El cantautor catalán Quico Pi de la Serra (Barcelona, 1942) sigue al pie del cañón. “Parece mentira, pero mis canciones de combate son muy vigentes”, afirma un músico que en pleno franquismo sufrió la censura y la represión. “Empecé a trabajar bajo una dictadura militar. La policía me detuvo 34 ó 43 veces. Lo mío no tiene ningún mérito. Canto sobre lo que veo. Qué cojones quieres que cante, pues eso, canciones de combate”, espeta.

Considerado uno de los padres de la Nova Cançó, Pi de la Serra actuará en el Teatre Principal de Palma el próximo 4 de febrero, en el marco del Barnasants, festival que cumple la vigésimoquinta edición y cuyo lema este año es ‘la cultura es el kaláshnikov del siglo XXI’. Acompañado por Amadeu Casas, a la guitarra, y Joan Pau Cumellas, a las armónicas -“dos músicos hermanos con los que toco desde hace años”, apunta- el curtido músico interpretará una selección de casi veinte canciones que abordan temas como “la justicia, la libertad y el amor”, y que recorren su amplia producción, con cortes como Sento el vent, La meva estrella, Igual que ahir, La cultura, Homenatge a Big Bill Broonzy, Merda! o Bella ciao.

El concierto de Pi de la Serra en Palma, fruto de un encargo del director del Barnasants, Pere Camps, es uno de los tres que ofrece, con este formato; el primero fue el pasado 10 de enero, en las Cotxeres de Sants, y el siguiente será en Valencia. “Desde 1960 hasta hoy he compuesto tantas canciones que no caben en un repertorio. Así que he tenido que contar con la ayuda de otra gente que sabe mucho sobre lo que canto a la hora de elegir este repertorio. Son canciones que denuncian una serie de hechos, y a pesar de que hace tiempo que están hechas, los hechos no dejan de reproducirse, como la represión de la policía y el Estado, el surrealismo del funcionariado represivo, la falta de libertad o la polución, porque acojona por dónde va el planeta”, subraya.

Hace dos décadas que Pi de la Serra no se sube a un escenario de la isla. Son tantos años que ni siquiera el protagonista recuerda dónde ni cuándo tuvo lugar su última actuación en Mallorca. “A estas horas de la mañana [las doce del mediodía del lunes] no recuerdo nada, y menos de aquella actuación. Quizá fue en Ses Voltes, o en el Auditorium. No recuerdo todos mis conciertos, son tantos. Hay que ir con cuidado con la memoria, seguramente sea selectiva pero lo que parece cierto es que es muy falsa, al igual que la historia”, comenta con ironía.

Siempre inquieto, este artesano de la canción confiesa tener siempre un ojo puesto en la escena musical mallorquina. “Siempre me ha sorprendido la similitud de la música que se hace en Mallorca con de lugares como Grecia o Canarias. Me gustan mucho los cantos de trabajo en el campo mallorquín, así como las voces de Joan Ramon Bonet o Maria del Mar Bonet. Soy como una esponja, me interesa toda la música, hasta las nuevas. Mi hija más joven tiene 9 años. Por YouTube escucho de todo. Yo no necesito estar en contacto con la juventud. Yo soy joven. No creo en eso de la edad. Es un invento”, advierte.

A sus 77 años, prepara nuevo disco, para el que cual ya tiene cerca de medio centenar de temas, sobre los que no deja de trabajar. “Ahora toco mejor la guitarra que hace 50 años. Te lo aseguro. Y no me gusta nada cómo toco. Esto me han dicho que no lo diga, pero es verdad. Nunca quedo contento con lo que hago, algo muy normal. Salvando las distancias, Picasso rompía por la mañana lo que había hecho el día anterior. A mí me gustaría tocar mejor”.