Elisa Martínez: "A Dorothea Bate le negaron la voz como científica"

Martínez, bregada en el dibujo feminista, asociado a las comprometidas contraportadas con las cuestiones de género de la periodista de esta casa Pilar Garcés, empezó a trabajar en estas páginas el pasado febrero. "Partí de la biografía de Karolyn Shindler, que tardó nueve años en hacerla porque se conserva muy poco material sobre ella. Sabemos de sus expediciones científicas, porque sus cuadernos de trabajo se han conservado, pero casi nada de su vida privada. Su archivo personal se quemó en un incendio", desvela la ilustradora.

Bate, la descubridora del Myotragus Balearicus, se volcó en su trabajo al cien por cien. No tuvo familia. "Su pasión por la Paleontología le nació de dentro porque ella es autodidacta. Tuvo la suerte de que esa curiosidad personal se la permitió la familia", relata Martínez. También coincide con el hecho de que a finales del XIX y principios del XX la arqueología y este tipo de ciencia se puso de moda entre los burgueses. "Es cuando empezaron las excavaciones en los yacimientos".

Resumir los pasos de la paleontóloga galesa no ha sido sencillo. En las páginas puede verse a una Dorothea siempre sola en sus viajes. "La primera expedición fue a Chipre. Allí se fue a casa de unas personas que habían sido vecinas suyas", relata. En su primer viaje a Mallorca le obligaron a venir acompañada por una señora. "Le advirtieron de que la isla era un lugar inhóspito y poco apto para mujeres solas. En realidad, estuvo poco tiempo en la isla porque al poco tuvo que marcharse porque su padre enfermó", cuenta Elisa. Fue en esta primera visita a Mallorca cuando fue a la Cova de Na Barxa de Capdepera, gracias a la pista de un reverendo, y encontró el fósil del Myotragus.

La segunda vez que vino aquí ya lo hizo sola y la recorrió durante varios meses. Estuvo en Alcúdia y en unas minas de lignito a los pies de la Serra de Tramuntana. Y después también visitó Eivissa y Menorca. En esta última descubrió una especie de tortuga y un tipo de lirón gigante y una musaraña. Después de estas expediciones, Dorothea no volvió a salir para investigar. Los motivos son una laguna sin descubrir.

"No sabemos si Bate tenía conciencia política o feminista, no sabemos cuál era su discurso político, pero está claro que en la práctica lo tenía", considera Martínez. "Viajaba sola, escalaba, se tiraba por los barrancos, excavaba, preguntaba, etc.", señala. "Con 19 años, sin nigún tipo de formación formal sobre Paleontología, se presentó en el Museo de Historia Natural de Londres a pedir trabajo. Ella sabía mucho de aves. Convenció al director del departamento de aves que la contratara. Entonces, entró como freelance de descubridora de huesos. El acuerdo fue que si encontraba algo el museo se lo compraría y referenciarían que el descubrimiento había sido de ella", comenta. Tuvieron que pasar muchos años más para que entrara a formar parte de la plantilla de la institución.

Dorothea se encontró con trabas por su condición femenina. "Estaba infrafinanciada respecto a sus compañeros. En Creta y Chipre ya había descubierto un elefante y un hipopótamo diminutos, dos hallazgos importantes que no le sirvieron para conseguir financiación para la expedición de Mallorca. Tuvo que pedir dinero a su familia", relata la dibujante alicantina.

Los agravios no se circunscribieron únicamente al dinero, sino también a su autoridad como científica. "En la Royal Society de Londres no podía presentar sus trabajos. No podía leerlas en público como hacían los hombres. No le dejaban tener una voz autorizada como científica a pesar de tener publicaciones sobre el tema", denuncia Martínez.