Los recientes días históricos han traído reacciones que no deberían ser históricas y continuadas, sino anecdóticas: IB3 se atascó en una cobertura extensiva de las nevadas (tres cuartos de hora en informativos y varios especiales monotemáticos) que lleva a preguntarse si un ente autonómico y carísimo debe hacer la misma función de canal de barrio que ya hacían Televisió de Son Servera o Alaró TV. En la cadena andan eufóricos con las cifras de audiencia: bien por ellos, no se trata de ser aguafiestas, pero autonómico no tiene por qué ser sinónimo de costumbrismo buenista. Y decir que la ola de frío dispara la audiencia de IB3 es la antinoticia: lo noticiable sería que el mallorquín eligiese Televisión de Galicia para informarse.

Tal vez acostumbrados a que sus iniciativas no sean excesivamente fiscalizadas, en IB3 han modelado una programación provinciana en el peor sentido de la palabra, definida por un significado colaborador de la casa como “para tres abuelos de Campanet, que según los datos de la auditora Sofres son los que ven IB3 habitualmente”. Cuadra con esa abulia conservadora una de las últimas propuestas de la cadena, de un innovador y rompedor histórico: un nuevo programa de cocina.

Si uno opina que un medio de comunicación privado debe informar y también formar, qué no dirá de uno pagado con dinero público. La función y la responsabilidad social del periodismo existen, tanto como existen los enchufados: suena casi demodé, pero no debería estar normalizado que los puestos de mayor importancia periodística en un ente público se adjudiquen por filiación política y no por estatus profesional. El mecanismo de selección es históricamente erróneo al no basarse en la meritocracia, no habiendo sido revisado ni por derechas ni por izquierdas. Con ello desaparece también la promoción del periodista y del comunicador local, otro de los objetivos deseables en un medio público. Se entiende que la audiencia sea el objetivo primordial en una empresa privada, pero en una pública hay otros fines que están a la misma altura. Este artículo volverá a publicarse en verano, cuando la cadena autonómica insista en que lo más importante del estío mallorquín es que hace mucho calor.