María Zahara Gordillo Campos, Zahara (Úbeda 1983) tiene tres discos ajetreados. Arrancó como cantautora, estimable aunque casi naíf, para evolucionar a un pop rockerizado y con ambición de modernidad, para posteriormente reevolucionar hasta un rock y un pop de aire anglosajón endurecido, de producción bastante brillante, que ha revelado aristas muy interesantes en una artista que ha conocido calificativos tanto benevolentes (comercial) como reivindicativos (indie). Todo ello hay que interpretarlo como versatilidad virtuosa, reflejado en el notable Santa, su tercer disco en esta ocasión autoproducido tras su paso por multinacionales que hoy día prácticamente denigra, y que presenta esta noche en la sala La Red.

QUE ME REDUZCAN A UN ADJETIVO ME RESULTA DOLOROSO”

Se comenta mucho la evolución de Zahara. Los cambios, los giros, las metamorfosis, tanto en música como en el destinatario de la música. Se han comentado hasta los cambios en el color de pelo. Se pregunta uno cuántas Zaharas veremos hoy sobre el escenario.

–Muchas. Me gusta que en los conciertos pasen muchas cosas. Habrá una parte tranquila, otra más de bailar, otra rockera y hasta puede que alguna en la que acabes llorando. Hay que hacer disfrutar al público.

Comercial, no comercial; indie,indie

–Estoy de acuerdo. La gente necesita etiquetas porque hoy día todo va muy rápido. Tienes que definirte en treinta segundos, y como todo lo que reduce información, acaba siendo injusto. Me considero ecléctica, y que me reduzcan a un adjetivo me resulta doloroso. Pero no puedo hacer otra cosa más que intentar hacer buenas canciones, una buena puesta en escena, darlo todo y que la gente decida.

Santa es autoeditado. Pase lo que pase, la culpa es tuya.Santa

–Y me alegro por ello. En La fabulosa historia de..., que edité con Universal, había multitud de errores, ¡pero no eran míos! De los errores se aprende si son tuyos, y no hay mayor satisfacción que que equivocarse con tus propias decisiones.

Hay temazos imponentes en el disco. Por ejemplo, Crash

–Tengo el “problema” de que escribo y pruebo las canciones sola en casa, pero sí es verdad que después de escribir Crash, La gracia, Caída libre y Hágase tu voluntad sentía que necesitaba una canción más esencial, más yo. Y compuse Interior noche. Ahí tuve en parte esa sensación. También con Crash, que como solo tenía una acústica la saqué pegando guitarrazos con ella. ¡Es un subidón y una frustración ver que va a funcionar pero estar sola en casa!

Llama la atención que no te pregunten más por tus letras, cuando hay una voluntad de estilo notable.

–Es verdad que me interesan mucho, y se agradece el cumplido. Cuando al final de alguna entrevista me plantean qué me preguntaría a mí misma suele salir el tema de las letras.

¿Qué letristas admiras?

–Me fascinan las de Santi Balmes (Love of Lesbian) e Iván Ferreiro, que no tienen nada que ver entre sí. Tienen en común que representan un estilo muy propio reconocible enseguida. También me encanta Luis Brea por lo sencillo y al mismo tiempo efectivo que es. Es de una simplicidad muy bestia. Una vez puso un tuit revelador: “Hay que dar con esas canciones que no cuentan nada, pero joder cómo lo cuentan”. En sus letras consigue dar matices muy diferentes con una misma frase simple. Y Ferran de Egon Soda tiene las letras más espectaculares que he leído en el pop en castellano, como por ejemplo El cielo es una costra: “Despierto empapado en resaca / Y las obras son una batalla sin cuartel / Amaia Montero me llama desde algún lugar / La vida no puede ser esto”.

En la semana en que ha fallecido Manolo Tena, los que pensamos que la Movida es una época sobredimensionada en lo musical siempre nos preguntamos qué influencia tiene esta en los compositores jóvenes.

–En mi caso poca, pero de manera consciente. Tena ha sonado mucho en mi casa y supongo que algo de influencia inconsciente hay, pero de joven escuchaba más a Silvio Rodríguez, Aute, Sabina... Luego pasó a la música anglosajona, para luego volver a la española, aunque a la actual, saltándome dos generaciones. Pensar en Manolo Tena me recuerda a los viajes en coche con mis padres escuchando Sangre española.

Le pregunté a Ibon Errazkin (Aventuras de Kirlian, Le Mans) dónde está la frontera entre bonito y cursi. Me dijo que lo interesante es traspasar la frontera porque el buen gusto y la elegancia perfecta a veces aburren.

–Totalmente de acuerdo. Le oí algo parecido al productor Alejo Estivel. Iba a grabar a unos amigos, y cuando le dijeron que algo tal vez sonaría hortera, contestó que en un estudio de grabación la palabra “hortera” no existe. El prejuicio es tan absurdo como la época en la que vives. Te van a criticar igual.

Cosas sencillas pero muy significativas: el tamaño de letra de tu nombre en el cartel del FIB (su nombre aparece destacado en la franja media).

–Cuando me lo dijeron pensaba que era broma. Y cuando se lo conté a mis amigos, ¡también pensaban que era broma! Me encantó, y espero que se refleje en una buena hora para tocar, aunque si no es así podré disfrutar de los conciertos de otros.

Dice tu tío [Joaquín Sabina] que para hacer una buena canción se necesita una melodía bonita y una letra sincera, pero que lo más importante es un 1% que nadie sabe lo que es.

–Estoy de acuerdo. Es mi caso, cuando he sentido que he escrito una buena canción es porque he tenido una especie de abducción, un viaje astral. Hay dos formas de componer una canción: como un tetris, como un puzzle en el que haces encajar todo, o ir haciendo y deshaciendo hasta que de repente lo juntas todo y te encuentras con que funciona. Eso es ese 1%.