Sergi Belbel, uno de los máximos referentes de la dramaturgia catalana, impartirá hoy la lección inaugural del curso académico 2008-09 de la Escola Superior d´Art Dramàtic de les Illes Balears (ESADIB). El director del Teatre Nacional de Catalunya, cargo que ocupa desde 2006, también está al frente de un curso organizado por el Teatre Principal y la citada escuela. Autor de éxitos como El mètode Grönholm, prepara su regreso a las tablas con una obra de Gogol.

-¿Qué significa para usted inaugurar un curso académico?

-Es la primera vez que lo hago. Será todo un honor, y más en Mallorca, con la que mantengo una vinculación afectiva. Los antecedentes también me atrapan. Dos referentes como Lluís Pasqual y José Sanchís Sinisterra fueron protagonistas de la lección inaugural de la ESADIB en los últimos dos años.

-¿Qué le une a ellos?

-Gracias a José Sanchís Sinisterra estoy aquí. Antes de conocerle entendía el teatro como un hobby. Él me hizo verlo como una manera de vivir. Salía de sus clases excitado, con ganas de escribir. Por su parte, Lluís Pasqual es un referente como director de teatro. Le sigo como espectador desde que fundara el Teatre Lliure.

-¿El teatro le da la felicidad?

-Sin duda. Reivindico el teatro como espacio de libertad y felicidad enmedio de una situación de crisis. Las crisis benefician al teatro, nos hacen poner las pilas, criticar nuestras miserias, analizarnos. El buen teatro es una suma de momentos felices compartidos.

-¿El teatro atraviesa un momento feliz?

-Cada vez más. Si miro hacia atrás recuerdo que cuando me iba a París, por ejemplo, o a Londres, a ver teatro, al volver, me deprimía. Me decía: qué retraso llevamos. Ahora ya no me ocurre. Hemos evolucionado muchísimo. Sin embargo, siempre habrá trabajo por hacer. Habría que crear más escuelas, proteger las que existen, ayudar a los pequeños espacios del teatro alternativo, apostar por la cantera del teatro e interesar a los espectadores.

-¿Eso cómo se consigue?

-Con humildad, sabiendo escuchar. Hay que provocar en el público la felicidad que uno siente, y eso se logra estando muy atento. No hay que convertir el teatro en un acto que nos dé placer solo a los que hacemos teatro.

-¿En qué trabaja actualmente?

-Estoy preparando, como director, un texto de Gogol, L´inspector. Se estrenará en febrero.

-¿El Teatre Nacional de Catalunya le deja tiempo para la creación?

-Poco. Me he tomado la dirección del TNC como una etapa, no como una finalidad. Está resultando una gran experiencia. Estoy aprendiendo a gestionar recursos, a programar, a planificar... Puedo presumir de trabajar con un equipo de altura.

-¿Le interesa la escena mallorquina?

-En el TNC programamos una obra de Balears por temporada. En esta coproducimos con el Teatre Principal una revisión de Mort de dama, de Llorenç Villalonga. Se estrenará en Barcelona en enero y en Palma en marzo. Creo que en Mallorca hay mucha creatividad, cada vez más, y muchas ganas de hacer teatro de parte de la gente joven.

-¿Qué temas reconoce como recurrentes en su producción teatral?

-El 11 de septiembre de 2001 me hizo reflexionar. Desde entonces soy consciente que hay que hablar de la desigualdad, del hambre, de la pobreza, del terrorismo.

-¿Cuál es el punto de partida de sus obras?

-Trabajo por impulsos. Para escribir hace falta un golpe de intuición. Si racionalizas demasiado vas a la contra.