Hay quien piensa que en música se trata de que banda y público conecten hasta el tuétano. Hay quien no: creen que lo importante es ser un ñoño de mierda. Esto último es lo que piensan todos los que salen por la televisión de este país, y por eso nuestra caja imbécil (caja tonta se queda ya corto) tiene el mismo interés y nivel que la de Uganda. Guadalupe Plata parecen comulgar con la primera opción. No dijeron ni hola ni adiós ni presentaron una sola canción ni trataron de empatizar con ocurrencia alguna. Solo salieron y tocaron. Y entonces todo explotó.

Antes, ya con la sala llena hasta las orejas, los gallegos Novedades Carminha predispusieron al público de manera excelente: ellos sí fueron cachondos, espitosos y cafres en el mejor de los sentidos, con ese garaje, rock&roll y casi punk que tantos grupos interesantes está generando.

Después llegó la ceremonia de Guadalupe. Hay un blues del lamento (el rural), uno de la fiesta (el eléctrico y urbano) y luego hay otro denso e intenso, casi sexual, que convierte los órganos genitales del oyente en un pantano. Los de Úbeda dieron un concierto de feeling: fuerte, potente y vehemente, en una sala que sonó perfecta y se reveló ideal para el mediano aforo. Una sala, a pesar de ello, que permanecía inédita en cuanto a conciertos. Otro espacio desaprovechado como tantos en esta ciudad.

Festival Jarana de primavera: Guadalupe Plata + Novedades Carminha. Sala Luna, martes 30 de abril.