Sólo hay una oportunidad para causar una primera buena impresión, por eso, cada detalle, por nimio que parezca, tiene que estar perfectamente pensado. Agua por Guillermo Blanco es precisamente eso, sensibilidad al tacto y versatilidad para la vista. El primero de una serie de showrooms que el interiorista boliviano tiene previsto abrir a lo largo y ancho del mundo, se inauguró ayer, en la calle Jafuda Cresques, en medio de una gran expectación. Por allí se dejaron ver, entre otros, el cantante Enrique del Pozo, el periodista Carlos Ferrando y el actor Roberto Peña.

Un espacio creado bajo los dictados del Feng Shui y pensado para que el cliente se sienta como en casa. "En Agua recreo mi trabajo como interiorista, abro mi mente y lleno al público de mi fantasía y mi imagen. Si consigo que estén a gusto, entonces ellos sabrán que dejan su hogar en buenas manos", explica en una entrevista a DIARIO de MALLORCA, Guillermo Blanco.

Aunque nació en Bolivia en 1958, pasó sus primeros años de infancia en Londres, donde se empapó de las nuevas tendencias de vanguardia. No fue sin embargo hasta su posterior traslado a Madrid cuando se decantó por los estudios de diseño y decoración. "Antes no había tanto conocimiento y la gente no le prestaba demasiada atención a su casa, se optaba por lo práctico y sobre todo, por lo más barato. Ahora, en cambio, con la llegada masiva de revistas especializadas en diseños de interior, el público sabe lo que quiere y es mucho más exigente, incluso los hombres. El fenómeno metrosexual también ha llegado a las casas masculinas", cuenta.

Decorador de bares emblemáticos de la movida madrileña como Hangar, Zenit, Hanoi o Libre, ha sido la actriz española Penélope Cruz, a la que ha decorado su tienda Amarcord, en Madrid, quien le ha reportado toda la fama internacional. "Necesitaba un interiorista y le pidió a un asistente que le buscara tres nombres y que explicásemos nuestro trabajo en un papel, lo que no quería era ver tres proyectos distintos sobre su tienda. Nunca me ha dicho por qué me escogió, aunque creo que influyó mucho que en todos los locales que diseñé en los ochenta ella ya había estado", reconoce Blanco. "Eso sí, me felicitó al terminar el trabajo porque había creado la tienda de sus sueños", añade.

Ayer no fue una excepción. Guillermo Blanco consiguió en la inauguración de Agua aplicar los juegos de la naturaleza, sus leyes, ritmos y movimientos a las tapicerías, cortinas, mobiliario clásico y de diseño y sobre todo, a la iluminación. "Las luces dan a una casa todo el carácter que los muebles no consiguen. Si no hay mucho dinero para decorar, se debe apostar por gastar el poco que se tenga en las lámparas. Buscando el equilibrio de la luz de arriba con la de abajo se pueden crear maravillas", aconseja.

Esa fugaz mirada al arte chino convierte a Guillermo Blanco en uno de los nombres de referencia del mundo del interiorismo. Ahora también se le puede disfrutar y conocer en Palma.