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Tribuna

El modelo de gestión de los residuos en Mallorca

En los últimos artículos hemos visto modelos de gestión de residuos en diversos emplazamientos, y que gozan de reconocimiento internacional. Merece la pena recordar lo que tenemos aquí.

Mallorca es una isla cuya economía está basada principalmente en el turismo, con una renta per cápita superior a 25.000 €/año. En el año 2016 visitaron la isla alrededor de quince millones de turistas, contabilizándose más de setenta y cinco millones de estancias. Por otra parte, la población censada ha pasado de 609.150 habitantes el año 1996 a más de 850.000 en el año 2016, con una media de crecimiento anual superior al 3%. Así pues, la necesidad de una solución integrada para la gestión de los residuos en una isla cuya economía se sostiene gracias a su riqueza paisajística, territorial y ambiental es obvia.

El modelo de gestión de residuos en Mallorca es fruto de una evolución que se inició en el año 1990 y cuya implantación se ha desarrollado a la par que lo hacían las mejores técnicas disponibles. Hasta el día de hoy, los tres hitos básicos del modelo han sido la aprobación del primer plan de residuos, en el año 1990, y sus dos posteriores revisiones, años 2000 y 2006. Actualmente está en redacción un nuevo plan director de residuos para los próximos años.

El primer plan estableció como sistema de tratamiento la incineración con recuperación energética en combinación con el vertedero controlado y la recogida en masa de los residuos. En el año 2000 se pasó a un sistema multitratamiento, incorporando el compostaje y la metanización de la materia orgánica y compostaje de lodos de depuradora. Asimismo, se construyeron plantas de selección de envases para su posterior reciclaje, y de reciclaje de las escorias de incineración.

Así se mantuvo hasta el plan de 2006, que amplió la capacidad de incineración, eliminando el vertedero controlado como medio de tratamiento final, modificó el tratamiento de lodos de depuradora añadiendo secado solar previo a la incineración de una parte y metanización previa al compostaje del resto, y estableció el objetivo básico de vertido cero de residuos recogidos para el año 2011. Ese objetivo fue alcanzado efectivamente, siendo una de las primeras regiones del planeta.

En cuanto a la recogida, se empezó con recogida en masa estableciendo plantas de transferencia repartidas por el territorio para minimizar costes de transporte. Ya en el plan del 2000 se estableció la recogida selectiva de las fracciones papel y cartón, envases y vidrio y recogida separada de materia orgánica, inicialmente para establecimientos de hostelería. No obstante, la generalización del sistema ha llegado paulatinamente. Palma, como capital y ciudad que abarca más de la mitad de la población, no ha introducido recogida selectiva de forma masiva hasta hace poco tiempo, y la recogida de materia orgánica en los establecimientos turísticos, excepto algunas excepciones, no ha llegado todavía.

Los residuos voluminosos, de la construcción y demolición fueron incorporados al sistema mediante un plan específico que establece la recuperación, reciclaje o valorización material o energética del 100% de los residuos de entrada, y que se aprobó en 2002, encontrándose a la espera de su revisión, prevista inicialmente para el 2011.

Los ejes básicos del modelo de gestión de los residuos en Mallorca son: una gestión pública municipal de la recogida de los residuos municipales, en colaboración con la empresa privada mediante contratos de concesión o de servicios, y el tratamiento de los residuos municipales, comerciales y de construcción y demolición a escala insular bajo titularidad pública y en régimen de concesión administrativa a la empresa privada. Ello permite la aplicación del principio de diferenciación jerarquía de gestión de los residuos; la integración de la incineración con recuperación energética como un elemento más dentro de una gestión integrada de los residuos, el principio de vertido "cero" de residuos, la incorporación de aspectos no tecnológicos como elementos fundamentales del modelo: concienciación ciudadana, comercialización de subproductos, educación ambiental, transparencia y rigurosidad en el seguimiento ambiental y finalmente la aplicación del principio "quien contamina paga" mediante un modelo tarifario sin subvenciones públicas.

No obstante, determinados objetivos como el tratamiento diferenciado de la materia orgánica y la recogida selectiva de envases, vidrio y papel no han alcanzado los niveles deseados. Por otra parte, determinados sistemas e instalaciones deben ser revisados y adaptados a nuevos sistemas y procesos aparecidos recientemente si se quiere mantener el nivel alcanzado de forma sostenida en el tiempo. En los últimos años, debido a la crisis económica, se ha podido apreciar una paralización de la inversión en nuevas instalaciones, remodelación de alguna de las existentes, e introducción de las últimas tecnologías.

Los resultados actuales para el total de residuos, superior al millón de toneladas anuales, nos dan un 43% a reciclado o valorización material, un 55% a valorización energética y un 2% a vertedero de seguridad, correspondiente a las cenizas de incineración. El proceso llevado a cabo estos años ha supuesto un ejercicio de coordinación entre distintas administraciones y organizaciones del ámbito privado. También ha supuesto la generación de unos conocimientos y experiencia dando lugar al desarrollo de una industria del medio ambiente competitiva internacionalmente.

Ambientalmente, el modelo de tratamiento reduce la dependencia de los recursos no renovables en materia de energía, agua y suelo, ya que genera energía renovable que substituye a la convencional, presenta un grado de ocupación de suelo mínima y mantiene un sistema de reciclado y recuperación del agua que se utiliza. Asimismo, a través de un comité técnico independiente, se controlan todos los parámetros significativos para mantener permanentemente informados a los gestores del sistema y a toda la ciudadanía, con independencia de la propia gestión de la empresa adjudicataria del servicio. Así lo pone de manifiesto su inclusión en el Décimo Catálogo de Buenas Prácticas que ha editado el ministerio de Fomento en 2014.

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