La RAE es muy ‘random’ para los ‘boomers’

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Los académicos de la lengua han decidido legalizar una serie de palabras que, hasta el día de hoy, debían ser escritas en cursiva. Se movían por nuestra habla y nuestros escritos de forma ilegal, o puede que de forma alegal, porque tampoco vamos a ir por la vida denunciando términos que, por razones que se nos escapan, se convierten en habituales. La RAE hace bien en estar cerca de las voces de la calle. Es sensible hacia los vuelcos gramaticales contemporáneos. Pero los momentos son tan cambiantes que la jerga que parece consolidada se esfuma en un cambio generacional. Y las generaciones son cada vez más cortas.

Hay palabras que han extrañado. Por ejemplo, perreo. Se define como «un baile que se ejecuta generalmente a ritmo de reguetón, con eróticos movimientos de caderas», y sigue… El término reguetón está aceptado, no así el de reggae que lo mantienen en cursiva y lo escribe como regué, que nadie usa. O la palabra chundachunda, que en mi corrector sigue siendo incorrecta, que explica una música fuerte y machacona. Es cierto que la RAE acepta jazz, swing o foxtrot, bailes que ya no están de moda, pero siguen existiendo en el diccionario. La pregunta es: ¿los académicos se cuestionan cuánto tiempo es necesario que pase para que una palabra sea aceptada?

El foxtrot se puso de moda en 1914 en Estados Unidos, el baile del zorro, inspirado en movimientos africanos. En un tiempo se puso de moda la palabra para echarle la bronca a alguien y ahí quedó la acepción, ya olvidada. «Armarle a alguien un foxtrot». La cuestión es entender si la RAE acepta para mantenerse al día o para que algunas expresiones pasen a la historia. Porque ya tardan con random, la palabra más Z que existe. Mi aportación está en el vocablo poyaque: aquellos arreglos que le pides a un albañil porque «ya que está usted aquí». Muy utilizado en las reformas de pisos. Ya ven.

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