El primer ministro británico, Tony Blair, está estudiando una posible prohibición del consumo de bebidas alcohólicas en el transporte público, a fin de atajar la violencia provocada por las borracheras. Los planes del Gobierno, divulgados por The Sunday Telegraph y The Sunday Times, prevén esa prohibición que se aplicaría en autobuses urbanos, trenes e, incluso, vuelos nacionales.

Con la medida se pretende impedir que jóvenes ebrios causen disturbios en el transporte público, pero también afectaría a cualquier pasajero que quisiera beber algo mientras come en un autobús o un tren.

Según ambos periódicos, la idea se planteó el pasado mes en una reunión presidida por Blair en su residencia campestre de Chequers, cincuenta kilómetros al noroeste de Londres, en la que participaron funcionarios del ministerio del Interior, entre ellos la responsable de comportamiento antisocial, Louise Casey.

Al parecer, la Policía Británica de Transporte (BTP) apoya la iniciativa, criticada por la oposición conservadora que acusa al Ejecutivo de intentar crear un "Estado niñera". "La violencia provocada por el alcohol en trenes y otras formas de transporte público está causada por gente que bebe demasiado en pubs y discotecas", afirmó la portavoz de Cultura del Partido Conservador, Theresa May.

"Si los laboristas quieren hacer algo sobre la violencia alentada por el alcohol, el Gobierno debería retirar sus polémicos planes para permitir que los pubs puedan abrir las 24 horas", agregó la diputada conservadora.

Un portavoz del ministerio del Interior rehusó comentar la información de los dominicales y se limitó a decir que el Gobierno "está considerando varias propuestas" que forman parte de su política contra el comportamiento antisocial. Según los diarios, la prohibición de beber alcohol en el transporte publico integra una lista de 40 medidas que incluyen la introducción de sheriffs que velen por el respeto en la comunidades de todo el país.