¿Un exceso de realidad coarta la imaginación?

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

La noticia del Premio Cervantes 2023 nos pilló en medio del cierre del suplemento ABRIL. Que fuera el agraciado Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) nos resultó reconfortante. Al menos esa fue mi sensación. Muestra la tesis que la literatura española, la que se inscribe en la Castilla de siempre, lleva perfilando desde hace mucho tiempo, aunque una calificación tan amplia ya no sea contemporánea, sobre todo en los tiempos de las redes sociales, con Tik Tok e Instagram.

Sin embargo, Luis Mateo Díez sí conserva una mezcla de pérdida de un territorio real multiplicado con su propio mundo perdido y reinventado en Celama, esa comarca de fantasía donde la memoria, junto con la imaginación, nos salva de lo real. Le decía el escritor al periodista Carlos Alsina que tenía un exceso de realidad y que cada vez le interesaba menos habitarla. Para un autor que siempre se ha movido entre lo imaginado y lo que fue, resulta coherente. Como seña de identidad y como vacuna ante lo que le rodea.

«Hace años que le vendí el alma al diablo para que me permitiera subsistir en la ficción», aseguró un día después de que Miquel Iceta, ministro de Cultura, lo llamara para darle la noticia. Y ahí sigue, aunque sea consciente de los años «de la vejez». Y puede que sea por ello por lo que le abruma la actualidad. «La realidad viene por todas partes, es un barullo, tiene una gran resonancia». Qué será de nosotros, parece decir. Y hace pensar. Conforta que sea Luis Mateo Díez quien reciba el máximo galardón de las letras en español, porque nos hace ser conscientes de eso que podemos denominar «rutina creativa». Demasiada información, pero con una profundidad muy limitada. Poco tiempo para pensar, para destilar los hechos que nos rodean. Todo es según desde qué punto de vista se observa, pero la mirada del Cervantes de este año reconforta. Y, ahora, llámenme boomer.

Suscríbete para seguir leyendo