Albert Pinya y Francisco Contreras Molina, Niño de Elche, se conocieron en una de las últimas fiestas del bar Flexas. En medio de tanta jarana, surgió la chispa entre dos creadores que comparten métodos. «Nacimos el mismo año y a ambos nos gusta mucho colaborar con diversas personas en nuestros proyectos», apunta el artista mallorquín. En pocos meses, volvieron a coincidir en la capital. El destino les estaba uniendo para la exposición que se inaugurará a mediados de junio en la iglesia del Convent de Sant Domingo de Pollença. «Él estaba haciendo una residencia en Matadero Madrid y yo estaba realizando un gran mural allí. Coincidimos en ese mismo periodo en que Paco presentó en el Reina Sofía un proyecto en torno a José Val del Omar», cuenta Pinya. 

Niño de Elche encaja en uno de los prismas por los que el mallorquín escruta, deconstruye y expande la pintura en la gran exposición que presentará en Pollença. Por supuesto, se trata del sonido, de encajarlo como un guante en la instalación escenográfica de Pinya. «Para mí, la voz de Paco ya es una escultura», confiesa. «El trabajo está siendo codo con codo. Hemos establecido un diálogo intenso en torno a una serie de conceptos. Estamos trabajando a distancia. El primer zoom que hice en mi vida fue con él y sólo lo voy a hacer con él», cuenta entre risas el pintor, que acaba de mudarse a un nuevo estudio en el barrio de Pere Garau. 

«La pintura está en constante mutación y transformación, y puede abordarse desde las prácticas performativas, el campo de la escultura o desde la propia animación», considera el artista. En la exposición que organiza el Museu de Pollença y comisaría su director, Andreu Aguiló, uno de los ejes de esa exploración pictórica es la escultura, «que para mí es pintura expandida en tres dimensiones, es como los últimos artefactos pictóricos en los que he trabajado», cuenta. A todos estos conceptos y elementos, el artista también les ha cosido otro relato subyacente relacionado con la pandemia y la psicosis que ha despertado en la sociedad. 

Algunos de los artefactos pictóricos de Albert Pinya.

Además de la escultura y la voz, la muestra cuenta con un tercer pilar: la palabra. «Los textos de la publicación de la exposición, en lugar de redactarlos críticos y comisarios, los hacen tres pintores que para mí son de cabecera: Rafa Forteza, Pep Girbent y Nicholas Woods», detalla el pintor. «Para mí la tercera dimensión de la pintura es la palabra del pintor y en coherencia quería que hablaran los pintores». 

El pintor mallorquín y el artista flamenco se conocieron en una fiesta del bar Flexas en Palma

Pinya y Niño de Elche comparten una práctica artística totalmente transversal, versátil y colaborativa/asociativa. Además de mantener una constante actitud abierta hacia la experimentación, el dinamismo y el riesgo.

Éste es el primer proyecto que el mallorquín presenta desde que se inició la pandemia y es el único que realizará en Mallorca este 2021.