La noche alimenta el cansancio. A veces pienso que me sobra la edad para llevar este ritmo. Tanto insomnio requiere una cura creativa. Hoy en día, una puede llegar a verse físicamente como Cher o Isabel Preysler a su edad, pero para mantener la marcha en el cuerpo a esas alturas, hace falta llamarse Tina Turner. Para revitalizar cuerpo y mente nada mejor que un Balneario. ¿Qué ha sido de las sobredosis de risas ensayadas de Battle Creeck? La mejor terapia sin que sea peligrosa. El otro día salí por la noche.

Margalida Barceló celebró su santo. Más conocida como Tin Barceló, la empresaria mallorquina reunió a sus más allegados en el hotel Albatros de Illetas. "No es la típica mujer de negocios, ella es romántica y creativa", comentaba María del Carmen Sanz, de la Asociación de Mujeres Empresarias de Balears. Barceló es presidenta de esta primera organización en España desde hace más de treinta años. Su labor se ha caracterizado por el empuje, el dinamismo y la lucha para que la mujer ocupe cargos de relevancia. Es dueña de apartamentos, hoteles y agroturismos y miembro destacado de diversas organizaciones. Con tantos datos es fácil suponer que estuvo arropada por una familia que la adora, entre los que se encontraban sus nietos y bisnietos, y amigos como Miquel Lladó, Presidente de la Cámara de Comercio o el pintor Onofre Prohems.

Illetas resucita como centro de ocio. Para el reposo de la noche, que es para lo que se inventó en principio el manto oscuro, se ha acondicionado el Balneario de la playa grande de Illetas. Atardece, encienden las antorchas, le dan al play al cd de Relax 2, extienden las hamacas y preparan la mesa para la cena. Las mantas se reparten por si el cliente siente frío. Empieza la función.

Llegué y me relajé, es algo automático que no se puede evitar. Lleva abierto desde el veinte de mayo de este mismo año, y la poca gente que debe conocerlo a estas alturas, se encontraba toda allí. Desde entonces sirven comida a los buenos náufragos y navegantes. Es conocido por sus brochetas, que suelen quedar suspendidas en el aire. De pollo, solomillo de cerdo, verduras o rape y langostinos, todos es cuestión de gustos. Puede que en tan incomparable marco sólo encuentre una pega: olvidar la llamada para reservar sitio. Me quedé mirando pasar los pinchitos y ensaladas de queso fresco sin poder ser cómplice de la dieta mediterránea. Tiré por la borda mis sueños de relax y mi odioso teléfono sin batería. Me quedé tendida en los bancos del ambiente rustic-fashion con una copa de hierbas en la mano, imaginando cómo sería la vida con una pieza de langostino en la boca.