Negra
John Rebus: el inmortal y sus achaques
Ian Rankin tira de nuevo de su inspector fetiche, ahora achacoso, en ‘Canciones para tiempos oscuros’
Saúl Fernández
El inspector John Rebus, la principal criatura nacida de la cabeza del novelista escocés Ian Rankin (Cardenden, 1960), hace tiempo que es inmortal, pero también es verdad que cada vez está más cascado. Se jubiló en La música del adiós (2007) –le hicieron una fiesta en The Oxford Bar–, pero se ha mantenido activo desde entonces. A su modo. Lo hace de nuevo ahora con Canciones para tiempos oscuros (2022) que acaba de salir en español (en inglés, está preparada «A Heart Full of Headstones»).
Hace varias novelas que Rebus no bebe. Y lo de fumar, ni lo piensa. La mala vida que empezó en Nudos y cruces (1987) –por entonces frisaba la cuarentena– le ha dejado con una enfermedad pulmonar de obstrucción crónica (EPOC) de caballo y esa enfermedad ahora le ha obligado a cambiar de casa. Los dos tramos de escalera para llegar a su legendario piso –en Arden Street, en Edimburgo–, se han transformado en un Everest. Así empieza la nueva novela: con Rebus de mudanza. Ya no es el que era: el poli gruñón y patibulario, bregado en mil batallas; incapaz de obedecer a la autoridad o de atender a las mujeres que se le acercan… El poli que sólo sabe hacer una cosa: descubrir a los malos. Y detenerlos. A costa de su propia vida. Pero, como es inmortal, qué más da si vuelve al tajo una y otra vez, con todos sus achaques, con esa ironía de señor de vuelta de todo. (Siempre lo había estado: desde mediados de los ochenta, que es cuando empezó a frecuentar el camino cierto hacia la eternidad.) Se mantiene así en «Canciones para tiempos oscuros ». Ha desaparecido su yerno. Su hija y su marido se han ido lejos, muy lejos de él. Se han perdido en la muy norteña Escocia: lluvia, falta de cobertura, un triste pub… y una muerte.
Rebus, mayormente, ha sido un policía de ciudad: psicópatas, yonquis, el mafioso Cafferty… esas cosas. Rankin le había hecho combinar la historia y el presente en alguno de los casos en que lo ha ido metiendo a lo largo de estas tres décadas –no sé, se me ocurre Aguas turbulentas (2001)–, pero siempre ha incluido la actualidad en sus obras: la devolución del Parlamento, la reunión del G7 en Edimburgo y, ahora, el brexit… En Canciones para tiempos oscuros no abandona la línea marcada (si lo hiciera, se lo reprocharíamos… y muy fuerte), añade novedades: una Siobhan Clarke –su pupila– más independiente que nunca y tan sardónica como su maestro, un decorado natural lleno de frío… Y eso está bien. Hace años que Rebus nos sedujo y esta seducción su creador la sigue manteniendo como si nada. Rebus, achacoso, sigue siendo Rebus. Y si no sale Edimburgo, que no salga. Que Escocia es más grande.
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