Dicen de él que es un ángel de color capaz de enmudecer a la ciudad, aunque le parece excesivo. "Sólo soy Aaron Lordson, un artista ambicioso con un sueño: que mi música llegue a cada rincón del mundo, que cuando me vaya quede mucha producción y que la gente siga disfrutando de mi talento", apunta.

Para lograrlo, comparte cada mañana, de lunes a sábado, su legado musical con los transeúntes en la palmesana calle de Sant Miquel, donde interpreta, guitarra en ristre, temas ajenos como Let it be o What a wonderful world, y propios como Fever. Un nutrido grupo de curiosos le rodea. Le aplauden y él sonríe. Entonces se da cuenta de que no está sólo, pese a que su lesión ocular le obliga a menudo a cantar en la oscuridad.

Entre los espectadores, mayoría de turistas asombrados con su voz. "Es maravilloso, no debería estar cantando aquí", sostiene la alemana Andrea Varte. "Alguien le tendría que dar una oportunidad", lamenta Anna Vasileva, de Bulgaria, aunque Lordson se encuentra a gusto en la calle. "Claro que me gustaría hacer conciertos, pero al aire libre, no donde la gente tenga que pagar mucho, porque no quiero cantarle a la pared", bromea este ginecólogo de formación, nacido en Togo y afincado ahora en Calvià y que sumó fans y ganó decenas de miles de visitas a sus vídeos en Youtube gracias a su paso por Hijos de Babel, el concurso intercultural de La 2.

"Según lo que veo y escucho, la gente disfruta mucho, aunque siempre habrá personas a las que no les guste", admite.

Lordson, que en septiembre volverá a la televisión, esta vez a Tú sí que vales, es partidario de las audiciones municipales, siempre y cuando no funcionen "por enchufe". "Me parece muy positivo porque la calle es una cosa de todo el mundo, y todo lo que pase allí tiene que ser bueno", explica el artista, acostumbrado a lidiar con la policía. "Muchas veces he tenido problemas por tocar en la calle, y a veces se han llevado mi amplificador, pero siempre vuelvo", admite Lordson, incapaz de leer un pentagrama pero con un talento innato, que puede presumir de haber sobrevivido siempre gracias a la música.

"La clave está en ser muy organizado y en hacerlo todo profesionalmente", asegura. Los dossieres informativos, un equipo que filma e inmortaliza sus actuaciones, su página web y los discos autoeditados que rubrica y comercializa entre canción y canción prueban que predica con el ejemplo.

"En un día puedo vender entre 30 y 80 copias", afirma. Sumadas todas, le harían merecedor de varios discos de platino. Con todo, su objetivo no es el dinero, que "viene solo". En su lugar, se propone prestar "un servicio a la humanidad" con los mensajes de paz que transmite con su música, pero no sólo con ellos.

También ha creado la Fundación Aaron Lordson, y pretende fundar una inmobiliaria con la que ayudar "a quienes no han tenido suerte" a ejercer su "derecho a un hogar".