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Entrevista

Catalina Obrador: "Basta de paternalismos: se han de entregar a las personas las llaves de los espacios públicos"

"En Can Timoner hemos sido facilitadoras en muchos casos como amas de llaves para aquella gente que se ha acercado a nosotras o con la que nos hemos relacionado" - "La escasez de tiempo para participar de la vida pública con y para la comunidad es uno de los continuos frenos para la acción"

Catalina Obrador (Santanyí, 1977). c. o.

P Can Timoner cierra una etapa de siete años para tomar un nuevo rumbo

R Can Timoner son personas en movimiento que entran, se sientan, están un rato o se quedan. Que viven en un lugar durante un tiempo para hacer cosas juntas. Como un organismo vivo que se autorregenera con pequeñas explosiones, chispas y a veces fuegos artificiales. Recuerdo cuando empezamos a trabajar en la casa; había 3 personas: el albañil, el herrero, el carpintero. Después llegó el cocinero y el atrezzo. El objetivo era llegar a habitar la casa con las condiciones mínimas cubiertas y con una cierta estética característica: la escalera, recuperar y poner puertas y adaptarnos a la piel del cemento. Queríamos desde nuestra profesión artística traer artistas a la residencia.

P Y los trajeron y también empezaron a hacer actividades.

R Al principio todo estaba más claro, teníamos que ir adaptando, construyendo nuevos espacios para reproducir lo que pensábamos que era arte, abrir las residencias y preparar eventos. De allí lo de "un espai en construcció permanent". Poco a poco empezaron a entrar más residentes y actividades periódicas. Algunas eran experimentos como el "dibuix elèctric", la pieza de Lisístrata o el Satanyí Ilm Estival del verano pasado por nombrar algunos. Actualmente estamos más activas en los grupos, como son las que limpian los hoteles, las kellys, o el grupo de cuidadoras que se ocupan de familiares enfermos o mayores. Nos reunimos para pensarnos y compartir información. Todo esto requiere de un tiempo más lento y continuado, con una disponibilidad de horarios más flexible. Otra actividad creciente era Es Ropero de Sineu, un formato de puertas abiertas: se intercambiaba ropa, se cocinaba, y también otros grupos aprovechaban para encontrarse. También está el grupo de yoga, que desde el inicio ha mantenido los horarios, un grupo muy bonito de gente local. Con Calça subversiva salimos a la calle o la plaza a tejer, nos sentamos a la fresca trabajando en algún proyecto mientras va pasando gente, abriéndonos a lo que la vida nos depara. Como anécdota, el año pasado mientras bordábamos un mantel con propuestas para la mejora de nuestro pueblo nos vimos envueltas en una persecución policial: unos ladrones acababan de robar en una tienda de Santanyí y entre unas y otras los pillamos. ¡Toda una aventura, lo aseguro!

P Una de sus funciones con el proyecto Comando Cotorra es empoderar a las mujeres del pueblo. ¿La cultura puede servir para que la gente se dé cuenta de que el papel que desempeñe puede convertirse en una palanca con la que influir en las políticas públicas?

R El Comando Cotorra somos las que en estos momentos estamos tirando de la carreta y no es por tener tetas. En todo este tiempo juntas, desde que empezamos con la acción de Es cerquen cotorres hasta ahora, una de las premisas es pasárnoslo bien en el proceso. En el hacer juntas tenemos una experiencia compartida y sabemos lo que puede hacer cada una. Antes de empezar un proyecto nos preguntamos cuánta energía tenemos para realizarlo. Lo de empoderar a las mujeres me parece una mirada desde arriba, desde la élite. Cuando hacemos cosas juntas, nos sucede a todas a la vez. Seguiremos desde lo que hemos aprendido, con el Timoner Mòbil paseando por la calle. No necesitamos una estructura asociativa, posiblemente vamos hacia una toma de decisiones más presencial e inmediata, pero todo eso está por ver. Durante estos años hemos funcionado con una estructura asociativa respecto a temas de funcionamiento y organización, aunque siempre ha habido un núcleo que llamamos el centro de la cebolla. Ahora nos preguntamos si esa estructura ya no es necesaria.

P Y ahora también han puesto en marcha un proyecto de radio.

