Y de repente, sucedió: el grupo de moda, aquel en el que a todo el mundo le gustaría tocar, aquel que todos querían ver en directo, el grupo cuyo primer disco pasabas a tus amigos casi extasiado y casi implorando “¡Escúchalos!, ¡son la hostia!”, surgió inesperadamente no de una gran urbe, crisol de influencias y modernidades, sino de una recóndita aldea gallega. Al principio, Triángulo de Amor Bizarro eran simplemente un dúo, Rodrigo e Isa. Sólo dos personas idearon una pequeña revolución en base a melodías intuitivas, letras contundentes y el sonido, ese sonido: una hostia de sonido.

Junto a CatPeople (entrevista aquí), son los cabezas de cartel del primer fin de semana del Festival Indie de Interior 2+2 (previa del festival aquí) El sábado actuaron en la sala Abraxas, y es Rodrigo Caamaño, guitarra y voz, quien contesta a esta entrevista.

-En una entrevista que os hicieron en México calificaron vuestra música de “poderosa”. ¿Os gusta el adjetivo? ¿Hacéis música poderosa?

-Intentamos expresarnos, y si dicen que lo hacemos de forma poderosa nos parece bien, la verdad.

-Leí también que os gustaría trabajar con Genís de Astrud. Lo último que he oído de él es su trabajo con Single. Es excelente, pero sigo sin ser capaz de visualizarle trabajando con vosotros.

-Somos muy fans de Hidrogenesse, y además Genís hace unos teclados y sintes increíbles. No solemos colaborar mucho con otros músicos, pero siempre hay gente que te gusta mucho lo que hace y lo ves un poco como un fan. Aunque son sólo ideas que surgen, nada más.

-Vuestra bajista, Isa, protagonizó una de mejores anécdotas musicales de Mallorca. A poco de empezar vuestro primer concierto en la isla, interpeló al público “¿Por qué no bailáis? Ah, claro, es que sois modernos, y los modernos no bailan” (acto seguido, el público explotó a bailar). ¿Aún os preocupa tanto que el público baile en vuestros conciertos?

-No lo recuerdo, la verdad, pero supongo que sí: es importante que la gente lo pase bien y es mucho más fácil llegar con cualquier mensaje si además la gente esta disfrutando.

-Una de las cosas que más calan en el público es la particular fiereza de vuestro sonido. Después de dos discos, ¿sabéis ya cómo queréis sonar y cómo lograrlo?

-Sabemos cómo no queremos sonar, y tenemos en la cabeza lo que queremos conseguir, pero lo cierto es que vamos cambiando siempre bastantes cosas en el sonido. Cualquiera que nos haya visto a lo largo del tiempo lo puede ver. Nos preocupa mucho, y no creo que se pueda desligar el sonido de la canción. Creo que son dos cosas de la misma moneda e intentamos cuidarlo mucho. Cuando nos aburrimos de una cosa lo vamos cambiando para que nos suene fresco: teclados, la configuración de pedales e incluso algunas letras.

-Tengo un amigo que borraba los números de los potenciómetros del amplificador y volvía a pintarlos, pero en vez del 1 al 10, del 1 al 12. ¿Esa es la actitud para entrar en TAB?

-Nosotros nos nivelamos según la batería, y como Rafa le da fuerte, para oírnos tenemos que ponernos altos. Y además, nos gusta. Pero tampoco creo que sea algo necesario para todos los grupos. Nosotros formamos las canciones contando también con el volumen, me refiero que no lo hacemos de forma gratuita, sólo por sonar altos, si no que está al servicio de la canción.

-Si Año santo

-Probablemente, aunque siempre pensamos lo mismo y después sale como sale. Intentamos no forzar el tono y que refleje nuestro estado de ánimo, sin impostarlo.

-¿Vuestro sueño es grabar con Phil Spector y crear juntos vuestro “muro de sonido 2.0”?

-Ahora es complicado, pero es desde luego uno de mis grandes héroes musicales.

-Diría que en las letras del segundo disco hay una mayor intención poética respecto al primer disco.

-Puede ser. No lo llamaría “poético”, pero sí que intenté una mayor unidad temática. Las del primero son letras sueltas, las del segundo tienen mucho en común entre ellas

-¿Habrá nuevas temáticas en las letras de las nuevas canciones?

-No estoy seguro. Puede, pero hasta que no tengo todas las letras nunca estoy seguro.

-Cuando se habla de vuestros textos se comenta mucho la mala uva, pero me da la impresión de que también hay mucho sentido del humor.

-Sí. Creo que es más sentido del humor que mala uva. Intentamos no tomar nada demasiado en serio. Ya está el mundo lleno de gente muy pagada de sí misma.

-Estos días de han hecho públicos datos de audiencias del Estudio General de Medios (EGM) correspondiente a este último trimestre, que en el capítulo de radios musicales reflejan el liderazgo destacado de Los 40 Principales con más de 4 millones de oyentes únicos al mes, casi el doble que el segundo medio en el ranking, que es cadena Dial. Radio 3 está en unos 450.000. ¿Son datos importantes de los que hay que sacar conclusiones?

-Por calidad, Radio 3, para mí, es la primera. El resto me parece una mierda. No me importan los datos. Si no, no haríamos la música que hacemos.

-Ya habéis ido a tocar fuera de España. ¿Creéis que aquí tenéis un público limitado?

-No. Creo que podemos llegar a cualquier sitio, sea aquí o fuera, pero siempre gusta ir a sitios nuevos. Esta misma semana estuvimos en Berlín tocando, y fue genial, la verdad.

-Son multitud de grupos los que se han definido como macarras en sus inicios para después ir poniéndose más estilizados. ¿Intuís que os pasará algo similar?

-Está claro que a medida que envejeces tienes que buscar otras cosas. No vas a estar siempre con lo mismo. No espero hacer el mismo tipo de disco que hago ahora dentro de 10 años. Creo que es bueno reflejar lo que eres.

-New Order tocan en Mallorca este verano. Su directo es uno de los más aburridos que he visto nunca pero, ¿ir a verlos siempre es conveniente?

-No sé… Soy fan de los primeros discos, pero nadie me ha hablado bien de ellos en concierto, y menos ahora. Prefiero imaginar cómo son que llevarme un chasco con la realidad.

-¿Qué teméis perder si dejáis la aldea en la que vivís por una gran ciudad: autenticidad o simple facilidad de desconexión?

-Un poco de todo, sobre todo calidad de vida. Además, como giramos mucho, tampoco echamos de menos nada de la ciudad.

Vídeo: De la monarquía a la criptocracia