"¿He ganado algo?, ¿quién creíais que venía, Jeremy Irons?", preguntó en voz alta Antonio de la Torre al encontrarse con sus fans en una sala entregada desde el inicio. El actor, ganador de un Goya en la última edición de estos premios por su papel en El reino, inauguró ayer en Palma el Ciclo Cine, que recorrerá diez ciudades españolas, se sometió al interrogatorio amable de su público en B the travel brand -marca minorista de Ávoris, división de viajes del Grupo Barceló-, y presentó la proyección de la citada cinta en la Misericòrdia, donde descubrió algunas curiosidades y anécdotas del rodaje de este largometraje centrado en la corrupción.

Recién llegado de Bilbao, De la Torre quiso atender a un selecto grupo de admiradores en una oficina de la citada agencia de viajes, a quienes desveló cómo nació su pasión por la interpretación: "El germen está en unas clases de teatro que hice en el colegio. Cursaba 7º de EGB y representé La historia de Pituchín y Pituchina. Ese fue mi gran debut. Yo siempre he sido muy tímido y aprendí a expresarme a través de la interpretación", confesó durante un discurso salpicado en todo momento por el humor.

Con 25 años de carrera, el protagonista de títulos como Caníbal o La isla mínima afirmó que "solo" lleva diez años "viviendo de ser actor, algo que siente como "un privilegio", ya que "únicamente un 8 por ciento de los actores en España" puede decir lo mismo.

Para De la Torre, el cine es un "alimento", sobre todo de conocimiento, pues "una película puede contar más de un país que 800 telediarios". "Solo las películas.

Si dos películas han marcado a este camaleónico actor esas han sido AzulOscuroCasiNegro, filme que le brindó su primer Goya, y Gordos. La primera le cambió "la vida y la carrera de actor. Dejé Canal Sur -donde trabajaba como periodista- y logré ganar un Goya, algo increíble. Aquella fue una sensación muy hermosa, el sueño de cualquiera. Y con la segunda encontró "el papel" por el que suspiraba y un director, Daniel Sánchez Arévalo, al que definió como "mi Valdano".

También tuvo palabras, todas buenas, para La noche de 12 años, inspirada en los años de encierro y aislamiento del que fuera presidente uruguayo José Mujica. "Tuve que viajar cuatro veces a Uruguay, hacer una inmersión en el acento y perder hasta 16 kilos. El mío es un oficio que te obliga a entender más que a juzgar".

"La violencia no tiene justificación pero sí una explicación que hay que explorar", apuntó, y puso como ejemplo El hundimiento, con un Bruno Ganz que "fue muy criticado por humanizar a Hitler. ¡Es que Hitler era un ser humano, un ser humano que hizo algo terrible!", espetó.

En su intervención, De la Torre desveló que el que fuera vicepresidente del Gobierno con Zapatero, el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba, fue un hombre clave en la gestación de El reino. Después de mandarle "un abrazo a su viuda", el actor malagueño, de 51 años, recordó que el político socialista ejerció de "orientador. Nos reunimos con él y nos contó algunas cosas. Tras leerse el guion nos mandó un PDF de puta madre, con una precisión... Tenía un guionista dentro. Era un hombre extremadamente inteligente, y muy cinematográfico".

Su locuacidad le llevó hasta hablar de fútbol, recordándole al Real Mallorca que "en Segunda hace mucho frío"; y también de fotografía, después de que una joven presente le preguntara por esta supuesta pasión: "No tengo ni puta idea de fotografía. Yo hago fotos con el móvil, nada de obturaciones ni angulares".

De entre sus proyectos citó uno, la serie La línea invisible, sobre los orígenes de ETA, que dirigirá Mariano Barroso para Movistar+. Sobre el fenómeno Netflix, otra plataforma de contenido audiovisual online, aclaró: "Para mí, la experiencia cinematográfica ideal es en una sala y en V.O." Aunque reconoció ser un devoto de Filmin, con "un catálogo fantástico".

También elogió a Almodóvar, "marca España", para quien trabajó en Volver; y confesó su aspiración en el cine: "Mi gran ambición es intentar ser otro. Cómo puedo dejar de ser yo para convertirme en otro". Y Hollywood que espere: "No me tienta mucho. Hice tres trabajos en inglés y dos acabaron en un cajón".