R Acabamos de entrar en el mundo de la radio y se ha creado una web de Comando Cotorra para seguir las acciones y escuchar los programas en directo o los podcasts. Dar voz a las personas nos parece fascinante. A partir de las historias de la radio se ve un mapa diferente de la realidad que va de los detalles a lo general, desde abajo vamos improvisando. La radio es otro formato más portátil que nos da una cierta agilidad.

P Uno de sus lemas es "la vida al centre", como un manifiesto que recientemente acaban de hacer público una serie entidades de la isla que han elaborado propuestas para cambiar el modelo socio-económico capitalista. En Can Timoner también crearon un grup de cures . ¿Qué otras iniciativas contemplan?

R El mundo está en transición y los cuidados no paran ni un minuto. Hoy en día quien más cuida menos recibe. Es fácil de ver en Can Timoner cuando cuantificamos todo el tipo de trabajos. En mi caso, he tenido un soporte económico fuera del arte y la cultura que me ha permitido estar activa en la asociación. La verdad es que ninguna de las personas del núcleo vivimos del arte ni de la asociación. Como decimos habitualmente, "fem el que podem amb el que tenim", y, aún así, nos hemos cansado. Y entonces es cuando aparecen las dudas de la participación y nos preguntamos para qué estamos haciendo todo esto. Deja de haber un sentido personal. La casa reproduce los cuidados necesarios para mantenernos a flote, nos hemos extendido y necesitamos más gente en el núcleo de la cebolla. Con las actividades y eventos como los conciertos hemos conseguido pagar los gastos de la casa: agua, luz, Ibi, seguro, etc. Y además sacar algo más para llevar a cabo algún proyecto en la casa, como un nuevo baño, poner ventanas , etc. Ahora la casa está más acabada que al principio, ahora que se puede vivir en ella es cuando más necesita de cuidados. Uno de los continuos frenos a la acción es la escasez de tiempo para participar de la vida pública con y para la comunidad, eso ha repercutido en la fragilidad de los cuidados. Como bien explican las ecofeministas, tenemos que hacernos responsables y poner la vida en el centro. Es fundamental un derecho universal de cuidados dignos para que todas las vidas merezcan ser vividas. Tener más tiempo para la comunidad es imprescindible para seguir adelante con proyectos colaborativos.

P ¿ Sería la renta básica universal una de las medidas para conseguir ese tiempo y valorar esos cuidados?

R Sí. Para mí hay una relación entre este tipo de renta y los cuidados. Estos trabajos se han de poner en valor y se ha de contribuir a que la gente que cuida tenga un sueldo base. Por otra parte, es necesario que la gente trabaje menos, cinco horas como máximo, y cobre lo mismo. Así los cuidados, que nunca se paran, no se delegarían en otras personas. Y la gente podría dedicar tiempo a los cuidados, a las atenciones, a la amistad, a escuchar, a participar de la vida pública y la comunidad. En Can Timoner, cuando había tensiones, a veces no creamos los espacios de cuidados necesarios por falta de tiempo. Poner en marcha eventos a veces era más importante. Y al final te das cuenta de que todo se reduce a producir y producir. Acabas reproduciendo el modelo capitalista dominante. Por otra parte y volviendo a la renta básica universal, pienso que también su implantación conduciría a la desaparición de muchos sistemas perversos de la sociedad.

P Estamos en un mundo cada vez más digitalizado, en el que la distancia social hace más difícil organizarse socialmente. ¿Cuán importante es establecer redes desde la cultura para poder desarrollar experiencias directas desde la acción colectiva o directamente desde la desobediencia colectiva?

R Mira, el otro día estuvimos en la despedida de Es Ropero en Sineu. Ya sabes cómo cuesta movernos en la isla sin transporte público, pero es importante estar. Las mujeres de Sineu son una inspiración y hemos creado un vínculo de apoyo. Es necesario cuidarse también de esa forma ; la exposición social y el continuo flujo de personas desgasta. Pero reconocer el esfuerzo de las demás refuerza la red y ayuda personalmente. Cada grupo o colectivo que ha pasado por Can Timoner tiene su forma peculiar de organizarse como es el grupo de los Kontrabandistes o el grupo de cerámica o los talleres periódicos.

P ¿Por qué nunca pidieron ayudas públicas desde Can Timoner? Debe de ser uno de los pocos centros culturales de la part forana que no están externalizados o gestionados por empresas privadas de gestión cultural.

