Una sentencia de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Balears ha avalado el cierre de la sala de conciertos del hotel Saratoga, escenario habitual de actuaciones de jazz. La resolución judicial descarta que los establecimientos hoteleros puedan celebrar actividades musicales abiertas al público de fuera del hotel, salvo que la actividad constara inscrita, como empresa de entretenimiento, en el Registro de Empresas, Actividades y Establecimientos Turísticos. La consejera delegada del Saratoga, Catalina Borrás, ha anunciado a este diario que a pesar del pronunciamiento judicial indicado, la Sala de Baile Blue Jazz Club sí constaba efectivamente inscrita en el referido Registro como Sala de Baile, con número de registro SB/2 y 150 personas de aforo como van a poner en conocimiento del Ayuntamiento de Palma en el día de hoy. Dicho registro no constaba en el expediente judicial por lo que la Sala de lo Contencioso-Administrativo no pudo tenerlo en cuenta a la hora de dictar aquella sentencia, pero ahora el Ayuntamiento sí dispondrá de él.

El Saratoga, recuerda Borrás, dispone de licencia independiente para «bar con pista de baile» desde 1965. La empresaria subraya que su intención «es seguir con los conciertos», respeta la decisión judicial pero considera que es incompleta por lo manifestado anteriormente. «Todo viene de una denuncia de un vecino en 2017. La sala se insonorizó, hubo una inversión para mejorarla acústicamente, e íbamos a inaugurarla este año, pero llegó la pandemia y tuvimos que parar».

La noticia de un posible cierre de la sala del Saratoga ha indignado al sector musical, muy tocado por la situación derivada de la covid-19. «Los músicos estamos con el culo tan al aire que ya nada nos afecta», espeta Pep Lluís García, uno de los habituales del Saratoga. «Si nos impiden tocar en el hotel tendremos un sitio menos en el que trabajar. Otro palo para nosotros, y estamos de palos hasta arriba», se lamenta.

Fue Francisco Borrás Seguí, director del Saratoga entre 1991 y 2017, año en que perdió la vida en un accidente de moto, quien convirtió este hotel en un referente de la cultura palmesana gracias a las populares veladas del Blue Jazz Club en el ático de este establecimiento turístico. En 2008, el trombonista Geoff Frosell recomendó a Borrás que incorporara jam sessions a la programación regular del Blue Jazz Club. «¿Un lunes? ¿estás loco?», le replicó el director al músico. Sin embargo, se arriesgó, y el tiempo le daría la razón.

García estuvo en la primera de las jam sessions y ayudaba al también músico Omar Lanuti a dirigir estas actuaciones improvisadas. «El Saratoga llegó a convertirse en un centro de reunión de los jazzeros. Las sesiones de los lunes empezaban pronto y solían estar abarrotadas de público. Eran un espectáculo para el público y un experimento para los músicos», comenta el batería.

«Esta sentencia es una gilipollez. Qué es eso de que los hoteles solo pueden ofrecer conciertos a sus clientes y no al público de fuera del establecimiento. Pues que cierren todos los hoteles. En cualquier hotel de los que yo conozco uno puede entrar y tomarse algo, pues lo mismo con la música, ¿no? Si ya me costaba tocar la armónica con la mascarilla ahora viene esto. El Saratoga daba trabajo a los músicos», protesta otro habitual del ático del Passeig Mallorca, Víctor Uris.