POESÍA

Suma poética

La rica y copiosa obra de Luis Antonio de Villena, recopilada en dos volúmenes

Luis Antonio de Villena. WIKIPEDIA

Luis Antonio de Villena. WIKIPEDIA / Lauren García

Lauren García

La ingente tarea de reunir la obra poética de Luis Antonio de Villena, tan rica como copiosa, es una empresa que ya se ha llevado a buen puerto. Los dos volúmenes que la recogen bajo el título de La belleza impura nos ofrecen a un poeta tan clásico como vanguardista, tan anclado en la tradición como renovador. Todo ese halo que pertenece a la belleza despierta en ocasiones, se hace recóndita en otras, siempre dispuesta a sentir la plenitud y magnificencia de la poesía. La belleza impura contiene, además, poemas que se cayeron por diversas razones de sus libros, o que permanecían inéditos. También una muestra del último libro, en el que se encuentra trabajando.

El tiempo inconquistable de lo que fue esplendor, exhalar la llamarada del placer, comprobar que «sobre la mesa, al romperse la copa, se rompa el hechizo». Los personajes que retrata Villena son explosión, con su inherente decaída. Esa exaltación del amor que se expande en su poesía, con su flamígero alcance. La hermosura intocable por un instante, como en el poema dedicado a Marilyn Monroe. Vidas célebres o anónimas que se desviven por una pizca de pasión están obligados a naufragar entre la fatuidad humana y saben bien del amarillo que termina por apoderarse de la fotografía.

El instante paladeado con un hedonismo sobresaltado, del que percibe una pertenencia y una pérdida: «Y el afán de muerte siempre en la voz de las rosas».

Los motivos literarios que inspiran los poemas, citas o referencias nos remiten a una cultura excelsa que transfiere un vivaz humanismo al lector; una sabiduría de lucidez expositiva. El conocimiento libresco del poeta adquiere acomodo en lo popular. Poemas que despiertan los sentidos, con la fragancia que despide un óleo o un viaje. La vida floreciente en éxtasis de los cuerpos jóvenes, y los versos rememorándola y resumiéndola. La noche es el mejor escenario para que las proclamas del ideal de belleza se tornen reales, a pesar de su carácter utópico: «Y cuando llegue la noche / y el aire arda en el cálido olor de los jazmines, / beberemos vino en la terraza».

El oficio literario es deleite de transgresión, rebasa los perímetros de lo establecido: «Soy un ladrón de realidad, / y creo bien que todo arte es rapto. / Por eso importa más el vivir, / finalmente. Y de una u otra manera, / el artista, señor, es delincuente».

La aventura es fuente y propósito de enmienda ante la realidad. Lo convencional y rutinario se desbaratará ante el efluvio del placer, una fragancia salvífica que debe administrarse con el mimo de las esencias. Lo ramplón y mediocre será desdeñado por medio de una elegante y rotunda escritura.

La intensidad hímnica de la poesía del escritor madrileño se irá transformando en una intensidad elegiaca, sin perder timbre ni intensidad. Es muy notable, esta nostalgia preterida, en el segundo tomo de la recopilación, correspondiente a su última etapa, donde predominan los poemas en prosa. El fragor deja paso al recogimiento, como la contemplación de un tapiz en una vieja casa.

Los cincuenta y un años de quehacer poético que recoge La Belleza impura demuestran que hay poetas, poseedores de una obra refinada y personal, que merecen ser aupados a la categoría de artistas. La poesía de Luis Antonio de Villena nos ubica en la celebración de los altos vuelos.

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