Aquel día fue inolvidable para Marta del Riego Anta porque fue cuando supo que debía escribir Mi nombre es Sena, su tercera obra de ficción: "La llama se prendió cuando escuché en una película griega el nombre de Sena y pensé que sería un buen arranque para una novela: alguien que repitiera su nombre con insistencia. Y ¿por qué? Porque su nombre no era ese, no era Sena. Y desde ahí empecé a desovillar la madeja. Por qué alguien se cambia el nombre. Por qué alguien huye de su país. Por qué alguien va muy lejos y a un lugar que está en ebullición, en el que cualquier cosa puede suceder: Berlín. Un lugar que conozco muy bien, y una época, el año 2000, que yo misma viví. Y ya tenía protagonista y escenario€" Si la comparamos con sus dos novelas anteriores, "ésta es más dura, también la más personal, en la que he puesto más de mí misma y de mi propia experiencia. Además, construir los personajes me costó porque están llenos de aristas, se enfrentan a decisiones duras y nunca eligen el camino más fácil. También creo que es la más lograda estilísticamente porque me he permitido cierta experimentación, por ejemplo con el juego del punto de vista, hay algunos capítulos escritos en segunda persona, otros en forma de diario€ En cuanto al hilo que vertebra todas mis novelas, lo que tienen en común es la tierra: el amor a la naturaleza y el sentimiento de desarraigo. Gentes del noroeste, de una España rural, que abandonan, incluso huyen de su tierra, y jamás pierden ese sentimiento de nostalgia, de morriña, que en muchos casos les hace regresar". La mayor dificultad que le salió al paso "fue dibujar el personaje de Franz, el marido alemán. Que es un buen hombre que no es capaz de entender la complejidad de su esposa, de Sena. Dibujar personajes buenos y hacerlos atractivos no es nada fácil. Es curioso cómo nos atrae el abismo, el peligro, incluso la maldad. Y Sena se deja atraer por ese abismo. También fue difícil escribir las escenas corales de la familia alemana y de los amigos alemanes de la pareja. Tenían que ser muy verosímiles, y a la vez nada tópicas".
La autora relee para nosotros apuntes de un diario desordenado que escribe con fecha de diciembre de 2014: "Es domingo, ha llovido todo el día. Por la mañana trabajé en el último capítulo de Mi nombre es Sena. ¡El último! No puedo más, arrastro un cansancio por las páginas que espero que el lector no note. Ando por la sexta o séptima reescritura". Quizá por "esa insistencia en esta tercera novela he logrado ya un estilo propio. Que mezcla un cierto costumbrismo poético, con una crítica ácida, dura, de la sociedad. Que utiliza a veces la tercera persona omnisciente y a veces deja fluir el pensamiento de los personajes. Que juega con momentos de melodrama intenso. Y de violencia descarnada. Y que todo eso junto funciona. Pero también creo que esa forma de narrar no encaja en ningún género ni en ningún estilo aceptado por la crítica literaria española". Pasamos páginas: "¿Qué hago el último día del año? Me levanto a las 6.00, trabajo en mi novela hasta las 9.30, cuando se despierta mi hijo. Su llanto me pilla en medio de un diálogo de pareja entre la protagonista y el marido al que ha abandonado. Es difícil hacer que no parezca tópico. O que no parezca de una película de Woody Allen. Rebusco en algún patio trasero de mi cerebro, algún lugar donde se amontonan las bicicletas oxidadas y la hiedra crece desordenada. Sé que ahí encontraré algo para ese capítulo. Pero me cuesta llegar, hago un esfuerzo, llego".
MARTA DEL RIEGO ANTA
Mi nombre es Sena
HARPER COLLINS, 384 PÁGINAS, 17,90 €
