Con la cabeza levantada, por el título del pregón, Llegir tot alçant el cap, y también por los nubarrones. Así arrancó este viernes la 39 Fira del Llibre de Palma, en Es Born, con una gran afluencia de visitantes en su parte matinal, y con el tradicional desfile de las autoridades por la tarde, más floja en cuanto a participación se refiere, pero con una intervención, la del pregonero Sebastià Perelló, en el escenario grande, que arrancó los aplausos en su defensa de la lectura.

La Fira también sacó pecho, por su regreso a casa, Es Born, después de la edición pandémica de 2020, cuando se celebró en el patio de la Misericòrdia en un formato reducido y en octubre. «La cultura es segura y a muchos nos salvó durante el confinamiento. La gente tiene muchas ganas de cultura y en aquellos días recibimos tanta solidaridad que ahora nos toca a nosotros devolverla», señaló el presidente del Gremi de Llibreters, Àlex Volney, en el primero de los discursos verspertinos.

Perelló, escritor que ha publicado narrativa, poesía y ensayo, fue presentado por Volney como un profesor, de lengua catalana y literatura, del IES Ramon Llull, «con fama de exigente pero no de duro», y sus primeras palabras fueron para explicar que el título de su pregón, Llegir tot alçant el cap, responde a una cita de Roland Barthes: «Ne vous est-il jamais arrivé, disait-il en levant la tête?».

«Leemos para exponernos, dejar que nos toquen, sentir el chasquido de la curiosidad y la disipación, una forma de dejar estar las buenas maneras y, tal y como he escuchado, ir al encuentro de alguna cosa incierta y ver surgir aquello que es desconocido», señaló Perelló.

El autor de La mar rodona, novela que le valió ser finalista al Premi Òmmium en 2020, confesó que le «chirría la contraposición entre la lectura y la vida, cuando convierten en un dilema vivir o leer», y afirmó que «la lectura es pasaje y pasarela, ir campo a través en la dilapidación y la pérdida, fer camí de les fronteres, que son un lugar donde tocarse y esmolar-se (...). Leer como una forma de errar, una traza que dejas en el vagabundeo y la errancia. No llegar a ningún lado, vivir entre y entre, de aquí para allá, ir pasando».

Leer, subrayó Perelló, «es subversivo, porque siempre remueve, enreda, desmonta y busca alteridad», y parafraseando a Blanchot, recordó que «la lectura es una alegría que pide más inocencia y libertad que consideración».

"Leemos para exponernos, para dejar que nos toquen, sentir el chasquido de la curiosidad", subrayó

Su discurso estuvo salpicado de citas, de Varlam Shalámov, Laura Adler, Nancy Huston, Michel le Bris, Meschonnic, de Pascal Quignard, quien afirmaba que «el único lugar del espacio en el que pueden encontrarse el lector y el autor es en el punto final», o de Philippe Roth, que en 2013 aseguró que «de aquí a treinta años, si no es antes, habrá tantos lectores de literatura como hay ahora de poesía latina. Y no son bromas, el 80 por ciento de lectores en 2021 son lectoras».

«El libro», dijo en la parte final de su intervención, «también es un espacio de perdición que te alza contra la autoridad y la barbarie, que te saca de quicio, que te muerde, te pincha y te azuza, que exaspera y esquiva siempre los poderes».

Tras un sentido «atiau els llibres i que comenci la festa», resonaron los aplausos del auditorio, en el que se encontraban personalidades de la política, como el alcalde José Hila; el director del Institut d’Estudis Baleàrics Mateu Malondra y su predecesor, Francesc M. Rotger; el director teatral Bernat Pujol; y escritores como Biel Mesquida, Josep Lluís Aguiló o el glosador Felip Munar.