colón, colonete, córtate el pelo que te pareces a mi tía Enriqueta”, le decía. Siempre me lo he pasado bien el escenario.

¡Qué noche la del Auditorium!, esta vez rodeado de auténticas figuras: la Terremoto de Alcorcón, Agustín el Casta, Tomeu Penya, Lorenzo Santamaría, Vivian Caoba y muchos más.

No es la primera vez que estaré ahí. La primera vez estaba trabajando yo en Tagomago y fui a hacer ‘El lago de los cisnes’ al Auditorium. Al no ensayar allí, yo tenía las medidas de otros escenarios más reducidos. Al sonar la música ya tendría que haber estado en el centro pero no llegué. Es una anécdota. Yo nunca he tenido pánico escénico, eso que ahora tienen algunos. La única vez en mi vida de artista que tuve que hacer acto de constricción antes de salir fue la primera vez que trabajé con Sara Montiel, en Zaragoza. No sé cómo pude salir adelante, pero salí. Estaba acojonado.

Con Sara Montiel triunfó en Madrid, con ‘Increíble Sara’, que estuvo tres meses en cartel, en la primavera del 77. ¿Cómo logró que se le abrieran las puertas de la capital, donde ha actuado con regularidad?

La primera vez que actué en Madrid fue con una obra de Cela, ‘El carro de heno o el inventor de la guillotina’. El último día salimos por Chueca de copas y en Metal, un local del barrio, me vino un señor y me dijo: Jimmy, ¿qué haces aquí? Al principio no le reconocí. Nos habían presentado en Palma. Era un hombre que tenía seis o siete discotecas, en la calle Fuencarral, en Pérez Galdós, en Callao, y me pidió que trabajara con él. “Pero yo no tengo ropa”, le contesté. “La única que tengo es la de la obra de Cela, teatro serio”, le dije. Llamó a su secretario, le ordenó que me sacara un billete para Palma y que volviera con el vestuario adecuado. Así fue como me quedé en Madrid cinco años.

¿Qué aprendió de la mano de Saritísima?

Muchísimas cosas. Sara sabía mucho de luces y era una reina de los detalles. Era muy profesional, la primera en llegar al camerino, después de mí. “¡Este maricón!”, decía. Pepe [Tous] no le dejaba beber, así que venía a mi camerino. A Pepe le decía que iba a buscar tabaco del flojo, de contrabando. Era la excusa para tomarse conmigo una copa de ginebra. Éramos cómplices.

Jimmy, con Sara Montiel, con quien compartió escenario y amistad Gabriel Rodas Oliver

¿Qué significa para usted un homenaje como el que recibirá?

Una gran satisfacción. Es lo primero que recibo de Palma. Nunca he pedido subvenciones, y gratis he trabajado muchísimas veces, para asociaciones benéficas. Vale más que me hagan este homenaje en vida que estando en el Bon Sosec. La idea del homenaje salió de Joan Bauzá, que se lo propuso a Antoni Noguera y Marcos Augusto, del ayuntamiento, durante una comida. En algunos momentos he estado a punto de decir: “no quiero”.

Dice que es la primera vez que Palma le da algo. ¿Se ha sentido en alguna ocasión ninguneado, incomprendido?

Sí, al regresar a la isla, yo, que recorrí toda España con Gurruchaga, incluso fuimos a San Petersburgo; hice el Fin del Año en Canarias; giré por teatros y fiestas de pueblo de toda España con el Brazil Maravillao, con una orquesta y yo de presentador; trabajé con Carmen Sevilla...

¿Reconoce la suya como “una vida espectacular”?

Sí. Puedo dar gracias a Dios porque he conocido a mucha gente maravillosa que yo idolatraba, como Carmen Morell, a quien vi cuando tenía 12 años, en el Teatro Cervantes de Tánger; Marifé de Triana; o mi ídolo, Mary Santpere, una caballona, un armario de tres puertas, divina, con la que hice una película.

¿Le reconocen por la calle?

Claro. En mi barrio, Santa Catalina, soy muy famoso, y me han saludado hasta en Egipto, en viaje que hice con otras cuatro locas. En el escenario, en lugar de contar chistes, cuento cosas que me han pasado a mí. Mi vida casi ha sido un chiste, con gran sentido del humor.

Dígame algo picante que le hayan soltado por la calle.

En Madrid, sacando a pasear el caniche de un amigo, Justo Pastor, esperando en un semáfaro, me encontré a un señor con otro perro. Era un señor muy alto, todo engominado, como salido de un cuadro. Su perro empezó a oler al mío, yo me giré hacia él y le pregunté: ¿qué es perro o perra? “Peeerraaaa, como nosotras”, me soltó. Me dejó muerto. Crucé en rojo. Yo era un poco poma, de Santa Catalina, y levantaba pasiones.

¿Ha tenido amantes famosos?

Sí pero no daré ningún nombre hasta que publique mis memorias.

Déme algún nombre, insisto.

No. Solo te diré que hay mallorquines y eran gente poderosa, de altas esferas.

¿Es usted enamoradizo?

Las personas solo se enamoran una vez, lo demás son amoríos. El amor me ha dado momentos muy felices pero también muy amargos. Normalmente los amores tienen dos caras, no todo es color de rosa.

Jimmy, en la calle Sant Magí, donde ha residido toda su vida Guillem Bosch

Nació, creció y aun reside en el barrio de Santa Catalina. ¿Debería decir resiste en lugar de reside?

Resiste. Santa Catalina aun me encanta a pesar de que se me sientan en la puerta de mi casa, por las noches, y dan golpes, con lo que se me salta la alarma. Siempre tengo preparados un par de cubos de agua, y cuando oigo jaleo abro y los tiro para afuera, sin lejía y avisando siempre a los chicos, claro, de forma educada.

¿Queda algo en Santa Catalina del barrio que fue?

Solo Ca don Pau, la droguería, y yo. El barrio ha cambiado a peor: las calles están más sucias, todo está hecho una mierda. Y no solo Santa Catalina. Con Gomila han cometido un asesinato. Dejaron morir la zona y ahora quieren levantarla. Una pena, porque Gomila llegó a ser plaza internacional.

¿Es creyente?

A mi manera. Voy a misa y comulgo.

¿Ha pecado mucho?

Depende lo que entiendas por pecado. No he robado, ni matado ni le he dado una puñalada trapera a un amigo. Follar, sin estar casado, sí he follado.

Confiese el último que ha cometido.

Comerme un cardenal. Al tener azúcar, no puedo comer dulces. La carne es débil.

¿Qué le pide a los camerinos?

Luz, espejo y que no haya cucarachas.

Es usted un artista único, pionero en el mundo del espectáculo. ¿Por qué quiso dedicarse al mundo del transformismo y el cabaret?

Siempre me gustó el mundo del espectáculo, sobre todo cantar. De niño mi padre me ponía una gabardina y un sombrero para que pareciese mayor y me dejaran entrar en los teatros. De jovencito yo cantaba muy bien. Como no estudié, en casa no querían que me dedicara a esto.

¿Tuvo una infancia feliz?

Sí. Guardo buenos recuerdos, de cuando hacíamos y comíamos helado; de las navidades, con comidas de hasta 30 familiares; y sobre todo, estando en Tánger, de las fiestas que se hacían en la calle.

Imagen promocional del espectáculo que Jimmy y amigos ofrecerán en el Auditorium

Imagen promocional del espectáculo que Jimmy y amigos ofrecerán en el Auditorium

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