La relación de Pau Donés Pau Donés con Formentera, en donde tenía su segunda residencia, viene de principios de los años noventa, cuando era un joven publicitario que hacía canciones por afición. La primera vez que fue a la isla fue a través de la pareja de arquitectos Andrés Saldaña y Marlen Top, era 1993. A partir de ese momento su relación con Formentera y su carrera musical fueron en paralelo.

En el año 2000 compró y restauró su casa de Porto-Salè, donde también montó un estudio de grabación de donde salieron algunos de sus discos como De vuelta y vuelta. En este lanzamiento contó con la colaboración de personajes locales como el cocinero Toni Planells 'Mendrugo' o de César Ordás, entre otros.

Con la llegada del milenio su casa se convirtió en un centro de creación, por allí pasaron músicos y productores, escritores, artistas y periodistas. A los pocos años Pau Donés era un vecino más, junto a su hermano Marc, que también se estableció en la isla con su familia.

El creador de La flaca se sentía como en casa y así lo dejaba claro en todas sus entrevistas; había convertido a Formentera en su lugar de referencia e inspiración.

En 2001 organizó un concierto de Jarabe de Palo en casa de sus amigos de la Mola, en donde el grupo se refugió durante 15 días para preparar la gira de De vuelta y vuelta.

Entonces su carrera ya era ascendente y encadenaba concierto tras concierto en todo el país para dar luego el salto al continente americano, tanto al sur como al norte, donde también triunfó.

Un vecino más de la isla

Pero al final siempre volvía a Formentera, donde con su pequeño velero de seis metros de eslora disfrutó de la navegación en los últimos años. Mientras tanto se relacionaba con los vecinos como uno más. Jamás se dio importancia y se le podía encontrar en cualquier momento por la calle u ocupado en sus tareas cotidianas.

Tejió en la isla una amplia red de amistades y se le pudo ver pinchar música en locales como la Fonda Platé o Ses Roques, lo que era todo un acontecimiento.

Pau Donés imprimió a su vida, desde que llegó a la isla, un ritmo distinto. Formentera le sirvió de inspiración y de refugio. Aún se recuerda el único concierto que ofreció en 2005 con motivo de la fiesta de Sant Jaume y con el que llenó la plaza de la Constitució y todas las calles aledañas, en las que no cabía la gente.

Pero lo que enganchaba de Pau Donés además de su música era su personalidad. Con un fino sentido del humor y la ironía a flor de piel, cualquier conversación con él se convertía en un aprendizaje. Su filosofía, de la que deja huella en las letras de sus canciones, está llena de positivismo y vitalidad. Tampoco eludía la crítica y algunos de sus temas están cargados de ella para denunciar injusticias y desigualdades sociales. Lo que caracterizaba a este artista era su honestidad y coherencia.

En 2018 recibió algunas sesiones de quimioterapia en el Hospital de Formentera, experiencia que compartió en Instagram con una foto en la silla y el siguiente comentario: "Me llama Joan, del hospi, y me dice que la quimio ya está a punto. Pues del mar directo a la sala de onco... ¡Qué pasa! En la isla las cosas van así". En la imagen aparecía vestido con un bañador, un gorro y una mascarilla, mostrándose con total naturalidad.

En Formentera la noticia de su fallecimiento cayó ayer como un jarro de agua fría entre los vecinos que le conocían, que eran muchos; todos tuvieron ayer un recuerdo para él. El Consell de Formentera a través de sus redes sociales se hizo eco de su pérdida: "Pau Donés encontró en Formentera uno de sus refugios,y ahora Formentera le echará de menos. ¡Vuela alto amigo!".