Semana a semana noticias, reportajes, creación literaria y, particularmente, reseñas ofrecen al público lector las opiniones de los colaboradores sobre la actualidad de la vida cultural y sobre sólo unos pocos de entre la multitud de libros que se publican. Seleccionarlos es siempre, no sólo insuficiente, sino sobre todo un ejercicio comprometido y tanto el director como el crítico tienen la responsabilidad de orientar a un público diverso hacia aquello que represente, a su juicio, lo mejor de la cultura colectiva.

Las condicionantes de esta mediación, siempre relativa o dudosa, entre creación y público son múltiples y la mayor -la experiencia lo demuestra- es la presión que ejerce la publicidad de las editoriales inserta en sus páginas y que puede influir en qué se reseña. Un cuaderno cultural sin ella garantiza un mayor grado de independencia. También la creciente limitación de espacio en el diseño de sus páginas obstaculiza la argumentación, de la misma forma que un nivel excesivamente académico reduce su alcance entre el gran público, por más que trivializar dicho nivel es otra forma de restar eficacia al papel de la crítica.

Un problema que escapa a nuestra labor como críticos es el de la dificultad de difusión de lo publicado por editoriales de menor alcance, puesto que no siempre facilitan al crítico sus novedades ni ocupan un espacio principal en las librerías, desplazadas por la acumulación de títulos de las grandes empresas editoras. No puede obviarse tampoco la influencia que los premios literarios -con mucha frecuencia productos del marketing editorial- ejercen sobre los consumidores y también sobre los críticos, y que se suma a la creciente presión de los medios audiovisuales y de los espacios virtuales -entre ellos algunos blogs que han logrado prestigio y considero muy solventes-. Todo ello ha reducido el protagonismo de una crítica periodística que, sin embargo, sigue siendo socialmente necesaria y útil.

El crítico como lector interesado debe afrontar la dificultad de desprenderse de sus afinidades y preferencias. Su credibilidad y su influencia se desprenderán de lo razonado de sus opiniones, de la amplitud y diversidad de sus lecturas y de su mayor grado de objetividad. Por lo demás, lo que se ha considerado siempre como crítica efímera o fugaz ha dejado de serlo en tanta medida gracias a la posibilidad de acceder a su archivo en el espacio virtual de algunos cuadernos culturales y suplementos literarios. Abrir a todos los lectores interesados dicho espacio es ese algo más que un cuaderno como este puede hacer para cumplir con su labor de difusión permanente de la producción cultural colectiva.

La crítica de novedades literarias, su carácter urgente, es siempre un reto para el crítico, que tiene que someter su lectura al imperativo de la inmediatez, con la consiguiente provisionalidad de sus juicios. En ello radican su riesgo y su interés. Y por ello precisamente a quien esto escribe le satisface participar en este cuaderno.