La premisa de partida es sencilla: Son & the Holy Ghosts es una de los grupos que más han gustado en los últimos tiempos. En 2009, Blau/Discmedi les editó Lyrics & Songs, y con él nació un creciente culto hacia las canciones rock y folk de este quinteto mallorquín liderado, con sus canciones y con su voz, por Guillem Mesquida. Los que se han adherido a la propuesta de la banda loan sus fuertes influencias de referentes del rock setentero como Neil Young, The Band, Tom Petty, Bob Dylan y hasta Hank Williams y The Byrds. Todo ello sin perder de vista que no quieren sonar clónicos de nadie, lo cual se ha convertido en uno de sus principales ganchos: el oyente puede detectar que, si escucha a Son & the Holy Ghosts (sontheholyghosts.bandcamp.com), está oyendo a un grupo con personalidad.

Hoy jueves, a las 19 horas, presentan en Xocolat (Font i Monteros, 18) su segunda referencia, un EP de seis canciones, autoeditado, de título Shadows & Monsters.

-Se nota que buscáis un sonido rock y folk de mucha personalidad. Normalmente, eso solo se consigue haciendo 150 conciertos por año, algo fuera de vuestro alcance. ¿Cómo estáis tratando de solventarlo?

-A partir de la grabación del primer disco ya empezamos a ver por dónde estábamos más cómodos, que es en los medios tiempos. Y en el EP hemos tirado más hacia los clásicos. Lo hemos visto claro en el local y lo vimos tras la gira por la península [de seis fechas, organizada por Artista en Ruta]. Ahora sabemos qué sonoridad queremos. Xisco (Carbonell, guitarra) lo define muy bien: “No inventamos nada, sólo hacemos lo que nos gustaría escuchar en un grupo”.

-Tenéis una base clásica muy firme, pero no sonáis a revival

-La verdad, no. Sabíamos qué nos gustaba, los clásicos, pero también que no somos crooners. Esto es como una coctelera: lo meneamos y procuramos que el resultado tenga, además, personalidad.

-¿Puede ser también una simple cuestión de equipo, de cómo suenan los dispositivos actuales?

-Probablemente sí. Y puede que también la forma de grabar.

-Al público le gusta mucho tu voz. ¿Cómo te llevas con ella? ¿Estás cada vez más cómodo con tu forma de cantar?

-Creo que he evolucionado, pero esta evolución ha sido conjunta, con la banda. No me considero un gran cantante, pero sí creo que ahora canto de manera más natural, menos sobreactuada.

-Bandas también de fortísima base clásica como Wilco complementan su carácter con sonidos muy contemporáneos, incluso ruidistas. ¿Os habéis planteado ese tipo de recursos?

-Wilco son un referente, y antes de ellos, The Band. Pero no nos lo hemos planteado. No queremos llegar a ningún lugar predeterminado, ni incorporar un determinado sonido porque esté en una determinada canción, aunque hay cosas, etapas, por las que sé que pasaremos. También me gustan Sonic Youth o grupos de Seattle, cosa que creo que están en el primer disco. Arreglamos las canciones pensando en lo que ésta necesita, y a veces un silencio aporta más que cuatro notas.

-Cuando un grupo de aquí me gusta mucho y veo que canta en inglés, siempre recuerdo lo que dijo un músico: “No entiendo a los grupos que hablan de Arizona sin haber estado en Arizona”.

-(ríe) Es una buena sentencia. Cuando empecé cantaba en castellano, pero no me encontraba cómodo. Admiro a los buenos letristas en castellano porque es muy complicado, sobre todo por la métrica. Los ingleses usan muchas palabras cortas, y es más fácil encajarlas. Así solo me preocupo del sentido que quiero que tengan, de qué quiero expresar. Permite más flexibilidad. Como me dijeron una vez sobre Dylan: su música es matemática. Todo cuadra.

-Las canciones del EP son más luminosas, melódicas y amables, más tipo Please Spit It Out

-El primer disco salió de un momento personal oscuro. Ahora, el grupo ha tomado otro camino. Aunque me gusta más lo truculento que los finales felices.

-¿El segundo álbum será una evolución o continuista?

