Llibres Ramon Llull presentó ayer en su local del Carrer de l'Argenteria un inédito de Llorenç Villalonga (Palma 1897 - 1980), Morta de pipida. Una pieza teatral que procede de un manuscrito conservado en la Casa Museu del autor de Mort de dama y que fue hallado por el catedrático emérito de Lingüística General (UIB) Josep Antoni Grimalt, quien firma la transcripción y el prólogo del volumen.

Una obra que supone "un buen ejemplo del tono satírico de Villalonga y de su afición por la caricatura esperpéntica, así como de su pasión por la psicología de unos personajes que le llevan a brillar con un argumento bien paralelo al de su novela Les fures", según Àlex Volney, responsable de Llibres Ramon Llull.

El profesor Grimalt, que dio con esta obra tras la muerte de Villalonga, en 1980, señala que con esta publicación el lector "descubrirá o confirmará la virtud y habilidad que tenía Villalonga para los diálogos", al tratarse de un autor que siempre "escribía primero una versión teatral para luego hacer de ella una novela".

Irónica y esperpéntica

Con Morta de pipida, Villalonga sirve una "parodia del teatro regional". La obra, al parecer, a instancias del filólogo Manuel Sanchis Guarner, llegó a las manos de la companía Artis en 1952, cuatro años después de su fundación, tras las escisiones producidas en el seno de la Agrupació de Teatre Regional.

"Artis la leyó pero no les acabó de satisfacer y el proyecto no salió adelante. No les gustó", aclara Grimalt.

"Se comprende -añade-. Tratada la pieza al estilo de Artis, tenía que parecer floja, porque sus valores, la ironía y la gracia del esperpento, no conjugaban y seguramente no los habría captado el público amplio y fiel del elenco". Además, entre la compañía y Villalonga "había diferencias sociales y psicológicas insuperables", subraya Grimalt.

No obstante, sostiene Grimalt que Morta de pipida sería representable hoy en día, con un matiz: "Solo necesita ir a parar a manos de la inteligencia. El director tendría que saber transmitir al público que se trata de una parodia, una burla sobre una forma de hacer teatro".

Al transcribir la obra, fruto de poco más de dos años de trabajo, Grimalt ha querido "respetar al máximo el lenguaje" de Villalonga, un autor al que siempre ha admirado.

"Cuando Villalonga se dio a conocer era como un islote dentro de la literatura que se hacía en Mallorca; su personalidad conectaba con aquella literatura que abundaba en Francia, marcada por la ironía y la inteligencia. Era una personalidad muy seductora. Como dijo Jaume Vidal, la suya es literatura hecha con inteligencia".

Villalonga quiso que su futuro literario, una vez fallecido, estuviera en manos del profesor Grimalt. "Una gran elección", subrayó ayer el también escritor Àlex Volney.

"La primera vez que Llorenç Villalonga supo de mi existencia -recordó el profesor Grimalt- fue cuando presenté una novela a los premios Ciutat de Palma, en el año 1960, y ahí estaba él de jurado. El libro era Història d'una dama i un lloro pero no se ajustaba a las bases. Ya entonces Villalonga me fascinaba como escritor. Era exquisito, educado y elegante".