R En la red de personas hay aportaciones individuales a partir de sus profesiones. Otras han ayudado económicamente, como es el caso de una vecina que recibió una herencia o una pintora que donaba el 10% de sus ventas. También los propietarios de la casa han colaborado desde el principio dejándonos el espacio y apoyando la ideología del proyecto. Todo ello desde lo que cada una podía hacer: encargarse de la tesorería, la limpieza, el diseño y estampación de la cartelería, como el correo y el mantenimiento de la página web o el trabajo de acoger a los residentes. Todo ello economía de intercambio o cuidados. Las subvenciones no serían suficientes para mantener un proyecto así. Hace dos años nos dimos cuenta cuando empezamos a contabilizar las horas de trabajo que he nombrado anteriormente Hemos intentado hacer las cosas por nuestros propios medios y diciendo lo que pensábamos libremente. Los primeros años tuvimos algunos acercamientos con la casa de cultura de Santanyí, que eso no lo he dicho, pero es una de las curiosidades del proyecto: tocamos pared con pared y compartimos el mismo techo con la casa de cultura y del centro de poesía contemporánea Blai Bonet. Al rato nos dimos cuenta de que no iba a funcionar, tenemos formas diferentes de entender la cultura y el arte por no hablar de las redes. Esa experiencia nos confirmó algo que intuíamos pero lo tuvimos que vivir.

P Usted también es artista. ¿Cómo se puede hacer frente al poder desde el arte?

R Accionando, cogiendo el poder que tenemos. La acción pasa a través de nosotras y eso nos transforma. Es de donde se nutren los proyectos. Activar desde el arte es sorprendente y suelen ocurrir cosas inesperadas, muy creativas. Las estrategias me han acabado aburriendo, ya no me llevan a nada nuevo.

P ¿Cuán importante es trabajar de cara al pueblo de Santanyí? Su grupo se ha significado de manera crítica contra el proyecto municipal de Fabrizio Plessi

R Hace unos meses, antes de entrar en el confinamiento, estuvo una artista de Berlín, que en parte desarrolla su trabajo en el espacio público, y quería apoyarnos en esta movida de s'Abeurador, o el centro de Plessi como lo llaman aquí. Le contamos lo que pasaba en el pueblo, ya habíamos hecho otras acciones anteriormente mostrando el descontento. Nada nuevo todo esto de la especulación y gentrificación, ya sabes. Bueno, también le contamos todo lo que pedíamos, es decir lo que no estaba pasando: espacios de reunión para los jóvenes y mayores del pueblo, una biblioteca con diferentes ambientes de trabajo, en definitiva un espacio más híbrido. Se nos ocurrió recoger propuestas de la gente y bordarlas con el grupo de Calça subversiva pero no dio mucho juego. Así que cambiamos de perspectiva y escribimos un manifiesto y lo leímos en s'Abeurador mientras colgábamos la pancarta. Usamos simbólicamente un cobertor de algodón minuciosamente hecho a ganchillo por una señora del pueblo y encima bordamos: "S'Abeurador Cementeri Cultural" y en medio sin compasión le pintamos "SOLD" con sprays. Queríamos mostrar el abandono de este lugar. Reclamamos los espacios de la cultura para la gente y con la gente. No es tan difícil, pero sí requiere de tiempo y dedicación. Otra manera de hacer desde el centro de los pueblos, como dice el Manifiesto Posar la vida al centre: "Fem poble per a totes". Bastaría con que dieran las llaves de los espacios a la gente. Con el índice de precariedad en los trabajos, la escasez de recursos naturales, la educación y la gente mayor, resulta que nos quieren vender la moto. Es una decisión desde el ámbito público en beneficio del sector privado. Así se ve la cultura desde el salón de plenos. Al salir a la luz todo eso de Plessi en s'Abeurador tuve la necesidad de hacer algo por mí misma rápidamente. Sentí que me estaban engañando. Cogí lo primero que tenía por el estudio y me tiré a la calle. Una vez allí me metí dentro del agua de s'Abeurador que olía a cloro y sacamos unas fotos en las redes sociales. De esa acción surgió el personaje Satán de Satanyí (como un buen amigo lo llama). Después, poco a poco, empecé a intervenir en otros saraos como fue el de Miss Satanyí el día de la presentación de Miss Turismo en la plaza del pueblo. Habían ocupado durante una semana toda la plaza peatonal del pueblo con un escenario de lado a lado con música a tope y había también unos coches aparcados con anuncios publicitarios. Una bacanal repleta de sinsentidos : el sarao perfecto para una acción pensé. Cuando algo me rechinaba de más, me ponía el traje de Satán y allí me iba con la ayuda de alguna colega. Hasta me hicieron una vestimenta. Esa fue mi manera de actuar como artista.