-Una evolución hacia lo que apunta el EP: más folk y más rock&roll. Pero r&r setentero, no acelerado, sino como de medio tiempo.

-¿Qué tipo de canciones te salen más fluidamente, las de músculo como Disaster, o esos medios tiempos, tipo DisasterAshes

-No es que el r&r me desagrade, pero me gustan más los medios tiempos porque permiten meterte más a fondo para sacar los monstruos que te interesan.

-El rock clásico, y no digamos ya el folk, habla mucho de sentimientos, y a menudo es también muy político. ¿No has querido escribir letras más políticas y/o sociales?

-No me lo he planteado, pero en el fondo, siempre contarán más los sentimientos. Cuando llegue el momento final de tu vida no te acordarás de la política, sino de tu familia, de los que te quieren o de las relaciones que has tenido. Valoro más este momento concreto que estamos teniendo ahora que no la actualidad política. Aunque todo ello sin estar desvinculado de la realidad.

-¿Te ves con una carrera larga, de 15, 20 ó 30 discos?

-No lo sé. Me gustaría. Depende de la aceptación del público, porque hacer discos es muy caro y no se venden. Creo que como grupo podemos tener un cierto espacio, pero quién sabe dentro de diez años.

-El primer disco lo escribiste bajo el fuerte impacto emocional de la muerte de tu padre, y tú mismo sufriste después una seria intervención quirúrgica. ¿Cómo has salido como persona de todo aquello? ¿Con más fe, por ejemplo?

-No. De hecho, yo pensaba que no había cambiado. Pero mi pareja, que convive conmigo día a día, decía que no me daba cuenta de lo mucho que había cambiado, que era mucho más pausado y apreciaba lo pequeño de cada día, mientras que lo material y económico había pasado a otro término.

-Quienes han pasado por experiencias tan intensas suelen relativizar y, al mismo tiempo, separan más marcadamente qué consideran importante y qué no. ¿Te sucede algo parecido?

-Sí, y por eso empecé este proyecto, para contar esos momentos personales. Yo no cuento historias, sino fotografías, lo que un momento me sugiere, como si cada canción tuviera un significado diferente para cada oyente. Y antes me daba igual no ver a un amigo en dos meses, pero ahora aprecio más esa cerveza con él que ir a una manifestación contra una central nuclear. Puede sonar egoísta, pero después de cosas así tiendes a serlo un poco.

-Tienes una tienda de bicicletas y de ropa [Yeah!, en Ample de la Mercé, 1, bjs., cuyo eslogan es “Optimismo, bicicletas, ropa guapa y accesorios”]. ¿Crees que en Palma es posible una cultura de la bici tan extendida como en otras ciudades europeas?

-Tenemos la ciudad perfecta: pocas cuestas, buen tiempo y es pequeña. Pero falla la mentalidad mallorquina. Nos costará años. Hay que mentalizarse de que ahorras gasolina, gastas menos y encima haces deporte.

-¿Cómo va el negocio?

-Como todos. Ni frío ni calor. El momento es difícil, pero cada vez hay más gente haciendo deporte o yendo en bici, y el mercado de segunda mano es cada vez mayor.

-¿Te gusta Palma?

-Me encanta. Es tranquila y pequeña. Tal vez hay demasiada gente que la compara con el cosmopolitismo de Barcelona o Madrid, pero a mí no me gustaría perder ese punto de salir un domingo a dar una vuelta y no encontrarte con nadie.

-O sea, que de terrazas en el Borne, ni hablar.

-No tanto. Se puede encontrar un término medio: ni ser una ciudad muerta ni ir a 1.000 por hora. Lo importante es no tender al capitalismo sin medida, sino poder conservar ese punto de pausa.

-Para acabar volviendo a la música: recomienda un par de discos extraordinarios que hayas escuchado recientemente.

-Mean everything to nothing, de Manchester Orchestra. Sobre todo las canciones más tranquilas. Y I and love and you, de Avett Brothers. Me encanta ese título tan poético.

-¿Y uno clásico?

-Cualquiera de Roy Orbison.

Videoclip de Kiss Me (perteneciente a Lyrics & Songs):

Black Roses (perteneciente a Shadows & Monsters, directo en el Teatre Xesc Forteza):