Pau Mas y Càndid Trujillo integran una colla de xeremiers desde 2007, cuando decidieron ensamblar sus instrumentos y, de la mano de las luchas sociales y culturales que se sucedían en tiempos de la crisis económica, instalarse en la trinchera para disparar sus sonades y cançons populars. "Si nuestros instrumentos hablaran serían totalmente censurados", aseguran estos dos músicos que denuncian que "el Estado español nos está vulnerando las libertades individuales y ataca constantemente las profesiones más liberales y los oficios de antaño".

Armados con xeremies, flabiol y tamborí, han puesto banda sonora a los distintos frentes reivindicativos que se han levantado en Mallorca contra la corrupción, especulación y otros delitos que azotan nuestro territorio, desde el asalto-ocupación de la Conselleria de Educación que aconteció en 2012 a diversas marxes de torxes (o como encausados en el Coso de Felanitx también de 2012) para el derecho a decidir. "La música nos hace estar más atentos al compromiso político, a estar por la lucha. Nos arregla el peor de los días. La música relaja pero también activa", defienden.

En el Riu Dolç empezó todo, entre cervezas, llonguets y otras delicias inconfesables. "Es un bar en el que nos sentimos muy queridos. En el Riu empieza todo, nacen proyectos y suenan canciones, y también concluye cualquier fiesta que hayamos celebrado", señalan Pau y Càndid, siempre dispuestos a entregarse a la interpretación, divulgación e investigación de la música tradicional, ya sea en formato de dueto de calle -en fiestas de interés cultural inmaterial como la de l'Estendard o la Festa Major de Vilafranca del Penedès-, o como miembros de grupos como Taverners y Eixut, con los que publicaron varios discos. Además, a lo largo de su carrera han grabado canciones en trabajos discográficos de Ebri Knight o Posidònia Folk, "ambos premiados por la crítica musical", subrayan en su página web (pauicandid.cat), y han colaborado en diversas formaciones como el Joch de Ministrils del Consell de Mallorca, Ximbomba Atòmica, Música Nostra o els Tamborers de la Sala.

El encuentro entre Pau y Càndid fue casual aunque el segundo llevaba tiempo siguiéndole la pista al que hoy es su inseparable amigo. "El primer recuerdo que tengo de Càndid es verle subido a una barrera de un concierto que se hacía en la plaza de toros, del festival Mallorca Món. Tocaban Els Pets, Al Mayurqa, Titot -el cantante de Brams- y Youssou N'Dour. Ahí se me compareció Càndid, y se me presentó con unas xeremies plegadas en una mochila", recuerda Pau. "Yo era un aventurero", reconoce Càndid. "Tenía que conocer gente, quería meterme en este trui, me tenía que involucrar porque me gustaba ese mundo. Era como una llamada interior. Así conocí a Pau y a otros amigos con los que sigo en contacto", añade.

El primer bolo juntos lo ofrecieron en el casco antiguo de Palma, por el Sindicat, en las navidades de 2006, apadrinados por Tomàs Salom y Miquel Tugores, dos históricos de la música tradicional. Un estreno que ya indicaba la senda por la que han transitado hasta hoy. "Para aquel bolo nos disfrazamos de pies a cabeza, con unas mallas estrechas, solo se nos veía la cara. No fèiem mirera. Fue muy divertido, una semana entera de salir de noche y no dejar de tocar. Siempre procuramos pasarlo bien en un escenario. La vida ya es triste y complicada", reconocen.

Al margen de la colla que defienden, ambos colaboran y forman parte de otros proyectos musicales. Càndid ha dejado su impronta en grupos como El Toll, Ministrers de Vilafranca o los Ministrils del Consell. Por su parte, Pau ha participado en el último disco de Tomeu Quetgles, presentado hace unos días. También milita en dos charangas, The Much's Xarangas Band, de corte alternativa y cachonda, y 1 Ronda +, con la que actuó el pasado mes de mayo en un festival nacional en Burgos, logrando la cuarta posición, con el trombonista Josep Oliver distinguido con el premio al mejor solista. "Siempre ando de flor en flor, intentando trabajar. A los grupos en los que estoy les pido estar a gusto y que cuando acabe el ensayo me vaya satisfecho. Para mí, la música es compartir", subraya".

Reivindican la música tradicional, como banda sonora de las fiestas populares que se celebran en la geografía insular. "Es la música que más toca la tierra, que es de donde vienen nuestros instrumentos, de los árboles, de las cañas, de los animales? Viene de lo más rudimentario y hacemos bandera de eso". Pese a considerar que la escena de la que forman parte "goza de buena salud", apuntan algunas carencias: "La música tradicional tiene que entenderse como algo más que ball de bot. No hay que dejar de bailar y hacer cosas para que la fiesta continúe pero se necesita transformar esta escena. Y hay público para esos nuevos caminos, ahí estan las experiencias con Taverners y Eixut. Las jotas punk también tienen su público".