P El museo es paternalista en el sentido de que pone todos los medios públicos para que la cultura de las élites se imponga como la sensibilidad colectiva. ¿Cómo podría recuperar la gente estos espacios?

R Ahora se habla de la perspectiva social de los museos. De hacer cosas por la sociedad, de acercarse a los vecinos, pero al final resulta algo naif porque se hace de manera jerárquica y piramidal, no desde abajo. Como he comentado anteriormente, creo que se han de entregar a las personas las llaves de los espacios públicos. Hay que empezar a decidir dando las llaves, estableciendo un calendario de horarios, pero horarios que sean compatibles con la vida de la gente. La disponibilidad debería ser de 24 horas. Estos espacios deberían contar con una especie de dinamizador, pero no que impusiera sus propuestas, sino alguien más parecido a un amo o ama de llaves, que explicara dónde está la luz y los materiales y recursos. Hay que confiar en la gente y tratar a las personas como adultos. Esto es algo que brilla por su ausencia en las políticas culturales, que son muy paternalistas. Los museos de ahora son espacios colonizadores que importan ideas de fuera y se convierten en espacios turísticos. En un museo debería haber muchos comisarios, híbridos, con ideas muy diferentes. Lo importante es que en los museos se encuentren todas las posibilidades de comunicación y variantes, que no haya un discurso hegemónico. El problema con los museos y también las asociaciones es que primero se establece la ideología que seguirán y luego todo se organiza en torno a ella. Creo que en Can Timoner hemos sido facilitadoras en muchos casos como amas de llaves.

P Acaba de participar en la ya clausurada exposición 13 morts i 4 desapareguts . ¿Cree que en ella se recoge y puede confirmarse la existencia de una plástica particular propia de Balears? Es curioso, porque usted estudió Bellas Artes en Cuenca.

R Caí en Cuenca por casualidad, supongo. Allí entrabas por una entrevista y éramos pocos en cada curso. Encontré una familia que sigue creciendo. En la distancia nos seguimos apoyando y compartimos una cierta estética de las cosas y del hacer, en la que me siento cómoda. Algunos compañeros y compañeras han formado parte de Can Timoner como residentes y colaboradores. Otros ya viven aquí o pasan parte del año en la isla. De la librería La Caníbal de Barcelona nos hemos surtido de lecturas que nos han influido mucho en el pensamiento. En la última exposición en la que he participado, 13 morts i 4 desapareguts, pienso que hay un mismo hacer con la mano que reconozco, el uso de la tinta mezclado con lo irónico. Algunos de los artistas que hemos participado nos conocimos en Can Timoner porque han expuesto o porque han participado en los encuentros de dibujo. El erotismo entre el sexo y la muerte me atrae y lo he visto en los dibujos de los compañeros. Al dibujar tiendo a buscar esos estados que me ponen y suben el tono de alguna manera delante del papel. Son estados de la mente en los que te dejas llevar. Ahora, cerrando la etapa de Can Timoner y con todo lo que he aprendido de los demás artistas y colegas, me gustaría desarrollar un tipo de trabajo más corporal. Por ahora estamos ideando una exposición en una carnicería-estudio de un pintor en Bunyola. En equipo, vamos a seguir haciendo arte. De eso estoy segura porque salimos de la casa rodadas. El dibujo no me preocupa porque siempre va conmigo.

P ¿Cómo va a recordar Can Timoner?

R Todos estos años, mi hijo ha crecido acompañado de mucha gente con otros niños, amigas y vecinos. Si cierro los ojos, lo veo como una casa llena de voces y de caras que hablan y se mueven. Así es Can Timoner. Mi hijo se ha criado y aprendido de todo esto que he contado. Ahora que se acaba pienso en otras formas de compartir mi vida con él haciendo arte, pero, bueno, eso ya lo veremos.

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